miércoles, 13 de octubre de 2010
Ódiame por favor...
El nuevo (viejo) affaire Calderón-AMLO reanuda viejos odios, viejos amores. Los dimes y diretes ya parecen letra de Jaramillo.
El gobe y la UJED
Vaya eficiencia del Congreso del Estado de Durango para tratar los temas “urgentes” del nuevo gobernador Jorge Herrera Caldera. Con notable rapidez, los designios del “gobe” son atendidos para hacer y deshacer la rectoría de la Universidad Juárez del Estado de Durango, lacerando así la “autonomía” universitaria. Con la veloz reforma, el gobernador desplazó al ex rector Rubén Calderón, quien cometió el “pecado” de apoyar en campaña a otro candidato.
¿Mostrará también el “gobe” esa misma eficiencia y rapidez ante problemas como la inseguridad y la impunidad que vive el estado?
martes, 5 de octubre de 2010
Fernando Vallejo o el desbarrancadero
sábado, 2 de octubre de 2010
Formas de justicia
Incentivos para la impunidad
Entre veras y bromas arranqué al fin el “Diccionario político mexicano”. No es el primero, ni el último, sino alguna edición que no se sabe cuándo saldrá ni dónde terminará. Alentado por la tradición diabólica de Ambrose Bierce, el gringo viejo que cruzó la frontera del México revolucionario para bien morir; es ahora un punto de partida para el Diccionario, a fin de comprender, aunque no siempre explicar, el periodo mexicano posterior a la transición. Hay que actualizar términos, pero también, hay que incorporar aquellos que han sobrevivido con éxito los años, las crisis y el desgaste.
En las palabras están las acciones, o al menos su reflejo. Como prueba cotidiana, las palabras muestran la profunda huella del viejo régimen, aquél que Paz describió como el ogro filantrópico. Pero así como hay permanencias, hay cambios sutiles, lentos, imperceptibles incluso, a la vorágine periodística.
Por ejemplo, la definición de “maicear”, rescatada de la tenebra por el obispo de Ecatepec, nos recordó viejas prácticas en nuevos tiempos. Así, otras palabras como “plenitud”, “ética”, “estado”, “charro”, “caudillo”, “democracia”, “alternancia”, “competencia”, “monopolio”, son algunos conceptos que a la luz de la teoría política más solvente, resultan deficientes explicarlos.
El desencanto que siguió después del año 2000, nos reveló con claridad que la alternancia no produce rendición de cuentas, ni justicia, ni esclarecimiento del pasado. Tampoco sobrevino la deconstrucción del antiguo régimen, por eso, a pesar de algunos cambios positivos, las antiguas prácticas se siguen reproduciendo con tanta vigencia como en el pasado.
De esa manera, si leemos lo sucedido en las últimas semanas, varios casos muestran la materia de lo que está hecha la justicia en México. Por eso no resulta sorprendente que con frecuencia hablamos de impunidad, porque en realidad la justicia es una excepción. En este sentido, el mensaje que desde las instituciones se envía a los ciudadanos, termina por reafirmar en la práctica que las leyes no son relevantes para un orden común. Y esto en verdad, es una de las tragedias nacionales.
En estas circunstancias, resulta “normal” que un ex funcionario de la Comisión Federal de Electricidad, pueda utilizar un cargo público como medio de enriquecimiento ilícito. De ahí el yate, el Ferrari y las cuentas bancarias. Sin embargo, el escándalo de corrupción y sobornos no fue procesado por las autoridades mexicanas, sino por la justicia del país vecino: Estados Unidos. De hecho, el secretario de la Función Pública, Salvador Vega ni siquiera estaba enterado.
Pero si de “Lucha por la seguridad pública” se trata, el rotundo fracaso del llamado “michoacanazo” dejó en claro la incapacidad de la Procuraduría General del República para investigar, procesar y castigar. No decimos que los liberados del “michoacanazo” sean unos santos, pero la Procuraduría no pudo probar las acusaciones de una supuesta vinculación con el crimen organizado. Al mismo tiempo, un diputado prófugo la justicia, hermano del gobernador Godoy, se declara inocente y víctima política, pero actuó como si no lo fuera.
