Ante la falta de recursos democráticos en nuestro país, piense en la revocación de mandato o la reelección, a veces no queda de otra más que mentarle la madre al gobernante. Por supuesto que mentarla no sustituye ninguna de las figuras negadas en la reforma política, pero sí hace las veces de válvula para el escape social. El caso puede parecer gracioso o incluso anecdótico, pero el fin de semana pasado en Guadalajara, poco más de mil personas se reunieron para mentarle la madre al gobernador Emilio González Márquez. Incluso, se registró en el Récord Guinness la megamentada en respuesta al inolvidable papel del gobernador en el año 2008. No sé si eso registro valga algo, ni tampoco me importa. Pero lo que es un hecho es la decadencia del PAN en uno de sus principales bastiones: Jalisco.
En 1995 Alberto Cárdenas ganó por primera vez la gubernatura para el PAN. A partir de entonces el panismo hizo un trabajo razonable y fue refrendado en varias ocasiones por los ciudadanos. Hoy la historia es otra y el próximo domingo el PAN no sólo perderá el bastión, sino que probablemente sea desbancado hasta el tercer lugar. Está claro que los jalicienses no quieren más PAN. ¿Lo entenderán los panistas? ¿Le servirá la crítica?
A unos días de la elección, la competencia está entre Aristóteles Sandoval del PRI y Enrique Alfaron del Movimiento Ciudadano. Hay altas posibilidades de que el PRI regrese al gobierno de Jalisco después de 17 años, aunque no descartemos del todo a Alfaro. Regresemos al punto:
las elecciones no sólo se ganan con votos en las calles, sino con gobiernos que previamente son reconocidos por la calidad (o ineficiencia) de su trabajo.
Ganar no es suficiente, es necesario darle forma y contenido al gobierno. González Márquez dilapidó el capital político que el PAN había acumulado por años. Mejor le mentó la madre a los ciudadanos que se opusieron a la “limosna” que pretendía el gobierno para la Iglesia. Visto en otra perspectiva, algo similar pasará con la elección presidencial del primero de julio, donde es muy posible que Enrique Peña Nieto recupere la presidencia para el PRI. El PRD en segundo y el PAN pasará al tercer lugar. Nuevamente pregunto ¿les dirá algo a los panistas ser desbancados hasta la tercera posición?
A quienes desprecian el voto. Dicen que no vale nada, pero cuando los ciudadanos se deciden pueden echar al partido en el gobierno, o en su momento, refrendarlo. Emilio González Márquez quedará como el exgobernador al que los ciudadanos le mentaron la madre. Al mismo tiempo será el gobernador que le entregó el poder al PRI.
Felipe Calderón ya es recordado por los muertos y la violencia, pero también por entregar el poder al PRI y acaso, atestiguar con amargura el tercer lugar de su partido. El colofón de su sexenio ya lo adelantó hace unos días, cuando las autoridades anuncian con gran expectativa y certeza la detención de un criminal con apellido de alcurnia entre los narcos. A las pocas horas las mismas autoridades nos dicen que siempre no. Lo cierto es que el estilo panista de gobernar parece agotado. No sólo por la inseguridad y la violencia, sino esencialmente porque el PAN no fue capaz de cambiar el status quo.
28 de junio 2012
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jueves, 28 de junio de 2012
domingo, 24 de junio de 2012
Las lecciones de México
El domingo pasado fueron las elecciones en Grecia. Esas elecciones importan tanto como las nuestras el próximo primero de julio. Porque nos guste o no, vivimos en mundo globalizado. El sí griego al euro trajo un poco de calma a las expectativas financieras de las bolsas mundiales. En ese mundo, por más pequeño que sea el peso de México, en algún lugar estamos. Lo relevante del caso es que en los últimos años nuestro país tiene un comportamiento ejemplar. Por supuesto que este tipo de noticias no venden, ni tampoco llaman la atención. Pero una lectura cuidadosa deja ver la necesaria tarea que ha hecho nuestro país puntualmente. ¡Y no es para menos! Sobre todo, viniendo de las quiebras de los años setenta.
José Agustín les llamó a esos sexenios la “docena trágica”. Más cercana en el tiempo, sucedió la crisis de los noventa con todo y que íbamos rumbo al primer mundo. Al final de todo ese marasmo, México consolidó instituciones que lograron estabilidad y cambios políticos sin sobresaltos.
