domingo, 23 de diciembre de 2012

Los suicidios de la crisis


Termina el 2012, aunque no termina la crisis para muchos países. Particularmente los europeos, que durante años disfrutaron alegremente del déficit público, hasta que se toparon con la realidad. Desde 2008 varias economías en el mundo continúan atrapadas en sus deudas. Es fecha de que sus problemas económicos han depuesto gobiernos como en Grecia, España e Italia. Otros, como Estados Unidos, han invertido la fórmula tradicional, al recurrir a préstamos de China, un país “comunista”. Al mismo tiempo, las duras medidas restrictivas de los gobiernos para bajar los gastos, que en otros años eran bacanal, se han sumado al aumento de impuestos y a una alarmante pérdida de empleos.

Hay quienes en la desesperación han logrado salir con éxito o al menos paliar las carencias. Ahí están por ejemplo, aquellas madres españolas que hicieron un sexy calendario para cubrir la cuota de transporte de sus hijos. No obstante, también hay quienes ante la catástrofe, han optado por el suicidio. La pérdida del patrimonio, la inseguridad que implica el despido o la incautación de los bienes por impago, precipitan algunos a quitarse la vida. Tan dura la crisis en España, que hasta el jefe de gobierno, Mariano Rajoy, expresó hacer “todo lo posible” ante los suicidios de quienes no pudieron pagar la hipoteca.

En Grecia, Dimitris Christoulas, un jubilado de 77 años se dio un tiro a unos metros del parlamento. En su bolsillo había nota donde escribió: “Soy jubilado. No puedo vivir en estas condiciones. Me niego a buscar comida en la basura. Por eso he decidido poner fin a mi vida”. El suceso desencadenó una serie de protestas violentas y enfrentamientos de los ciudadanos con la policía. Los suicidios crecieron a tal punto, que hasta el ministro de trabajo en Italia ha tenido que actualizar las cifras. Ahí, la situación no es menos trágica, donde al menos este año se han documentado para los diarios de la crisis, una treintena de suicidios. El primer ministro de Italia, Mario Monti, llegó a declarar ante la desesperación social que vive su país: “Todos los días luchamos para evitar caer en el dramático precipicio de Grecia, con tantos empleos perdidos y tantos suicidios”. 

Las protestas no sólo son contra los bancos o los ajustes de los gobiernos que ahorcan a los ciudadanos, sino también los italianos han marchado por la noche con velas y lúgubres leyendas que dicen: “no más suicidios”. Lejos del tabú que solía ser, los suicidios de la crisis son alternativa de muchos en aquellos países. Antes que perder su casa, el suicido ha restaurado la dignidad esas personas.

En su famoso estudio sobre el suicidio, Émile Durkheim, escribió que “cada sociedad tiene, en cada momento de la historia, una aptitud definida para el suicidio”. Parece que la nuestra, alentada por la crisis financiera mundial, y la insuficiencia de los estados para atender a los ciudadanos, ya definió esa aptitud.

Como civilización tranquilamente no podemos avanzar, pero en cambio, con cierta facilidad sí podemos retroceder. Hace algunos años admirábamos a países como España. Qué decir de los griegos, como cuna de la civilización Occidental. Hoy sus filósofos nos parecen irrelevantes.

Posdata
Cioran, que tan brillantemente escribió contra la vida, recibió en varias ocasiones genuinos agradecimientos de sus lectores por haberlos sacado de la depresión e incluso, haber evitado el suicidio.

23 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9167910