Una batalla más por la transparencia podría librarse en el Senado con motivo de la reforma laboral. A estas alturas, en México todavía hay actores que prefieren vivir en el pasado, bajo el amparo de la oscuridad. Pero lo más grave no es que promuevan la opacidad, sino que tienen los medios y el poder para defenderla.
Por eso, más vale tomar atención al pronunciamiento de Jacqueline Peschard, presidenta comisionada del IFAI, sobre la necesidad de abrir los recursos públicos que reciben los sindicatos. La transparencia en los sindicatos plantea alumbrar esas zonas, que a pesar de los diez años de la Ley federal de transparencia, sobreviven a la apertura. De esta manera, lo que más molestó de la reforma laboral no fue la parte económica, esa al fin formalizó lo que facto venía sucediendo en el mercado laboral. Lo verdaderamente molesto, fue la impertinencia de la transparencia propuesta por el presidente Calderón a los sindicatos. Después de tantas décadas de opacidad, rapacidad e impunidad, ahora les salen con eso de que las aportaciones de los trabajadores a los sindicatos estarán sujetas a las obligaciones transparencia y rendición de cuentas.
Se imaginan la cara de Joaquín Gamboa Pascoe, o el enojo de Víctor Flores. ¿Qué sería de Romero Dechamps, Napoleón Gómez Urrutia, Francisco Hernández Juárez o Elba Esther Gordillo?
La propuesta de transparencia a los sindicatos, inmediatamente movilizó a los líderes sindicales en el Congreso a depurar la iniciativa de todo aquello que amenazara la “autonomía”, es decir, la opacidad para disponer libremente de las aportaciones de los sindicalizados.
Por eso, lo más significativo de lo que aprobaron los diputados, no fue la reforma económica, sino lo que dejó intacto. En la lógica del viejo México que se resiste a morir, bien se puede cuestionar: ¿Para qué cambiar y atentar contra la autonomía que disfrutan las cúpulas sindicales?
Hasta ahora, la historia construida en la Cámara de diputados podría ser enmendada en la cámara de senadores. ¿Pero hasta dónde el PRI puede corregirse así mismo? Hay que reconocer la astucia de Felipe Calderón para enviar la iniciativa preferente en un tiempo en que se le creía muerto. Hoy la reforma laboral en el senado le da la razón al PAN, pero al mismo tiempo, deja contra la pared al PRI, que quiere promover la transparencia en unas cosas y en otras no.
Hasta ahora, la mayor amenaza a los trabajadores según los líderes sindicales, está en la autonomía y la transparencia que se quiere imponer. Ahí el dinosaurio nunca se fue.
En una buena jugada política que podría rendir frutos positivos para el país, el PAN ha metido en aprietos al PRI hasta llevarlo a tomar una posición en relación a la transparencia en los sindicatos, además del voto libre y secreto. Hoy más que nunca el PRI definirá su futuro entre solapar a los líderes de siempre o abrir a nuevas reglas la vida sindical en México. La palabra está en el Senado.
17 de octubre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9161786