En la actualidad la tendencia es otra. Ahora son las economías europeas son las que están en serios problemas financieros. Sus gobiernos gastaron al por mayor sin importar la deuda pública, ni la estabilidad financiera. El peor ejemplo es Grecia, pero hasta los gringos fueron rescatados por los chinos. Quién dijera por las vueltas que da la historia.
A todo esto, la semana pasada se celebró en Los Cabos, la cumbre de líderes del G 20. Previo al encuentro, José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, declaró: “Europa no viene a este encuentro del G-20 en México a recibir lecciones de democracia o de cómo manejar la economía. Francamente no”.
No obstante el desastre financiero en Europa, al funcionario sólo le quedó la arrogancia. Pero sin proponérselo, hizo un elogio involuntario de nuestro país. Porque si algo muestra el país es la fortaleza y estabilidad de su sistema financiero. Aunque las lecciones no fueron explícitas, ni era necesario hacerlas, México ofrece una gran lección a las economías Europeas e incluso, aunque suene extraño, a los Estados Unidos. Por ejemplo, tanta laxitud en las reglas para otorgar créditos, llevó al estallido de una burbuja financiera envuelta en corrupción.
Lehman Brothers se volvió el paradigma.
Tras la quiebra, las reglas bancarias estadounidenses endurecieron sus controles. Igualmente en Europa se promueve con dinero de los contribuyentes, el rescate de los bancos. Dicho de otra manera, las deudas privadas se convirtieron en deudas públicas. En esos casos, el liberalismo económico se suspende convenientemente y nadie se espanta. Muy distinto a la heterodoxa decisión que tomó hace varios años el gobierno de Islandia. Después de un referéndum, los pocos miles de habitantes de ese país decidieron no socializar las deudas a los ciudadanos. El singular país ya se recupera y hasta los tribunales encontraron culpable de negligencia al ex primer ministro, Geir Haarde.
Como país, hay muchas cosas en las cuales debemos avanzar, pero sin duda, la política financiera que se consolidó desde la presidencia de Ernesto Zedillo demuestra que tenemos las bases para fortalecer otras instituciones y ámbitos de la vida nacional. Los retos son muchos y las necesidades todavía más. Pero los elementos los tenemos. Ojalá pronto los hagamos andar.
24 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9151255
José Agustín les llamó a esos sexenios la “docena trágica”. Más cercana en el tiempo, sucedió la crisis de los noventa con todo y que íbamos rumbo al primer mundo. Al final de todo ese marasmo, México consolidó instituciones que lograron estabilidad y cambios políticos sin sobresaltos.
En la actualidad la tendencia es otra. Ahora son las economías europeas son las que están en serios problemas financieros. Sus gobiernos gastaron al por mayor sin importar la deuda pública, ni la estabilidad financiera. El peor ejemplo es Grecia, pero hasta los gringos fueron rescatados por los chinos. Quién dijera por las vueltas que da la historia.
A todo esto, la semana pasada se celebró en Los Cabos, la cumbre de líderes del G 20. Previo al encuentro, José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, declaró: “Europa no viene a este encuentro del G-20 en México a recibir lecciones de democracia o de cómo manejar la economía. Francamente no”.
No obstante el desastre financiero en Europa, al funcionario sólo le quedó la arrogancia. Pero sin proponérselo, hizo un elogio involuntario de nuestro país. Porque si algo muestra el país es la fortaleza y estabilidad de su sistema financiero. Aunque las lecciones no fueron explícitas, ni era necesario hacerlas, México ofrece una gran lección a las economías Europeas e incluso, aunque suene extraño, a los Estados Unidos. Por ejemplo, tanta laxitud en las reglas para otorgar créditos, llevó al estallido de una burbuja financiera envuelta en corrupción.
Lehman Brothers se volvió el paradigma.
Tras la quiebra, las reglas bancarias estadounidenses endurecieron sus controles. Igualmente en Europa se promueve con dinero de los contribuyentes, el rescate de los bancos. Dicho de otra manera, las deudas privadas se convirtieron en deudas públicas. En esos casos, el liberalismo económico se suspende convenientemente y nadie se espanta. Muy distinto a la heterodoxa decisión que tomó hace varios años el gobierno de Islandia. Después de un referéndum, los pocos miles de habitantes de ese país decidieron no socializar las deudas a los ciudadanos. El singular país ya se recupera y hasta los tribunales encontraron culpable de negligencia al ex primer ministro, Geir Haarde.
