Si hay un problema que nos agobia, por decir lo menos, es la inseguridad. En todas sus modalidades, la inseguridad hizo un estigma visible en la región Lagunera, luego pasó al resto del estado de Coahuila. Por lo mismo, la serie de operativos de la Marina en el centro y norte del estado han dejado claro el tamaño de la descomposición.
En esa circunstancia, Guillermo Anaya, candidato panista a la gubernatura, abandera como principal oferta política atender el problema de la inseguridad: “Aquí estoy para partirme el alma…” dice en sus spots. El eslogan de Anaya lo define como el candidato de la familia coahuilense, pero sobre todo, hace énfasis en un deseo general de la entidad: “Coahuila Libre y Seguro”.
Su propuesta de campaña en materia de seguridad comienza con una breve descripción del problema donde se retoman indicadores del INEGI, como la Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2010, además de reconocer a Torreón entre las ciudades más violentas del país. Para Anaya se debe “mejorar la seguridad, la justicia y el respeto de los derechos humanos: éstos son, sin duda, tres de los temas prioritarios para Coahuila y requieren acciones conjuntas de los tres órdenes de gobierno y de la sociedad civil”.
En diferentes foros Anaya ha denunciado que como nunca la inseguridad se desbordó con el gobierno de Humberto Moreira. Y en parte tiene razón, en tanto la mayoría de los delitos competen al fuero común. Sin embargo, a nivel de la opinión pública varias ambivalencias juegan en contra del panista. Por una parte los coahuilenses aprueban la intervención del ejército y la lucha contra el narco emprendida por el gobierno de Felipe Calderón; pero por otro lado, la responsabilidad se le asigna al ejecutivo federal. De ahí el “éxito” del discurso bravucón del exgobernador Humberto Moreira, quien culpabilizó una y otra vez al gobierno federal por la inseguridad en el estado.
La propuesta de Anaya no es novedosa, más bien se inserta en los compromisos establecidos en el Sistema de Seguridad Pública, lo cual es deseable para integrar una política coordinada. Por ejemplo: la consolidación de la policía única.
Entre sus propuestas relevantes está verificar la confiabilidad de los agentes del Ministerio Público, custodios de los Ceresos y también los jueces del Poder Judicial. Por lo general se habla mucho de la (des)confianza en los policías, pero poco de los jueces. Y ese punto es clave para cerrar la pinza entre la fuerza y el sistema de justicia.
¿Será Anaya el candidato que pudiera aminorar en el lapso de un sexenio los problemas de inseguridad en Coahuila? Dadas las circuntancias, la tendencia y los ciclos de violencia, me quedo con la sensación que ni Anaya, ni el candidato Moreira harían una diferencia significativa.
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12 de junio 2011