Contra los pronósticos, el famoso Pacto por México resultó ser un medio eficaz para lograr acuerdos, avanzar en puntos y reformas. De alguna manera tiros y troyanos ha reconocido la funcionalidad, incluso, los dos principales partidos de oposición se han acomodado también al Pacto, que ahora lo usan como medio de presión. La lógica es muy sencilla: Me das, te concedo. No me das, me retiro. A estas alturas, las presiones del presidente del PAN, Gustavo Madero (que se compara ridículamente con Greta Garbo), y de su homólogo en el PRD, Jesús Zambrano, parecen más caprichos y humores, que el oficio de la política. En reiteradas ocasiones han anunciado que se retiran del Pacto, luego, convidados a la foto con el presidente Peña Nieto, ahí están firmando y aplaudiendo. Ahora nuevamente ambas dirigencias condicionan su permanencia en la mesa del Pacto a cinco puntos.
Veamos brevemente. Uno: revisar las violaciones en algunos casos durante las elecciones pasadas, lo cual es razonable, pero es un asunto que no se pueda inscribir únicamente en el pacto, aunque después del triunfo panista en Baja California, las exigencias se calmaron. Dos: aprobación pronta de leyes secundarias a las reformas educativa, de telecomunicaciones y competencia económica. Sin duda, el tiempo apremia. Tres: aprobar un periodo extraordinario para otra reforma política-electoral. Entonces, cada vez que terminen elecciones ¿estarán llamando a otra reforma y así sucesivamente? ¡Qué absurdo, qué desperdicio! Cuatro: más iniciativas de reforma del Estado. Todavía hay mucho del viejo régimen que continúa vigente. Cinco: avanzar en la reforma energética y hacendaria. La polémica de Pemex y más impuestos.
Mientras los partidos están en el juego del estira y afloja con el gobierno, el IFE acaba de multar a todos con 341 millones de pesos por irregularidades en las elecciones federales del 2012. Ni uno solo se salvó, todos recibieron sanciones económicas que habrán de pagar con los mismos recursos de los contribuyentes, es decir, al final no les afectará porque es dinero que los partidos no generan. Dos aspectos resaltan en las multas. Al Movimiento Progresista (PRD, PT y Movimiento ciudadano), que abanderó Andrés Manuel López Obrador, le rebajaron la multa después de tanta queja. En otras palabras, se vale regatear ante el IFE, al fin da muestras generosas. El PRI, que sí sabe hacerla en las elecciones, recibió la multa más alta, por 148 millones, por la causa de que 149 candidatos a diputados de 151, excedieron los gastos de campaña. Con ese dato, ahora se completa la película de los gastos de Enrique Peña Nieto en la campaña presidencial. Por eso él sí viajó en avión privado durante la campaña, y el pobre López Obrador en clase turista como cualquier ciudadano más. Aún así los contadores de López fueron incapaces de cuadrar las cifras, a tal grado, que los multaron por exceder los gastos de la campaña presidencial. Después de aquél golpe histórico de mil millones en el año 2000, al PRI no se la hacen dos veces. Por lo mismo, la pulcritud de las cifras para la campaña de Peña y la carga para 148 campañas de diputados, al fin, ¿a ellos quién les dice algo?
Las erogaciones de aquella campaña federal costaron a los contribuyentes, 2 mil 572 millones de pesos. Está claro, que por más logros que tenga el Pacto por México, el mayor beneficio, el mayor pacto es el que se da entre los partidos. Lo demás parece buena voluntad.
17 de julio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9186415