Como país, hay muchas cosas en las cuales debemos avanzar, pero sin duda, la política financiera que se consolidó desde la presidencia de Ernesto Zedillo demuestra que tenemos las bases para fortalecer otras instituciones y ámbitos de la vida nacional. Los retos son muchos y las necesidades todavía más. Pero los elementos los tenemos. Ojalá pronto los hagamos andar.
24 de junio 2012
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El mito del fraude
Cómo último recurso, el perdedor suele justificarse: me hicieron fraude, me robaron la elección. Es una historia conocida y se repite con cierta frecuencia entre los malos perdedores. Personalmente he conocido algunos candidatos que después de perder una elección ¡dos a uno! Todavía gritan que les hicieron fraude.
Desde hace varios sexenios, sobre todo, desde Salinas para acá (sí, a partir del gobierno de ese “gran villano”), en México se dio certidumbre a las elecciones. El IFE y su posterior autonomía fue la institución protagonista de los años previos a la alternancia, y sobre todo, de la actualidad en la democracia mexicana.
Tras dos décadas de existencia, el IFE es la institución que logró regularizar elecciones limpias en nuestro país. Es cierto, antes del IFE las elecciones eran todo, menos autónomas. La regla en la época del autoritarismo era el fraude e incluso la violencia. Había casos fantásticos donde los muertos votaban. O la clásica, un individuo votaba en repetidas ocasiones. Eran los tiempos del carro completo y el partido único (aunque debo aclarar que en los dos últimos puntos, Coahuila es una triste excepción).
De esa manera, ahora se puede hablar de compra de votos e irregularidades en algunas casillas, pero de ninguna manera es una tendencia general. Más bien es una excepcionalidad. En las últimas semanas el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador viene repitiendo que le harán fraude. Ya sabemos que López en un mal perder y no parece haber entendido que democracia se gana o se pierde con votos. Porque votos son amores y no buenas razones. Por lo mismo, en nada aporta a la competencia electoral pregonar un fraude cuando ni siquiera ha sucedido la elección. Es el síndrome del competidor que no acepta la derrota. En democracia es una virtud aceptar la victoria de los adversarios y reconocer la derrota. Pero en caso de quedarse en la raya como en el 2006, ¿saldrá López Obrador el primero de julio a reconocer la victoria de Peña Nieto? Me temo que López vuelve a mostrar los límites de la República amorosa. Primero nos repite una y otra vez que habrá fraude, y luego, nos dice que siempre “no va a ser posible”.
¿A cuál de los dos López Obrador creerle? Al que se la pasa anticipando el fraude, o al que nos afirma que eso no es posible. De acuerdo a la tendencia que muestran la mayoría de las encuestas, salvo que pasara algo extraordinario, Peña ganará la elección. No creo que con un margen superior a diez puntos. Pero sí puede lograr una victoria clara de dos o tres puntos. ¿Aún así, López Obrador no reconocerá su derrota? ¿Igualmente pediría lo mismo de Peña si él gana los comicios?
22 de junio 2012
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miércoles, 20 de junio de 2012
10 años del IFAI
La semana pasada el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) celebró su décimo aniversario. Para la ocasión organizó el Encuentro internacional “A diez años del derecho a la información en México”. Quizá como sociedad todavía no hemos asumido en forma el ejercicio de la transparencia, el derecho a la información y por supuesto, la rendición de cuentas. Pero sin duda, aquél 11 de junio de 2002, fecha en que sea aprobó por unanimidad en el Congreso, la Ley federal de transparencia y acceso a la información pública, queda en los anales de nuestra historia como una de las fechas claves para entender los avances de la democracia mexicana.
En la actualidad abundan los desencantados y aquellos que ven sólo en la política corrupción y retroceso. Pero ese pesimismo en ocasiones, impide ver los logros que hemos tenido en la última década. Uno de ellos sin duda, es la apertura de la información y la posibilidad de que los ciudadanos pidamos cuentas a nuestros gobiernos. Por sencillo que se escuche esto, en realidad significa un logro sin precedentes. Cito un ejemplo. Todavía hasta la época de Ernesto Zedillo el sueldo del presidente estaba “guardado”. Alianza Cívica, por entonces liderada por Sergio Aguayo Quezada, logró impulsar el acceso a la información en ese punto, aún cuando no estaba regulado, a pesar que desde 1977 ya se enunciaba en la Constitución. Años después, en 2002, se promulgó una la ley que de manera inédita le dio sentido al artículo sexto constitucional.
