jueves, 6 de octubre de 2011

El mito de la (no)reelección

Más allá de las pantallas, la publicidad y los spots ¿será Enrique Peña Nieto el político que México espera? ¿Hasta qué punto su estilo de gobernar hace la diferencia en relación a otros aspirantes a la presidencia de la República?
Siguiendo la tesis del estilo personal aplicada por Cosío Villegas, la formación de Peña Nieto y su entorno son claves para comprender su idea de política, su estilo de acción y lo que representa su candidatura. Varios libros abordan el tema (Los suspirantes, 2011; Los presidenciables, 2011). Recientemente, la discusión de la reforma política ha metido a diversos actores a debatir tenuemente, exponer ideas y mostrar su visión política para el país.

Hasta ahora, es significativo que los legisladores en la Cámara de Diputados, impulsaran una reforma sin el principal componente para la rendición de cuentas del legislativo: la reelección. En ese punto no se descubre el “hilo negro”, más bien hay una tendencia mundial en las democracias para utilizar la reelección como un mecanismo de rendición de cuentas. Se trata de ligar directamente el voto de los ciudadanos como premio o castigo a sus legisladores, a fin de romper el monopolio partidista. Con ese medio, los legisladores deben más su permanencia en el cargo a los votantes, que al partido.

Sobre el tema, el popular precandidato Peña Nieto, mostró su beneplácito porque los diputados del PRI acaban de quitar la reelección de la reforma política. Su posición es clara frente al tema. Para Peña Nieto la conveniencia de la reelección no le parece evidente. Advierte dos riesgos



1) “podría estrechar de manera desmedida la relación entre grupos de interés económico y los representantes populares, lo que podría llevar a que el Congreso quedara capturado por un conjunto de intereses particulares que, además de desvirtuar la esencia de la representación popular, dificultarían aún más la construcción de acuerdos para reformas de gran trascendencia”; 


2) perpetúa en “posiciones clave a los mismos actores sin permitir la renovación de los cuadros políticos”. Además “podría abrir la puerta, como ha sucedido en muchos países de América Latina, a conflictos políticos y tentaciones autoritarias”.

Con reelección o sin ella, los grupos de interés son parte de las democracias. Podrán ser acotados por el Estado, pero difícilmente encontremos una sociedad sin grupos que no busquen influir en la vida pública. Desde hace décadas que la reelección no aplica en nuestro país, pero eso no evitó la influencia perniciosa de grupos e intereses particulares.

Voy al segundo argumento. La renovación de los cuadros políticos no depende de si hay o no reelección, sino de la capacidad de los partidos para renovar a sus miembros en el poder. Más aun, la renovación refleja la capacidad de una sociedad para cambiar a sus grupos e individuos en el poder. Durante dos tercios del siglo XX, México vivió sin reelección legislativa y eso no impidió que un solo partido se perpetuara en el poder por más de 70 años.
En consecuencia, el tema de la reelección legislativa revela con claridad la visión e idea de política de Peña Nieto para el México del siglo XXI. Una visión del siglo pasado.



5 de octubre 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9038309