Bien dicen que prometer no empobrece, dar es lo que aniquila. En cada campaña (casi) no hay político que se resista a las promesas, aun cuando sean poco factibles. Lo importante es ganar votos y simpatías, así sea a costa de las necesidades. Las elecciones en Coahuila no son la excepción, por eso hacen falta debates, (hasta ahora desdeñados por el PRI), análisis de fondo y ejercicios periodísticos que superen la reproducción de las declaraciones.
Rumbo a la gubernatura, los dos principales candidatos, Guillermo Anaya y Rubén Moreira han prometido dinero por medio de la entrega de tarjetas.
En el afán por lo votos, ¡vaya democracia!, los candidatos han repartido al por mayor tarjetas bajo la promesa de que el primero de diciembre alguna de las dos será efectiva.
El candidato panista ha entregado “La cumplidora”, una tarjeta individual que promete mil pesos. Veamos los escenarios. Según el candidato a diputado, Miguel Ángel Wheelock, se entregarán alrededor de un millón de tarjetas, lo cual representa poco más de la tercera parte de la población del estado (2 millones, 748 mil).
Pero supongamos que Anaya gana y el primero de diciembre depuran el padrón para atender estrictamente a la población marginada conforme al parámetro de Coneval que mide la pobreza multidimensional.
En esos términos, 3.1% de la población coahuilense se ubica bajo la línea de pobreza extrema, para no hablar de los otros niveles de pobreza que afectan al 32.9% de la población estatal.
Si Anaya atiende al grupo más vulnerable estaría trasfiriendo, bajo un cálculo conservador, más de 372 millones de pesos anuales.
Está claro que si pretendiera cubrir únicamente la mitad del millón prometido, el presupuesto estatal sería insuficiente.
A razón de 500 millones de pesos mensuales, terminarían las finanzas estatales con una carga anual de ¡6 mil millones de pesos! No hay subsidio que alcance, ni estado que aguante. Pero prometer no empobrece…
La fórmula también la podemos aplicar a Moreira y la tarjeta “Más Mejor” que promete beneficios sociales hasta por cinco mil pesos. Hay un “pequeño” detalle adicional que el candidato priísta no explica en su amplia propuesta de campaña: ¿Cómo manejará la deuda de más de 8 mil millones de pesos que dejó su hermano y que podría aumentar a 14 mil? Entre hermanos el detalle parece “menor”, pero no hay duda que compromete la operatividad del gobierno.
Al final, ambos candidatos se parecen mucho en un punto: los dos buscan domar a los electores coahuilenses con cientos de miles de tarjetas. ¡Vaya democracia!
Marcador Twitter: Anaya 7 853 seguidores; Moreira 13 637.
Milenio 19 de julio 2011