Inoperante para cerrar la pinza y concluir los procesos, la procuración de justicia resulta un incentivo para la impunidad. Si la autoridad no es un ejemplo de buen actuar, no hay fuertes motivos para el ciudadano sí lo sea.
Por otro lado, los contribuyentes formales, esos que están registrados en el Sistema de Administración Tributaria, rinden cuentas cada mes del año, a reserva de ser sancionados, pero el SAT mismo se resiste a rendir cuentas al IFAI. No importa que de por medio se viole la ley, no importa que se envíe un mensaje negativo y de paso se oculte información. ¿Por qué el SAT no revela los nombres de las personas y empresas beneficiadas con la cancelación de créditos fiscales por la suma de 73 mil 960 millones de pesos en 2007? ¿Qué oculta?
A la inversa de lo señalado por Douglass North, el reflejo de nuestras instituciones de justicia, impulsan un despropósito para la legalidad, el desarrollo económico y el cambio institucional.
Twitter/uncuadros
martes, 28 de septiembre de 2010
¿Colombianizar Torreón?
De la academia a la política
En los últimos años, varios políticos colombianos se han vuelto referencia internacional por haber realizado buenas prácticas de gobierno. Incluso, no es casualidad que el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, terminó su mandato con los más altos niveles de popularidad. Sin embargo, a diferencia de Uribe, de línea “dura”, han sido otros políticos colombianos, ex alcaldes, los que han dignificado notablemente la política. No sólo con buena voluntad y discursos, sino con resultados palpables, medibles.
Después de duros años de violencia, algo pasó en la sociedad colombiana que terminó por llevar al poder a políticos singulares y poco convencionales como Antanas Mockus, Sergio Fajardo y Enrique Peñalosa. Los dos primeros matemáticos, y el tercero, un notable urbanista. Fajardo, quien visitó nuestra ciudad a petición del alcalde de Torreón, Eduardo Olmos, se ha vuelto una referencia internacional, debido a los resultados obtenidos en el gobierno de Medellín, ciudad que en otro momento, estuvo considerada la más violentas del mundo. Fajardo es identificado como el alcalde que bajó significativamente los niveles de violencia, pero además, generó alternativas medibles para aumentar el nivel de bienestar social en Medellín. La memoria de su gestión quedó registrada en el libro “Del miedo a la esperanza”.
Fajardo asumió el gobierno de una ciudad con profundas desigualdades sociales y económicas. Aunado a esto, la herencia del narcotráfico había alcanzado niveles brutales. En 1991, Medellín registró más de 6 mil 500 homicidios, es decir, casi el promedio de asesinatos en México durante los últimos cuatro años. El descenso de la violencia pasó de 381 homicidios anuales por cada 100 mil habitantes, hasta llegar paulatinamente a un promedio de 37 durante la administración de Fajardo, entre 2004 y 2007. Su estrategia consistió en promover una “pedagogía de la convivencia”, a fin de conformar una cultura ciudadana. Más que las armas, la gente.
Periodos de violencia: disminución relativa.
Sin embargo, el éxito político de Fajardo y su buena fama pública, suelen ser traspolados por cándidos y voluntariosos, como si se tratase de replicar una fórmula química. Por eso, conviene tener presentes las circunstancias, a fin de evitar comparaciones “bobas”, como la expresada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Doy un dato, sin que esto signifique un consuelo. Actualmente la violencia en Colombia es tres veces mayor a la de nuestro país (véase el Informe Mundial sobre Drogas, ONU: 2010).
