La continuidad está atada perversamente al abandono del cargo público. Sin instrumentos como la reelección (anulada en 1933), los representantes populares optan por solicitar “licencia”. De esa manera, ante la ausencia de la reelección, pedir licencia se ha vuelto una práctica común y casi incuestionable. Es el mejor camino para los políticos, pero también el peor para los ciudadanos porque no hay rendición de cuentas ni nada que ligue la responsabilidad del voto con el representante. Una vez que un político es electo, éste puede hacer casi lo que le venga en gana. Ejemplos sobran.
La promesa de no abandonar la alcaldía. Fuente: El Norte
Por eso, el inédito caso de la alcaldesa Ivonne Álvarez, de Guadalupe, Nuevo León, puede sentar un precedente nacional que rompe la cómoda normalidad de abandonar los cargos constitucionales en el país. A grosso modo narro el caso. La alcaldesa abandona su cargo, o para decirlo con eufemismo, “el cabildo le concede licencia”, a fin de que ella llegue al senado. En esa lógica, ¿qué más da romper las promesas de campaña, entre ellas, no dejar el cargo y concluir el periodo completo? Los hechos habrían ocurrido con normalidad, si no fuera por una joven abogada, Dinorah Cantú, que interpuso un amparo contra el abandono del cargo de la alcaldesa. Argumentó que en la solicitud de licencia realmente no había motivos para dejar la presidencia. El argumento hizo eco en el Tribunal, y finalmente revocó la decisión del cabildo, lo que obligó a la alcaldesa a regresar a su cargo
.
“Estoy muy indignada” respondió la alcaldesa al conocer el fallo del Tribunal. El síndico del ayuntamiento, José Garza, fue más allá en su defensa de abandonar los cargos: “Están atropellando nuestros derechos constitucionales… el Tribunal no consideró que esto puede dejar un precedente, y bien puede resquebrajarse el sistema político mexicano y puede tener consecuencias de (sic) afectar la paz social”. Concluyó el cínico, perdón síndico: “el sistema político mexicano está en juego”.
Pero la indignada defensa no consideró nunca a los ciudadanos, sino solamente las particularísimas aspiraciones de los políticos, que eso sí, suelen presentarse al servicio de la gente. Si este amparo sienta un paradigma, entonces demos la bienvenida al resquebrajamiento del sistema político. Un sistema por demás obsoleto y esclerótico. En otras palabras: el viejo régimen que el PAN desde el poder no quiso ni supo desmontar. Si el cambio no viene de la clase política, entonces la hora es de los ciudadanos. A pesar de las carencias de nuestra democracia, los ciudadanos todavía tenemos al alcance la denuncia, la discusión pública, el amparo, el acceso a la información para catalizar el resquebrajamiento de sistema político. El esquema actual no puede ofrecer otros resultados, desde hace tiempo que caducó. Por eso resulta vital para nuestra democracia empujar por diferentes caminos la rendición de cuentas.
Actualmente muy poco nos protege a los ciudadanos contra los políticos que avientan el cargo en busca de otro. El camino abierto en Nuevo León puede ser la puerta a algo más grande que entonces sí, obligue a los políticos a un mínimo de responsabilidad en el gobierno. La indignada no es la alcaldesa, sino una parte de la ciudadanía que paulatinamente reclama su lugar. Si desea conocer más sobre el amparo, o incluso interponer uno contra su político local, busque en el sitio www.chapulinazonl.wordpress.com
11 de marzo 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9127256