Hoy no sólo se han multiplicado las instancias de transparencia y los caminos para acceder a la información pública del gobierno, sino que ese derecho se convirtió en una auténtica garantía constitucional.
Hace diez años hice mis primeras solicitudes de información. Recuerdo claramente la grata sorpresa que me llevé al realizar a través del SISI (ahora Infomex.org.mx).
Hice una par de preguntas a la Oficina de la Presidencia de la República y otras más a Pemex. No sólo me respondieron en tiempo y forma, sino que descubrí (si se puede decir), una herramienta formidable para empoderar al ciudadano. Desde entonces vengo haciendo cientos de solicitudes a distintos niveles de gobierno.
Más allá del voto, el derecho a la información nos brinda la posibilidad de ejercer la ciudadanía de manera cotidiana. Es el derecho de preguntar y hacer que los gobiernos rindan cuentas sobre el dinero público y las decisiones que toman. Estoy convencido que si aumentáramos dos o tres puntos el índice de solicitudes a los gobiernos, tendríamos mejores resultados del mismo.
Dicho de otra forma, si el dos o tres por ciento de la población económicamente activa se sumara al ejercicio cotidiano de llamar a cuentas a sus gobernantes tendríamos mejores gobiernos, o si se quiere, menos peores. De igual manera reflejaríamos una mejor sociedad.
Es cierto que falta mucho por recorrer. Que la transparencia por sí misma no elimina la corrupción. Pero la valiosa brecha abierta en 2002, ya cultiva paulatinamente el camino para una generación de ciudadanos de la era IFAI. Ciudadanos que reconocen derechos y obligaciones. Ciudadanos que no ven al gobierno como algo ajeno, sino como producto de la sociedad. De nosotros depende ese gobierno. Ojalá no lo desaprovechemos.
20 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150895
En la actualidad abundan los desencantados y aquellos que ven sólo en la política corrupción y retroceso. Pero ese pesimismo en ocasiones, impide ver los logros que hemos tenido en la última década. Uno de ellos sin duda, es la apertura de la información y la posibilidad de que los ciudadanos pidamos cuentas a nuestros gobiernos. Por sencillo que se escuche esto, en realidad significa un logro sin precedentes. Cito un ejemplo. Todavía hasta la época de Ernesto Zedillo el sueldo del presidente estaba “guardado”. Alianza Cívica, por entonces liderada por Sergio Aguayo Quezada, logró impulsar el acceso a la información en ese punto, aún cuando no estaba regulado, a pesar que desde 1977 ya se enunciaba en la Constitución. Años después, en 2002, se promulgó una la ley que de manera inédita le dio sentido al artículo sexto constitucional.
Hoy no sólo se han multiplicado las instancias de transparencia y los caminos para acceder a la información pública del gobierno, sino que ese derecho se convirtió en una auténtica garantía constitucional.
Hace diez años hice mis primeras solicitudes de información. Recuerdo claramente la grata sorpresa que me llevé al realizar a través del SISI (ahora Infomex.org.mx).
Hice una par de preguntas a la Oficina de la Presidencia de la República y otras más a Pemex. No sólo me respondieron en tiempo y forma, sino que descubrí (si se puede decir), una herramienta formidable para empoderar al ciudadano. Desde entonces vengo haciendo cientos de solicitudes a distintos niveles de gobierno.
Más allá del voto, el derecho a la información nos brinda la posibilidad de ejercer la ciudadanía de manera cotidiana. Es el derecho de preguntar y hacer que los gobiernos rindan cuentas sobre el dinero público y las decisiones que toman. Estoy convencido que si aumentáramos dos o tres puntos el índice de solicitudes a los gobiernos, tendríamos mejores resultados del mismo.
Dicho de otra forma, si el dos o tres por ciento de la población económicamente activa se sumara al ejercicio cotidiano de llamar a cuentas a sus gobernantes tendríamos mejores gobiernos, o si se quiere, menos peores. De igual manera reflejaríamos una mejor sociedad.
Es cierto que falta mucho por recorrer. Que la transparencia por sí misma no elimina la corrupción. Pero la valiosa brecha abierta en 2002, ya cultiva paulatinamente el camino para una generación de ciudadanos de la era IFAI. Ciudadanos que reconocen derechos y obligaciones. Ciudadanos que no ven al gobierno como algo ajeno, sino como producto de la sociedad. De nosotros depende ese gobierno. Ojalá no lo desaprovechemos.
