domingo, 12 de agosto de 2012

Dos Moreiras

Como siempre, los incentivos son a medias. Calderón, además de complicar el ya ineficiente sistema fiscal, mantiene vigente el Impuesto sobre Automóviles Nuevos. Un impuesto que encarece el precio de los vehículos, que al estar incluido en el precio final del vehículo, genera IVA y termina siendo un impuesto que genera otro impuesto, una verdadera incongruencia fiscal” (El Universal, 9-VII-10). 

Las palabras entre comillas fueron escritas por el entonces diputado Rubén Moreira, quien criticó duro la “incongruencia” del presidente Calderón sobre el tema de la tenencia. Con el tiempo, ese diputado se convirtió en el gobernador Moreira II. El mismo que en campaña prometió derogar el impuesto, pero al final, fue igual de incongruente. Sin embargo, las contradicciones de Moreira en el tema de la tendencia son menores y pasan a segundo plano si pensamos en la violencia y la inseguridad que reina en el Estado.

En su momento, el entonces diputado fue un férreo crítico de la política calderonista en materia de seguridad. La calificó como la guerra fallida
El sexenio de Felipe Calderón será recordado por su violencia y los miles de muertos que ha dejado; por una delincuencia que creció exponencialmente, delincuencia que incrementó su poder de fuego por el ingreso al país de armas sofisticadas. Será recordado por la violación sistemática de los derechos humanos. Felipe Calderón pasará a la historia por usar con fines políticos la lucha contra el narco. Su sexenio quedará en la memoria de los miles de huérfanos. Lo vamos a recordar por su necedad de no rectificar en su política de seguridad pública” (El Universal, 23-VII-10).

En su crítica al gobierno federal, el diputado consideró que la guerra está destinada al fracaso
La política de Calderón se encaminó a sacar provecho a los resultados, sin pensar en la posibilidad del fracaso, y en el desprestigio de quienes siguen por lealtad sus órdenes. La lucha contra el narco en los términos que se plantea está condenada al fracaso o cuando menos a prolongarse tanto que por sus costos el triunfo sea pírrico; Calderón, además, fue muy poco claro al fijar metas o definir en qué consiste el éxito, de tal manera que la captura de narcos no significa ningún avance, más aún cuando vemos que la violencia, las adicciones y el trasiego aumentan” (El Universal, 30-IV-10).

Pero en la práctica, ya como gobernador, Moreira II no sólo adoptó el discurso calderonista en su acción de combate al crimen, sino además, siguió políticas similares a las del gobierno federal. Tras las jornada violenta del pasado 12 de julio en Torreón, publicó un tuit que resume política: “Mi pésame a las familias de los policías asesinados en Torreón. Su lucha para evitar que la droga llegue a los niños la vamos a continuar”.



De esa manera, tenemos dos Moreiras. Uno, el crítico de la “guerra fallida”. Otro, el que en las calles continúa una acción similar al gobierno federal. 
“De la seguridad me encargo yo”, a dicho en varias ocasiones. Aunque no es ironía, también nos dice que vivimos en un “Estado fuerte”, no importa que la realidad se empecine en contradecirlo. Pero a estas alturas, el eslogan (“De la seguridad me encargo yo”) sólo aplica en función de su seguridad. 

Fuera de ahí, su desplante discursivo no se ha traducido en un reducción de la incidencia delictiva. Por otro lado, el tiempo de repartir culpas se acabó. En pocos meses Enrique Peña Nieto asumirá la presidencia de la República. Ahora, ¿a quién le echará la culpa?

12 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9155748