miércoles, 2 de mayo de 2012

El triunfo de la corrupción

Moreira I, Moreira II

En todos lados se cuecen habas. Así, la corrupción que denunció The New York Times contra la poderosa empresa Waltmart, ya tiene consecuencias. Una investigación por parte del gobierno estadounidense podría terminar en duras sanciones por actos de corrupción en México. Pero el golpe más fuerte a la empresa fue en el prestigio. Por todos lados corrió la denuncia y no tardó el impacto negativo en la bolsa de valores. Es cierto, la empresa tiene muchos lados positivos, pero un solo hecho ensució su reputación y encendió las sospechas en otros países.

La corrupción no es exclusividad de un país o una sociedad. No somos ángeles dice Federico Reyes Heroles. La diferencia está en las instituciones que incentivan o castigan la corrupción. Cuando un gobierno deja pasar la mayoría de los casos, éste se vuelve en el principal promotor social de la corrupción. Por supuesto que la otra cara de la moneda es la sociedad. Esa diferencia la veremos en la investigación que anunciaron las autoridades norteamericanas y mexicanas. Es posible que en el primer caso vengan consecuencias serias. En el segundo bien puede quedar en el archivo.


Entre nosotros, la deuda de Coahuila parece destinada al archivo. Con el tiempo el asalto a las finanzas estatales se va olvidando hasta que un buen día ya nadie se acuerde de documentos y firmas falsificadas, de sellos apócrifos, de decretos y publicaciones oficiales inventadas, de miles de millones contratados y fortunas mal habidas. Pero volvamos a los incentivos: un juez federal exonera al ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira. Claro, el hombre es un santo, un político bienintencionado que no se dio cuenta que funcionarios segundones estafaron el estado. Habrá que hacerle un estatua de bronce.
La segunda noticia va por las mismas, pues 

hay más riesgo en robar a mano armada un banco, que en defraudar las finanzas de un gobierno


Al fin los contribuyentes pagan. ¡Que vengan los aumentos de impuestos!

Pero es poca cosa organizarse para atracar el erario. Esto se desprende de la resolución del juzgado sobre siete implicados en el megafraude. No hay bronca, váyanse tranquilos a su casa, disfruten los millones. A esos prohombres habrá que darles una medalla al mérito y las mejores cartas de recomendación.


Quizá la excepción pueda ser Javier Villarreal. Al igual que Aburto, él podría ser nuestro “tesorero solitario”. Único Judas al que habría que condenar. Único responsable al que habría que quemar. En todo esto, los Moreira (primero y segundo), son los héroes de la película. Para no ir tan lejos: es el triunfo de la corrupción.



29 de marzo 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145986