Por otro lado, “colombianizar” no necesariamente tiene una connotación negativa. Cuando los partidos han fallado, ya quisiéramos en México tener la posibilidad de elegir a nuestros políticos por la vía de las candidaturas independientes. Fajardo accedió a la alcaldía por ese medio. También ya quisiéramos tener las intervenciones urbanas de un Peñalosa o las impactantes y excéntricas enseñanzas de un Mockus en Bogotá. Pero no hablemos exclusivamente de individuos. El gobierno de Medellín destaca en su país por tener el mejor desempeño fiscal. Asimismo, posee una empresa pública encargada de administrar el agua, la cual ha alcanzado estándares internacionales. En este caso, se trata de una de las prácticas gubernamentales más destacadas de Latinoamérica.
Consecuentemente, para hacer el gobierno de Medellín, se conjugó una administración pública con un alto perfil académico-profesional. Sí, Fajardo, ¡un académico en el poder! De ahí la importancia que le dieron al papel de los indicadores de desempeño. El mecanismo fue sencillo: presupuesto (transparencia) + desempeño (responsabilidad) + evaluación (indicadores)= resultados (rendición de cuentas).
A la luz de la alentadora visita de Fajardo a nuestra ciudad, el alcalde Olmos Castro, tiene en lo inmediato varios problemas. No sólo la seguridad, sino la calidad del gobierno que día a día entrega a los torreonenses. La eficiencia facilita a un gobernante acrecentar o disminuir su legitimidad ante la población. Desde un principio Fajardo, como buen matemático, midió la aprobación de su gobierno, el cual comenzó con poco más de 70 puntos, y concluyó superando los 85. En este sentido, la gestión y aplicación puntual de indicadores, aunado al plan de desarrollo municipal (2010-2013), que ya circula ¡al fin!, será fundamental para medir y evaluar el desempeño de la presente administración.
Dice Fajardo en su memoria: “Demostramos que sí es posible hacer política y, al mismo tiempo, ser transparentes”. En cambio, el tema de la transparencia se ha convertido en el talón de Aquiles del Ayuntamiento. El vergonzoso lugar que ocupa a nivel nacional, lejos de crear confianza, genera sospecha. Y así lo expresa el último lugar que Torreón ocupa en el Índice de transparencia y disponibilidad de la información fiscal (Aregional: 2010). Quizás la visita de Fajardo puede inspirar alternativas, y acaso, la necesidad de corregir el rumbo para que la administración produzca gobierno. En esos términos, bienvenida la colombianización de Torreón.
twitter/uncuadros
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lunes, 20 de septiembre de 2010
Después de la fiesta
Después de la fiesta viene la realidad. El Bicentenario fue motivo de una gran celebración patria, y qué bueno, sin embargo, más que el pasado, queda la responsabilidad de construir el futuro. Los próximos cien o doscientos años serán responsabilidad de varias generaciones. Entre tanto, desde hace tiempo no queda claro cuál será el eje articulador, cuál la principal ruta para salir del atraso, cuál el proyecto de nación. El simbolismo de la fecha no propició un acuerdo político relevante para avanzar en ese sentido y tampoco resultan creíbles los recientes llamados a la unidad para hacer un “acuerdo nacional”. Acaso, una clave para incrementar o para fortalecer el cambio institucional de ese pacto nacional, quedó plasmada en la iniciativa de reforma política, presentada por el ejecutivo a principios de año. Ahora está dispersa, sin que nadie la reclame, sin que nadie la defienda. Así el ámbito nacional, así el México bicentenario.
En nuestra región, hay temas para una posible agenda regional de cara al futuro. Por ejemplo, la problemática del agua, como en otros siglos, será crucial para la viabilidad de La Laguna. A diferencia del pasado, el problema no sólo es económico, porque ahora incluye escenarios de riesgo para la vida de las personas. Desde hace tiempo sabemos que el diagnóstico es grave y son visibles los peligros para la salud pública. A pesar de los señalamientos, poco se ha hecho para construir a fondo un futuro sustentable. Si el fondo es la raíz, los laguneros hemos andado por las ramas del problema. Por eso las autoridades insisten en millonarias potabilizadoras, en colocar filtros para los pozos contaminados por arsénico o inclusive, traer agua de otros lugares. Pero al final, estas “soluciones” no contribuyen a un futuro de bienestar social, ni tampoco se integran al conjunto del problema.
