Como si la deuda de Coahuila fuera cosa menor, la mayoría tricolor en el Congreso realizó más cambios para refinanciar la deuda. ¿Qué otra cosa podían hacer, si al final terminaron con su voto avalando en parte la falsificación de documentos? Lo de menos fue el zafarrancho que se armó por la protesta panista durante la sesión del miércoles. No perdamos de vista el fondo: ¿Dónde están los delincuentes que tejieron una red corrupción para falsificar documentos por montos millonarios? ¿Quiénes son los responsables de ese fraude?
Cada gobernador tiene sus casos y la historia suena conocida porque huele a impunidad. Ahí está el silencio de Humberto Moreira, el exgobernador que preside al PRI como si nada pasara, como si él fuera ajeno a la deuda del estado que gobernó. Por más que se dijo que la obra fue para el desarrollo y el bienestar de Coahuila, las explicaciones puntuales no se han realizado. A cambio, las declaraciones pretenden suplir los números, los documentos y los registros formales de obra.
Así, la mayoría en el Congreso autorizó comprometer hasta el 100 por ciento del Impuesto Sobre Nómina (ISN), a fin de ofrecer algo de confianza a los bancos. Ahora Rubén, no sólo es rehén de la herencia fraternal, sino de los bancos, quienes tienen la sartén por el mango. Por lo mismo, los bancos son uno de los ganadores de esta historia que se cuenta por miles de millones. ¿Quién más ganó en ese pequeño círculo del poder estatal?
En general, los ciudadanos somos los perdedores de una deuda irresponsable. Podremos despreciar la política, pero los costos de oportunidad ya comienzan a verse, y sin duda, la factura se traslada a los contribuyentes. Al paso que vamos, la deuda de Moreira terminará por costarnos en intereses anuales, tanto como la inversión que se haga en la maltrecha seguridad de Coahuila.
Será difícil olvidar a Humberto Moreira en las próximas décadas. No porque fue un gobernador extraordinario, el del “Coahui-york”, sino por la deuda que habremos de pagar los coahuilenses por veinte años. Por eso, y nada más, por siempre Moreira.
30 de septiembre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9035522