domingo, 9 de diciembre de 2012

¡Parkour por México!

Sólo en las dictaduras el gobierno tiene todo. En su versión autoritaria, en México conocimos durante varias décadas al gobierno que dominaba todo. Septuagenario, sin competencia, sin otro poder para el contrapeso, tuvimos un poder hegemónico. Hay que reconocer que algunos todavía extrañan las glorias negras de esos tiempos. A pesar de nuestra historia, los últimos gobiernos en el país han estado claramente acotados, con otros poderes y actores que los observan. Sin duda el ascenso más notable han sido los grupos de ciudadanos organizados. No reconocer esos cambios en la sociedad mexicana sería un despropósito.

En esas circunstancias, el nuevo gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, acaba de hacer un llamado a la coalición. No a la ilusa unidad que se pretende en los discursos políticamente correctos, sino a la pragmática coalición entre actores y fuerzas políticas. Sabe bien el nuevo presidente que si quiere gobernar y sacar adelante el proyecto de la administración, deberá hacer pactos, tender ligas, hacer acuerdos, abrir puentes. En un entorno democrático no hay de otra. Por eso es relevante la figura (no muy bien aceptada ni entendida), de la coalición. Al convocar al Pacto por México, el presidente asume la necesidad de gobernar con la oposición. Insisto, sí hay diferencias. No es el tiempo de “ni los veo, ni los oigo”. 


En la firma estuvieron el presidente, los líderes del PAN, Gustavo Madero, del PRD, Jesús Zambrano y Cristina Díaz del PRI. El Pacto es un listado largo de propósitos a realizar en los próximos años. Las temáticas son variadas, y van desde una necesaria unificación del Código penal en el país hasta temas de transparencia, educación, seguridad social, salud. En pocas palabras son los principales ejes del gobierno que ya dibuja Peña Nieto. Pero ese camino no lo podrá hacer sólo, ante todo, requiere de una coalición amplia en el Congreso. En principio me parece positivo el Pacto por México, aunque ya lo dirá el Diablo que siempre está en los detalles. El pacto es una carta de buena intención sobre las acciones que habrán de realizarse durante el sexenio. Tiene propuestas del PRI, retoma propuestas del PAN y del PRD. 

Mucho dependerá no sólo del gobierno en turno, sino de los dos principales partidos de oposición. Como en todo, hubo duras críticas a Zambrano por suscribir el pacto. De “traidor” y no sé cuántos más calificativos le endilgaron. Incluso hasta lo quieren destituir de la dirigencia del PRD. Pero la política no es el campo de la pureza, sino de la praxis. Quien quiera hacer política deberá ante todo estar dispuesto a ensuciarse. Arremangarse la camisa. No se puede pretender participar en la vida pública como un hombre excepcional e inmaculado. Eso está bien para las congregaciones religiosas, que a veces ni eso respetan. La inclusión del perredista me sorprendió para bien, porque rompe con la inercia de negaciones habituales del PRD y demás sucedáneos de la izquierda.

Por ser el inicio, hay algo de esperanza o si quiere, damos el beneficio de la duda al nuevo gobierno. Pero la palabra “cambio” es ahora prohibitiva por ser el slogan fracasado de Fox, ahora se habla de “mover” a México. Entonces, bienvenido el ¡parkour!


5 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9166312