viernes, 10 de junio de 2011

Caravana del consuelo


La visita de la Caravana por la Paz el miércoles pasado, se dio en la circunstancia de una semana violenta en La Laguna. Parece que no podía ser de otra manera, porque el crimen y la violencia son parte cotidiana de nuestras calles. Un día sí, otro también. ¿Debemos acostumbrarnos a vivir así? No lo creo.
Asistí a la también llamada Caravana del consuelo que lidera el poeta Javier Sicilia. Su visita en Torreón estuvo organizada por varios activistas laguneros como Miguel Valdés y Víctor Cabrera. Fue notable la presencia de personajes como Julián Lebarón, Emilio Álvarez Icaza y Andrés Lajous. No menos lo fue la presencia de laguneros agraviados y desgarrados por la tragedia. La breve reunión funcionó como una enorme terapia de grupo, había necesidad de hablar, pero sobre todo, de ser escuchado.
Es evidente que la violencia desbordada del crimen ha causado un severo trauma social. Empezó con cientos y acaso se extienda a varios miles de ciudadanos en los próximos años. Por eso fueron alentadoras las breves palabras de Julián Lebarón,  quien lejos de trasmitir odio o un reclamo sin sentido, trasmitió valentía y esperanza. Igualmente el mensaje de Sicilia recoge lo que muchos no se atreven a llevar, a expresar. Por eso una de las funciones de la caravana fue el consuelo y el desahogo en grupo. No es cosa menor cuando se minimiza, como lo hace el vocero de Seguridad, Alejandro Poiré, el registro de los “daños colaterales”.
Así, algunos laguneros expresaron sus tragedias o las de sus hijos asesinados. Denunciaron injusticias y se nombraron varios nombres de los cientos de desaparecidos en el estado de Coahuila. Tan sólo hace tres años la agrupación Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUNDEC), empezó con una lista de 20 casos, y ahora suman 180. A estas alturas no es difícil pensar en las fosas de Durango o Tamaulipas. Por lo mismo es profundamente significativo traer a la memoria esos nombres, para así regresarlos a su dignidad humana.
¿Qué logrará la Caravana y la fuerza de Sicilia? Quizá el movimiento político pueda parecer un grito desesperado en el desierto. En lo personal pienso que puede conducir a catalizar cambios institucionales. El próximo diálogo del poeta en el Congreso es un primer paso. 

10 de junio 2011
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/8972948