miércoles, 31 de octubre de 2012

Plaza Mayor


De Moonwalker's Productions. Visto acá

A nuestra ciudad le hacen falta espacios que llamen al orgullo, que inviten a salir. Desde que el gobierno municipal abrió la renombrada Plaza Mayor, he acudido en repetidas ocasiones, en especial por la tarde o en la noche. Lo primero que percibí al transitar por la plaza es la sensación de estar en un espacio completamente distinto a lo que fue. Lejos de la oscuridad y soledad de la otra plaza, sorprende gratamente la cantidad de personas que acuden diariamente a la nueva; considerablemente más amplia y bien iluminada. Sobre todo en la noche, cuando familias enteraras salen de paseo con sus niños, algunos en patines o simplemente caminando. Otros más se reúnen ante la imponente bandera. ¡Imposible no tomar fotos!

Por eso inicié el texto hablando del orgullo. Porque tomamos fotos de aquello que queremos recordar. Así tenemos la postal con la familia, el encuentro con los amigos o sencillamente una buena imagen que nos queremos llevar. Ahora descubierta, la histórica plazuela Juárez y su monumento (1915) se funden con la Plaza Mayor. Insisto, cantidad de gente capturando con sus celulares imágenes que dan orgullo y sentido de pertenencia.

Desde la apertura de la plaza redescubrimos dos joyas arquitectónicas de la ciudad. Me refiero al teatro Isauro Martínez (1930), que resume el cierre del primer esplendor estético de la ciudad. El otro, un edificio de aires soviéticos inaugurado en 1946, o si se quiere, un Palacio Federal a imagen y semejanza de la arquitectura dictatorial alemana. Monumental, el edificio federal ahora luce iluminado con los colores patrios.
En las últimas semanas, la plaza también ha sido escenario para el Festival de Artes organizado por la Secretaría de Cultura en Coahuila. Acudí al concierto de Nortec Collective, un grupo no menos norteño que los Tigres de Norte, pero con la deconstrucción que brinda la música electrónica. Vibrante, innovador. Sencillamente nos movió a bailar. Si no han escuchado a Nortec, corran a comprar alguno de sus discos. Nuevamente regresé hace un par de días a la plaza, al encuentro de viejos y entrañables amigos para escuchar al gran Kevin Johansen. Aquello terminó en canto, baile y abrazos. Por unos momentos tuvimos una pausa, un respiro deseable para el triste cotidiano que se vive en la ciudad.

Poco a poco la plaza, junto con otras acciones, puede relanzar el centro histórico. Eso es lo que uno siente después de caminar por la “plancha”. Espero que en breve, la plaza conecte puntos emblemáticos de la ciudad como el paseo Colón y la plaza de Armas. Ya recientemente un inquieto grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, han levantado la mano para revitalizar el tradicional paseo en la Morelos (¿se acuerdan de “morelear”?). Tomen su tiempo, visiten la plaza, salgan con sus niños y vivan otra cara de lo puede ser el futuro deseable del centro.
Otra cosa más: opino que los ciclistas no le hacen daño a nadie, y mucho menos a la plaza. Ojalá los policías municipales y las autoridades del ayuntamiento entiendan el sentido de convivencia. Y si no entienden el valor de lo público ahora que tanto se habla de “recomponer el tejido social”, los invitamos a Ruedas del Desierto que se reúne los miércoles en el lienzo charro de Torreón Jardín y los sábados en la Plaza Kennedy.

21 de octubre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9162189