jueves, 2 de junio de 2011

Ayer Oaxaca, hoy Michoacán

Hablar de educación suena bien, vamos, hasta es un tema “políticamente correcto”. Por lo general los políticos profesionales lo incluyen en sus discursos, en sus propuestas y hasta en las explicaciones que ofrecen sobre los problemas sociales a resolver. En los últimos años se ha insistido que la respuesta a la inseguridad está en la educación. Es con educación, afirma este discurso, y no con las armas como se combate al crimen.

Pero en el estado actual de cosas en México ¿es la educación una alternativa? ¿Realmente podemos pensar que la educación contrarresta los efectos de la criminalidad? Dinero para la educación hay y mucho. Los recursos son igual o más como en aquellos países donde se obtienen los mejores resultados. El resto de la historia ya la conocemos: un sistema educativo con recursos millonarios (¡más de 230 mil millones en el presente año!), que produce desastrosos resultados. 

Y no es que la culpa la tenga el sindicato, sino los incentivos perversos que auspician el despilfarro. Por ejemplo, la salida gubernamental al paro de la Sección 22 en Oaxaca terminó por reafirmar el poder del sindicato y su capacidad para doblegar a las autoridades. Dejaron sin clases a más de un millón y medio de alumnos en el estado, y aún así acaban de cobrar por lo que no trabajaron. En respuesta el gobierno de Gabino Cué premió a los maestros, si de alguna manera les llamamos, con un presupuesto superior al acordado la semana pasada (mil 616 millones). 

De esa manera los maestros responden a los incentivos de las instituciones. Por eso sus pares en Michoacán del CNTE hacen lo mismo. Suspenden clases en miles de escuelas y 600 mil alumnos pueden esperar. Dentro de la lógica institucional los maestros no exageran ni demandan lo que no está a su alcance. Si bloquean la prueba Enlace es porque sencillamente no desean ser evaluados y se hace su voluntad. ¿Será esta la educación con la cual se puede combatir la criminalidad? Está claro que no.

Bien dicen que el ejemplo arrastra, por lo mismo, la señal que desde las instituciones se envía a los ciudadanos es profundamente negativa. No nos extrañemos luego de los resultados. Ayer Oaxaca, hoy Michoacán ¿y mañana?

1 de junio 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/8967910