domingo, 23 de diciembre de 2012

El mundo se va acabar

Por estos días se dice, se rumora, que el mundo se va acabar. La base de tan importante fecha proviene de unas cuentas mayas. Ya saben ustedes que en esa cultura había extraordinarios astrónomos y precisos calendarios. Según dicen que dijeron, la fecha exacta es el 21 de diciembre. Otros dicen que el 23. Yo les digo mejor que se pongan de acuerdo. Con el fin de mundo no se puede jugar. Porque entre las ocupaciones laborales y la compra de regalos navideños, no había reparado en semejante acabose. Si hoy es el fin del mundo, es posible que ni cuenta me de. ¿Acaso lo trasmitirán en la televisión? ¡Son capaces de cobrar por el evento!

Pienso que las creencias pesan más que la razón. Incluso, en nuestras vidas las creencias tiene un lugar privilegiado por encima del pensamiento. Común es decir que “creemos”, pero no “pensamos”. En esa lógica, es inútil refutar los supuestos del fin del mundo. Además seríamos muy malos psicólogos y peores vendedores. Anuncios sobre el fin del mundo no son los primeros, ni los últimos. La historia está llena de profecías y augurios. Unos tienen su apocalipsis de Juan, otros creen en el calendario maya. Hay pues, para escoger. En la Europa de la Edad Media se extendió el pánico al acercarse el año mil, se creía en el fin de los tiempos y hasta en el segundo advenimiento de Cristo.
Georges Duby, autor del clásico entre historiadores, El año mil, nos dice: “en la conciencia colectiva de nuestra época, los esquemas milenaristas no han perdido su poder de seducción”.

En el año 2000 volvieron a resucitar esos temores sobre el fin de los tiempos, pero lamentablemente todavía seguimos aquí. A juzgar por el nerviosismo político, más cerca estuvimos del apocalipsis atómico durante la guerra fría, que de la predicción final leída en una roca en Tabasco. Al paso del cometa Hale-Bopp en 1997, un grupo de creyentes en California, se suicidaron para ser objetos de un “rescate interplanetario”. ¡Cada quien sus gustos!

Pragmáticos y sin prejuicios sobre El Final, la Secretaría de Turismo del gobierno de Yucatán, los hoteleros y los guías turísticos de esa entidad, han aprovechado la “profecía” maya, para hacer un gran negocio. Hoteles y restaurantes abarrotados, excursiones esotéricas a Uxmal y Chichén Itzá, además de un buen número de cenas “exclusivas” preparadas por chefs de talla mundial. Nada más que la cena del fin del mundo. Por supuesto, ante la previsión escatológica, no faltan las listas de qué hacer, qué escuchar, qué leer, qué llevarse o lo que se quiera hacer antes del fin.

Cerca de Mérida, ya hay una pequeña colonia diseñada para la catástrofe. En Serbia, no satisfechos con su historia, se ofrece un refugio contra la profecía catastrófica. En China, más dados a la disciplina de Estado, casi mil personas han sido detenidas por difundir que hoy será el fin del mundo. Mientras se decide si el mundo se acaba el 21 o el 23, yo mejor volveré a fumar un Montecristo.

Si tienen dudas, quizá el fragmento de una famosa canción ayude: “El mundo se va acabar, el mundo se va acabar,  si un día me has de querer, te debes apresurar…” 

21 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9167763