viernes, 25 de mayo de 2012

Véanme bien, soy un demócrata



Hasta ahora, lo mejor de las campañas presidenciales han sido los jóvenes. De pronto, ese actor que se consideraba dormido, le quitó lo soso a la contienda. No digo que los jóvenes no estuvieran ahí, pero la gota que derramó el vaso se dio en la universidad jesuita. El resto no sabemos dónde va a parar y cuánto va a influir en las elecciones. Denise Dresser declaró que en sus veinte años como maestra en el ITAM, no había visto algo semejante entre sus estudiantes. Ella misma participó como activista en la marcha contra el candidato priista.

Por lo pronto, no tengo la menor duda de la importancia que el equipo de Enrique Peña Nieto le tomó a las protestas. Tanto, que ahora promueve un manifiesto “Por unapresidencia democrática”. Con su manifiesto, Peña Nieto nos sale a decir que él es un demócrata que respeta las leyes, las protestas y hasta la transparencia. Afirma, que de ganar no habría vuelta al pasado. El decálogo democrático que presentó a lado de prominentes  intelectuales, muestra los principios políticos a los que se apega. Pero en las calles, los jóvenes que salieron a protestar el sábado contra su candidatura piensan otra cosa sobre su estilo de gobernar y los medios de comunicación que lo rodean. Es cierto, no se puede descalificar el manifiesto, pero sí veo con sospecha que Peña nos salga a decir lo mucho que se apega a la democracia y sus principios. ¿Nos querrá decir otra cosa?

Los hechos violentos contra opositores en Saltillo, Colima y Córdoba indican algo muy distinto al espíritu democrático que nos enuncia Peña Nieto. Si dice respetar la diferencia y al mismo tiempo, no pretende “gobernar en la unanimidad”, por qué los militantes de su partido no toleran las manifestaciones en su contra. Hace algunas semanas Jesús Silva Herzog Márquez advirtió la candidez de esta postura: “repetir alabanzas al candidato es tan democráticamente cuestionable como corearle maldiciones”. 

En Coahuila estas protestas son indiferentes a la mirada del expresidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Congreso de la Unión. El estilo es otro; no precisamente el que se expresa en el decálogo. Por eso preocupa que tras las protestas de los jóvenes contra Peña Nieto, se hagan descalificaciones arrogantes. Antes siquiera de llegar al poder, más preocupan los signos de viejas prácticas autoritarias. Sólo son bienvenidos los aplausos, los medios ditirámbicos y la complacencia de la militancia ¿Serán esas manifestaciones un regreso al autoritarismo?

Por ahora el equipo de Peña Nieto la pensará dos veces antes de desestimar a los estudiantes. Lo mismo podría suceder con otros grupos, porque en política nuca que se sabe qué reacciones habrá. Siempre hay, como decía el florentino, un ingrediente azaroso.

Las protestas contra Peña Nieto en diversas ciudades, incluida Torreón, se enmarcan en un valor democrático: la diferencia. Pero ¿a dónde va a llegar este movimiento? ¿Cuánto pesará electoralmente en las urnas? No lo sabemos. Las encuestas no lo reflejan ampliamente, aunque sí en el segmento más joven (entre 18 y 24 años). No obstante, ese segmento es insuficiente para cambiar el rumbo de la elección. 

Recientemente Francis Fukuyama argumentó el fracaso de la generación Facebook en el Egipto de la Primavera árabe. Después de lograr lo imposible, no lograron organizar un cambio político. ¿Podrán los jóvenes mexicanos o not like

23 de mayo 2012