domingo, 14 de octubre de 2012

Honrar el plagio

Para comprender un poco, a veces funciona pensar el mundo al revés. Dicho eso, resulta explicable que Alfredo Bryce Echenique pueda ser a la vez un exitoso escritor y un plagiario reconocido. Mucho antes de que se le concediera el premio FIL de Literatura, Bryce Echenique ya se había presentado como adicto al plagio. La revista Nexos, que publicó la columna sindicada del escritor peruano, documentó en su portal de internet uno y otros plagios. Así en plural. Sé que parece sorprendente, parece repudiable, pero al fin, la FIL lo premiará en Guadalajara. Eso fue lo que avaló el jurado y la discusión sale sobrando. Si antes se pensaba que el plagio, la usurpación o el robo literario era condenable, hoy sencillamente, la condición posmoderna lo eleva a un honroso y jugoso premio literario. Para qué buscarle más, es el mundo al revés y punto. Funciona y como tal es reconocido. Hace algunos años en una entrevista, Bryce Echenique declaró con gusto una autodefinición: “Hago una vida muy sana. A mí qué me importa la fama que me eche todo el mundo. Porque detrás de una fama se vive estupendamente bien”.

Bajo esa justificación, ya no cabe la crítica, la indignación o la denuncia. Visto así, ¿Qué es el plagio sino un socorrido recurso literario? Entre las definiciones, la que más me gusta es la Ambrose Bierce en sus dos acepciones: “Asumir el pensamiento o el estilo de otro escritor, a quien uno jamás ha leído”; “Coincidencia literaria entre una prioridad carente de mérito y una posteridad honorable”.


Mejor olvidemos los anteriores premios de la FIL a Tomás Segovia, Juan José Arreola, Fernando Vallejo, Juan García Ponce, Carlos Monsiváis, Juan Gelman, Sergio Pitol, Eliseo Diego, Nicanor Parra, Olga Orozco… Alfredo Bryce Echenique los supera. Dejemos la “inquisición literaria” y “la cruzada moral” como nos propone Jorge Volpi. En cambio premiemos a nuestros más audaces plagiarios. ¿Qué les parece el premio al mejor plagiario del año? ¿Premio al plagio internacional de leguas romances? ¿Premio plagio joven?... la lista es larga y fructífera. Mejor dejémonos de pruritos, polémicas y desplegados, de una vez por todas reconozcamos la virtud del plagio.


Sigamos la distinción de Volpi al respecto: “Bryce fue reconocido por sus novelas y cuentos (el periodismo no se enumera)”. ¡No se diga más!  Plagio dado ni Dios lo quita.
Seguridad y jardineras


10 de octubre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9161138