Durante siglos, la cuenca del Nazas siguió su cauce natural, alimentado ese sistema de vasos comunicantes entre el subsuelo y la superficie. Pero ese curso no fue roto por lo más ambiciosos productores de la región durante su época de oro a finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. Había un principio muy sencillo: la producción dependía de las avenidas, o por decirlo así, de los humores del Nazas. De esa manera, fue el río quien impuso límites para el uso del agua y por lo tanto, la capacidad de producción. Esos límites fueron rotos por la construcción del sistema de presas y la popularización de las norias eléctricas. Con el paso de los años, el desequilibrio se acentúo hasta verlo reflejado con claridad en 1949, cuando las autoridades federales declararon vedas para la extracción de agua subterránea en la región. Pasaron los años de andar por las ramas y el impacto actual afecta la salud de cientos de miles de laguneros que consumen agua contaminada por arsénico.
Por eso, si prospera la legítima petición de que en los recibos de Simas se incluya mes con mes el nivel de arsénico contenido en el agua, se estará dando un paso significativo para ir a la raíz del problema: la alteración de un curso milenario y la reconversión económica de la “cuenca lechera”.
Otro reto para el futuro de la región tiene que ver con el sistema de movilidad y trasporte. Al ritmo que vamos, y dada la tendencia actual que han seguido las tres principales ciudades de la región, sobre todo, Torreón, estamos generando ciudades profundamente desiguales. El crecimiento urbano de los últimos quince años, ha privilegiado la distancia, la baja densidad, el uso de automóviles, la segregación e incluso la supresión de espacios públicos como banquetas y plazas. En su conjunto, una ciudad así, encarece los servicios, aumenta los costos del transporte y por lo tanto, la contaminación. Al mismo tiempo se han multiplicado los puentes, no así los espacios de calidad para peatones. Ni que decir de los miles de ciclistas que transitan diariamente por nuestras ciudades. En su momento, las remodelaciones de los principales bulevares, pienso en nuestro flamante Independencia o el Miguel Alemán en Gómez Palacio, excluyeron a los ciclistas. Hacia afuera el mensaje es claro: los conductores de automóviles son ciudadanos de primera, los ciclistas de segunda y los peatones de tercera. Esa es la escala de valores que puede generar el diseño de una ciudad. Luego no nos sorprendamos de la inseguridad.
Contra la aparente lógica, trabajar en este sentido, demanda inteligencia, creatividad, compromiso y fuerza política. Por eso, cuando el próximo viernes visite nuestra ciudad el matemático y ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, habrá que escuchar, pero sobre todo, estar dispuestos a cambiar lo que parece inmutable.
¿Lo entenderán así los políticos que ahí estén? Si no, habrá que esperar la visita del tristemente lúcido Fernando Vallejo.
twitter.com/uncuadros
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domingo, 19 de septiembre de 2010
Coahuila según el IMCO
El IMCO acaba de publicar su informe sobre los estados, aquí las fortalezas y debilidades según el estudio:
Fortalezas
Político: Único estado en el país con periodo de 4 años para presidentes municipales.
Ambiente: Segunda mayor tasa de reforestación annual y segunda menor extensión de terrenos degradados como porcentaje de su territorio.
Precursores:
El estado con mayor proporción de empresas grandes por población económicamente activa.
Economía: La segunda entidad con menor riesgo de la deuda según Fitch y S&P.
Debilidades
Economía: El tercer estado con menor cobertura de la banca.
Factores: El tercer mayor porcentaje de la PEA cuyos salarios son negociados por sindicatos.
Gobierno: La tercera menor calificación en el índice de calidad de Gobierno Electrónico.
Derecho: Los delitos aumentaron 27% y la tasa de homicidios subió 65%.
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