miércoles, 30 de mayo de 2012

Regreso al Castillo

Paciencia y constancia son dos virtudes difíciles en la política. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad nos recuerda su capacidad de diálogo desde ese camino. No es sencillo, lo más fácil es descalificar y abandonar la interlocución: “todos son unos corruptos”. En cierta manera, desde la persona del poeta Javier Sicilia la agrupación nos confronta como sociedad y nos propone vías para la reconciliación. Su lucha ha sido la más difícil por emanar de la tragedia y la injusticia de una “guerra imbécil”. No obstante, asumen que la política requiere insistencia. El lunes tuvieron un largo encuentro con los presidenciables en el Castillo de Chapultepec, el mismo lugar donde hace un año abrieron un extraordinario momento entre el presidente de la República y las víctimas de la violencia.

Por eso es valiosa la propuesta del Movimiento a los cuatro candidatos para firmar un pacto de unidad nacional. Porque independientemente de los resultados del primero de julio, es inadmisible continuar la tendencia actual de violencia. Urge un acuerdo mínimo para cambiar de rumbo. Parece evidente, pero en medio de las campañas, es decir, en medio de la búsqueda del poder, vivimos un “estado de emergencia nacional”, como afirmó Emilio Álvarez Icaza. En esas condiciones necesitamos un pacto mínimo entre los candidatos.


A estas alturas el problema está más allá de elecciones, partidos y candidatos, por lo mismo, lo menos que podemos esperar es la firma del pacto que propone el poeta. En un principio es un acuerdo de buena fe planteado por hombres de buena voluntad. ¿Pero no será fe y buena voluntad lo que nos falta?


Javier criticó duro a los cuatro candidatos. Fue parejo al reprochar por “los delincuentes que hay en sus partidos”. Josefina y Quadri mejor optaron por el perdón; Peña Nieto aguantó con “frialdad”. Se resignó al beso. López Obrador no resistió la crítica del poeta y le reclamó su llamado a votar en blanco. Quedó claro que el pregonero de la República amorosa evitó el beso de su crítico.


Más allá de los regaños del poeta, el regreso del diálogo al Castillo es un llamado urgente a la esperanza, una necesidad que no podemos eludir. Ojalá pronto los candidatos se sumen al llamado. Porque más que las elecciones actuales, la presión de grupos ciudadanos como el Movimiento por la Paz pueden sentar un precedente para el futuro del país.



30 de mayo 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9148915