Esperé con interés la segunda sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública que se realizó el pasado lunes 16 de diciembre. Como en otras sesiones del Consejo, la seguí no sólo por cuestiones profesionales, sino también personales. En ciudades como Torreón, Juárez, Acapulco o Reynosa la violencia está “a flor de piel”. Por eso escuché con calma las exposiciones del presidente de la República, Enrique Peña Nieto sobre el rumbo a seguir en materia de seguridad y paz. Sí, como usted lo acaba de leer: ¡paz!
Esa pequeña palabra fue fácil obviarla durante el sexenio anterior, donde la pasamos tristemente en la defensa de la guerra, pero no de la paz. Ni en las palabras del presidente, mucho menos en las del procurador y el secretario de Gobernación se encuentra la palabra “guerra”. Si todavía le concedemos valor a las palabras, la diferencia es enorme. Y verdaderamente deseo que los anuncios que se hicieron sobre el cambio de estrategia así sean. Aunque tampoco esto significa que la situación va a mejorar radicalmente de la noche a la mañana.
El breve diagnóstico que presentó el Secretario Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, fue muy puntual y se basa a su vez en los estudios del Observatorio Nacional Ciudadano. En el mismo sentido, el diagnóstico del procurador Jesús Murillo Karam fue demoledor. Para fines prácticos los mexicanos pagamos una institución de justicia que produce impunidad.
La llamada nueva estrategia se resume en seis ejes. Si bien, hay diferencias, tampoco nos apresuremos a sobrevalorar la “novedad”. Por ejemplo, habrá que esperar a conocer los detalles de la “Gendarmería nacional” y los 10 mil gendarmes que resguardarán el país en puertos, aeropuertos y fronteras. En todo esto, ¿dónde queda la Policía Federal?
En ciudades como Torreón o Monterrey sabemos de la dificultad que implica armar un nuevo cuerpo de seguridad. En esas ciudades prácticamente se deshizo la policía tras las obligadas depuraciones. Levantarlas a costado años y hasta la vida de oficiales. Si lo pensamos a escala nacional, los problemas se multiplican. Además, lo vuelvo a repetir, todavía no queda claro que va a pasar con la Policía Federal.
Entre los aspectos positivos de la estrategia que se anunció, está la homologación del código penal. Sin descubrir el “hilo negro”, las medidas de la justicia en el país están pulverizadas en un buen número de criterios y valoraciones. Trabajar en unificar un código penal sin duda ayudará a tener un mejor entramado institucional y no 32 visiones como las tenemos actualmente.
Hasta ahora, lo que se ha divulgado de la llamada estrategia “México en paz” presenta cambios, permanencias y sobre todo, la expectativa de que puedan bajar los delitos de mayor impacto en zonas muy determinadas del país. Durante el próximo año esa será una de las mayores medidas que los ciudadanos valorarán.