miércoles, 14 de marzo de 2012

La advertencia del auditor

Con frecuencia se confunde transparencia con rendición de cuentas. A veces la primera falta, pero la segunda nunca llega. En otras, la transparencia no lleva ni por error a la rendición de cuentas. En ese caso la transparencia se convierte en cinismo. ¡Y vaya que lo hay! En consecuencia, la transparencia por sí sola no inhibe la corrupción. Hacen falta actores que revisen, contrapesos que funcionen y por qué no, ciudadanos exigiendo cuentas. Esto suena bien, pero en la práctica es complejo, requiere conocimiento, paciencia y perseverancia. No son virtudes teologales, pero sí cívicas.

Escucho muchas quejas contra las autoridades, pero a la hora inquirir, encuentro pocos ciudadanos dispuestos a confrontar, a solicitar información sobre el punto que les indigna. 



¿Será que nos conformamos con la queja?

Hace más de una década que la Auditoría Superior de la Federación juega un papel relevante en la democracia mexicana. La puntualidad de sus informes, más que compilar buenas prácticas de gobierno, evidencia en el mejor de los casos, la ineficiencia; en el peor la corrupción imperante. Recientemente el auditor, Juan Manuel Portal, ha advertido sobre los riesgos que enfrentan los gobiernos locales en las finanzas públicas. Llama a “transparentar la deuda pública, y el resto de los pasivos financieros locales, con el objetivo de tomar medidas oportunas de prudencia, y de responsabilidad hacendaria”.


En los primeros días de febrero la Auditoría publicó el Informe sobre la cuenta pública 2010, pero por desgracia, la cantidad y el tamaño de las revisiones, lamentablemente retrasa uno o dos años el informe. No obstante, quedó registrado que de nueve auditorías a las transferencias federales, el gobierno de Coahuila reprobó cinco, tuvo tres con salvedad y sólo pasó una. No es consuelo, pero a nivel nacional el panorama es similar porque hay algo que no termina de funcionar: las sanciones nunca llegan, y cuando lo hace, el responsable ya desapareció.




En el arte de abrir y tapar hoyos, el Senado aprobó ayer en comisiones, la creación de la Fiscalía Nacional contra la Corrupción y el combate al lavado de dinero, aunque es fecha que no se sabe de ningún caso relevante de extinción de dominio, así sea narcotraficante o político. Por cierto, el promotor de esta iniciativa fue el lagunero y senador panista, Ricardo García Cervantes. 



Pero a estas alturas, un órgano más de fiscalización no ofrece esperanza de corregir el rumbo de ineficiencia, abusos y corrupción documentado por la Auditoría. La mejor prueba es la cómoda Secretaría de la Función Pública. O cómo olvidar la deuda coahuilense, donde las autoridades han publicado por fin los contratos renegociados con los bancos. Lo malo es que nos encontramos en el caso donde la transparencia se vuelve cinismo. 


14 de marzo 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9129160