domingo, 1 de enero de 2012

Una historia de bicicletas


A partir de1940 el auto desplazó a la bicicleta en la ciudad 


Más allá de los temas tradicionales, la historia es un campo que llama a la innovación en temáticas e interpretaciones que permitan explicar el pasado desde el presente. Desde luego, una historia así conlleva la superación de nuestros héroes e imágenes, para dar lugar a otras explicaciones. En nuestra ciudad hay historias trilladas, la revolución es una de ellas. Por lo mismo, faltan un sin número de temas y visiones por explorar. Una de esas temáticas tiene que ver con el transporte en Torreón. En las postrimerías del siglo XIX el medio de mayor impacto fue el ferrocarril. Paralelo a ese transporte estaban los caballos, las mulas y los burros como fuerza de tracción. Por entonces el oficio de cochero era muy popular. Nuestros archivos urbanos todavía conservan testimonio de aquellos días.

Av. Juárez, en la época de transición de la bici al automóvil.
Fuente: AMT,  1956


En principio Torreón también fue diseñado para los peatones, de ahí las banquetas tan espléndidas y anchas que sobreviven en el centro de nuestra ciudad.  Por pura comparación, el modelo actual impone la economía del automóvil y por lo tanto, la tacañería de las banquetas. Habría que hacer algo al respecto, ahora que se habla tanto de recuperar espacios públicos. El otro medio de transporte que rápido ganó popularidad fue la bicicleta. Introducida en forma desde que llegó el ferrocarril a estas tierras. Entonces se multiplicaron los usuarios en dos ruedas.

Tulitas, la hija de Federico Wulff, recordó en sus memorias que a principios del siglo XX “se puso de moda” la bicicleta en Torreón. Textualmente nos dice: “andábamos por toda la ciudad, una operación que resultaba muy breve, ya que ninguna calle estaba pavimentada y todas estaban cubiertas de polvo de un pie de profundidad”. ¡Ya se imaginarán!
Fuente: Directorio comercial, 1908.


Circularon diversos modelos de bicicletas, la más popular fue la inglesa, que logró su estándar definitivo en 1893. También había marcas como la “Indian”, “Columbia”, “Cadillac” y “Perry”. Todos modelos memorables. 
Indian, 1925


Columbia, modelo conmemorativo

Cadillac, 1941
Fuente: HST, 19 junio 1925

Por lo menos, hasta la década de 1920 la ciudad tenía ocho bicicleterías, pero es muy posible que fueran más. La efervescencia fue tal, que en el caluroso verano de 1922 el Cabildo de Torreón ordenó emitir placas para bicicletas y motos, además del impuesto consabido. Hubo protestas y los ciclistas buscaron en vano una excepción. Había tal rigor, que todavía en la década de los setenta del siglo pasado, andar en una bicicleta sin placas no sólo era causa de multa, sino de decomiso del vehículo. Como medio de transporte más accesible, también se volvieron comunes los robos. Por lo mismo nuestras hemerotecas están plagadas de ladrones de bicicletas.
Fuente: Directorio comercial, 1905



Aunque en Torreón ya había automóviles en la primera década de 1900, y con el tiempo un portentoso club, el transporte dominante era en dos ruedas. Actualmente decretar impuestos a las bicicletas sería aberrante, pero no así a los automotores. Por cierto, Gerardo Esquivel ha sido uno de los pocos en elogiar la tenencia. No obstante, nuestros brillantes legisladores en Coahuila no depuraron de la ley de ingresos 2012, el antiguo impuesto a las bicicletas. Así, sólo ratifican el absurdo: publíquese pero no se cumpla.

Durante varias décadas la bicicleta fue el transporte más popular en la ciudad, hasta que el automóvil desplazó a ese medio en los años cuarenta. El Torreón del siglo XXI todavía privilegia a los automotores como protagonistas de la ciudad. Pero algunos signos nos dicen que no siempre será así. La historia nos presenta esos cambios. No dudo que en los próximos años la bicicletas, como las banquetas volverán a recobrar su antiguo y digno lugar.  Para entonces, Torreón será una ciudad más equitativa.