Hace un par de semanas tuve el honor de presentar el libro, “50 años de PAN, sucesos, anécdotas y testimonios” (2012, 121 páginas), escrito por el reconocido panista, Juan Antonio García Villa. La mesa de presentación tuvo un presidio de lujo: el maestro Saúl Rosales y Jaime Muñoz Vargas. Lo cual nos dice mucho de la pluralidad y perfil de su autor.
El libro está basado en la compilación de diversos artículos que fueron publicados en la prensa, en su mayoría durante el año 2011. La edición conmemora los 50 años de García Villa como militante del PAN. Ingresó en 1961, cuando tenía 16 años y Jacinto Faya, “el hombre que vale por cincuenta”, fue su mentor y a la larga, también amigo.
Escrito de manera ágil, el libro se lee de una sentada, y verdaderamente el recurso de las anécdotas hace un texto sabroso que no regatea humanidad a los actores y sus circunstancias históricas. En este caso, las anécdotas permiten al autor abordar una historia que no debemos olvidar: el lento y largo tránsito de un régimen autoritario a la democracia. Así, desde mi punto de vista, esa es la mayor aportación de García Villa, porque nos da un testimonio de primera mano sobre la formas de hacer política en un México antidemocrático y unipartidista (léase PRI), donde la violencia llegó a ser un recurso común para frenar la oposición. Por lo mismo, el libro no sólo es de interés para los militantes panistas, sino para todo aquel que le interese la historia política del país durante la segunda mitad del siglo XX. Más aún, está escrito con el espíritu de la microhistoria que tanto alentó Don Luis González y González.
Leamos al autor: “De verdad, vistas las cosas a la distancia, se necesitaba entonces una dosis superlativa de idealismo para atreverse a formar parte de Acción Nacional… En general, militar en la oposición hace cincuenta años era adentrarse en un escenario de altísimo riesgo. Implicaba estar dispuesto a sostener una lucha desigual, siempre cuesta arriba, esforzada, prácticamente sin posibilidad de obtener reconocimiento alguno, sino más bien de sólo cargar costos e incomprensiones hasta de amigos”.
Si el PAN comenzó en 1939 en La Laguna, fue hasta 1978 cuando el partido cobró fuerza electoral. En ese año acaso, ganaron la alcaldía de Torreón, con el entonces candidato Edmundo Gurza. Al año siguiente, y tras competir en tres elecciones anteriormente, García Villa se convirtió en el primer diputado federal panista por Coahuila. Detrás de su triunfo hay una paciente historia de oposición y convicción democrática. Eran las épocas en las que PAN batallaba para conseguir candidatos, porque nadie quería atreverse. Muy diferente ahora, que el deseo por las candidaturas suele terminar con facilidad en autofagia.
La historia que aporta García Villa rescata del olvido a los “héroes cívicos anónimos” que dieron vida y sobrevivencia a la oposición. Su texto es una memoria que dignifica aquella historia, pero igualmente ofrece elementos para dimensionar el presente del PAN en el poder.
La lectura de este libro bien puede servir como referencia a los militantes que todavía ejercen el poder, porque en sus páginas atestigua el compromiso que parece haber olvidado el PAN desde el poder. Sin duda, es una lección de la historia que tendrían que recuperar.
22 de enero 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9099247