fuente: presidencia.gob.mx |
El poeta demandó una disculpa al presidente por los cuarenta mil muertos de la “guerra”. También llevó a la mesa varios puntos como la petición de crear una Fiscalía Social de la Paz; hacer una ley de atención y protección a las víctimas; cambiar el enfoque militar de la estrategia a un sentido social para atender el problema desde la salud pública; despenalizar el consumo de algunas drogas; crear la figura del auditor externo de la Policía Federal; aumentar los recursos destinados a la educación, tanto o más como los destinados a las instituciones de seguridad y acabar con los privilegios del Sindicato de la Educación; finalmente, la reforma política.
La respuesta del presidente comenzó como un “me duele” y recordó los casos de tantos policías y ciudadanos inocentes que han perdido la vida a manos de los criminales. Calderón aceptó el perdón, pero también, en un tono de regaño le contestó a Sicilia: “Y coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas pero no por haber actuado contra los criminales que están matando a las víctimas, eso definitivamente es un error y en eso, Javier, sí estás equivocado. Sí, sí es de pedir perdón por la gente que murió a manos de los criminales, por no haber actuado contra esos criminales.Pero si de algo me arrepiento en todo caso no es de haber enviado fuerzas federales a combatir criminales que nadie combatía por miedo o estaba comprado con ellos”.
Durante el diálogo hubo razón de las partes y la crítica no estuvo ausente. Pero a estas alturas, lo que ya no podemos hacer es culpar al gobierno en la persona de Calderón. La responsabilidad en este tema es corresponsabilidad, y ahí los gobernadores, los presidentes municipales, los jueces, los ministerios públicos han llegado tarde.
¿No así los ciudadanos? Para decirlo con otras palabras: nos quedan a deber, y mucho. Pero igualmente como sociedad hay incuria, desprecio por lo público, tolerancia a la corrupción.
Quizá el día de mañana el presidente Calderón sea recordado como el presidente de la violencia y la guerra contra el crimen. Pero entonces, más allá de las conocidas mentadas al ejecutivo ¿cuándo será depurado el sistema de justicia? ¿Cuándo se responsabilizará a los jueces y ministerios públicos por el fracaso de la seguridad? ¿Cuánto más debemos esperar para que los legisladores desde el Congreso impulsen un cambio institucional?
La respuesta no está en los políticos, sino en una sociedad que no se decide a cambiar.
24 de junio 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/8981046