domingo, 16 de diciembre de 2012

Pedaleada Guadalupana


Si hay una historia profunda en México, esa es la de Guadalupe. Incluso, por encima de los grandes momentos nacionales, el culto a la Virgen de Guadalupe es el principal motivo de nuestra historia. En los momentos emblemáticos, la imagen guadalupana es la más representativa entre los mexicanos. También la más omnipresente. La historia de la advocación mariana es apasionante. Desde el siglo XVI el culto a Guadalupe/Tonantzin (“nuestra madre”) fue motivo de polémicas y diferencias, pero al final, prevaleció como el principal símbolo del nuevo reino. Superada la cuestión entre el primer arzobispo de la ciudad de México, fray Juan de Zumárraga, y su sucesor, el dominico Alonso de Montúfar, Guadalupe se convirtió en “La” referencia. Busquen el libro de Serge Gruzinski, “La guerra de las imágenes”.

Hace más de una década me impactó la lectura de “Quetzalcóatl y Guadalupe” del historiador francés, Jacques Lafaye. La Maravilla americana es tan importante entre nosotros, que hasta el historiador mexicano, Edmundo O´Gorman, se resistía a publicar su libro, “Destierro de sombras”, por reverencia a la memoria de su abuela materna. No obstante, advirtió que Guadalupe está “más allá de la disputa de los hombres”.
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Entre la biblioteca que suscita la guadalupana, hay un libro singular de 1756 que escribió el afamado pintor mexicano, Miguel Cabrera. Su título, no escatima el barroco de la época: “Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las reglas de el arte de la pintura en la prodigiosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México”. Si les interesa ese texto, lo pueden consultar en línea en el sitio cervantesvirtual.com. Es la apreciación técnica del pintor que tuvo un acceso privilegiado a la venerada imagen.

Pero dejemos los libros. Como cada año, es impresionante ver las peregrinaciones guadalupanas en las calles. En Torreón se afirma que acudieron más de 100 mil personas. En la ciudad de México, la cifra superó los 6 millones.

Con ese fervor guadalupano, el pasado sábado 8 de diciembre, el colectivo Ruedas del Desierto peregrinamos con nuestras bicicletas rumbo al templo de Guadalupe, ubicado en la avenida Juárez y calle Ramos Arizpe. Ruth Izquierdo, una de nuestras más entusiastas ciclistas, llevó en el frente de su bicicleta la imagen de Guadalupe. Así, pacientes peregrinamos desde la Alameda Zaragoza hasta el altar. Con gratitud recuerdo dos momentos. En nuestro camino al altar, los danzantes que nos seguían en la fila, elevaron con suma fuerza el tono de sus tambores. Tanto como mil latidos multiplicados. ¡Un estertor sorprendente! El otro suceso, un tanto inusual, fue nuestro recorrido en el pasillo central de la iglesia junto a nuestras bicicletas. Literalmente, una memorable pedaleada guadalupana.

Posdata
A lo largo de seis años, una de las cinco exposiciones más recordadas en el Museo Arocena, fue precisamente la que organizaron en conjunto con la Basílica de Guadalupe en 2009. Se tituló “La Imagen Guadalupana en la historia patria”.

16 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9167304