20 de junio 2012
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lunes, 18 de junio de 2012
Josefina y la vergüenza de Coahuila
En la recta final de la campaña, la competencia más cerrada es por el segundo lugar. Tras el debate del domingo, Josefina Vázquez Mota fue la que mejor desempeño tuvo. Se movió a sus anchas, puso en su lugar al candidato de La Maestra y tuvo críticas para todos, en especial para López Obrador. Pero la candidata panista no tenía opción, era el momento y lo aprovechó. En cambio Enrique Peña Nieto y Obrador, más cercanos a la presidencia, jugaron un papel conservador. No se movieron mucho, tampoco se atacaron. Saben que la disputa es en el calles, por eso no quemaron cartuchos en el debate.
Mientras veía el debate en compañía de buenos amigos, hubo varios momentos en que sentí vergüenza como coahuilese. Me refiero a las críticas que lanzó Josefina al priista, y para ello tomó como ejemplo negativo el caso de Coahuila. Aunque los priistas no lo reconocen en público, es bochornoso para ellos defender lo indefendible. Mejor insultan la inteligencia. A cambio prefieren hacer análisis mediocres y superficiales como los expuestos por la candidata del Distrito VI, Norma González Córdova. Al respecto recomiendo el puntual texto de mi compañero de páginas en Milenio (12/VI/2012), Eduardo Holguin, sobre las cifras de la “más peor” deuda.
En dos ocasiones Vázquez Mota mencionó a Coahuila y la megadeuda de Moreira I como ejemplo de corrupción. Incluso habló de lavado de dinero. Tristemente la imagen que ahora se proyecta de Coahuila es una imagen negativa por el fraude de la deuda. Aunque en la burbuja Moreira II habla del “Estado fuerte” y la “bases para seguir creciendo”, la realidad sobre el estado es otra: la impunidad y los miles de millones sin comprobar; las fortunas mal habidas y la complicidad entre funcionarios; los exfuncionarios prófugos y las cuentas sin saldar…
¡Qué vergüenza para Coahuila la herencia de los Moreira! ¡Qué vergüenza cada vez que se mencionan a nuestro estado como paradigma de la corrupción! Por estos días, hasta Herbert Bettinger, asesor económico de Manlio Fabio Beltrones, habla de los inconvenientes de la deuda.
Sin embargo, el discurso de Josefina sólo tienen sentido para su campaña si en los próximos días se anuncia la detención de ex gobernador Humberto Moreira y el tesorero solitario, Javier Villarreal. Fuera de ahí, las críticas de la panista son irrelevantes. ¿Será que el gobierno de Felipe Calderón ya prepara una sorpresa? No lo descarte, la campaña todavía no termina.
Regreso al segundo debate: ¿Hubo un ganador? Al igual que en el primero, sí hubo un ganador. Fue Peña Nieto. No por su desempeño, ni por su mensaje, sino por lo que no le hicieron sus oponentes. Otra vez, se fue sin despeinarse.
13 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150204
Mientras veía el debate en compañía de buenos amigos, hubo varios momentos en que sentí vergüenza como coahuilese. Me refiero a las críticas que lanzó Josefina al priista, y para ello tomó como ejemplo negativo el caso de Coahuila. Aunque los priistas no lo reconocen en público, es bochornoso para ellos defender lo indefendible. Mejor insultan la inteligencia. A cambio prefieren hacer análisis mediocres y superficiales como los expuestos por la candidata del Distrito VI, Norma González Córdova. Al respecto recomiendo el puntual texto de mi compañero de páginas en Milenio (12/VI/2012), Eduardo Holguin, sobre las cifras de la “más peor” deuda.
En dos ocasiones Vázquez Mota mencionó a Coahuila y la megadeuda de Moreira I como ejemplo de corrupción. Incluso habló de lavado de dinero. Tristemente la imagen que ahora se proyecta de Coahuila es una imagen negativa por el fraude de la deuda. Aunque en la burbuja Moreira II habla del “Estado fuerte” y la “bases para seguir creciendo”, la realidad sobre el estado es otra: la impunidad y los miles de millones sin comprobar; las fortunas mal habidas y la complicidad entre funcionarios; los exfuncionarios prófugos y las cuentas sin saldar…
¡Qué vergüenza para Coahuila la herencia de los Moreira! ¡Qué vergüenza cada vez que se mencionan a nuestro estado como paradigma de la corrupción! Por estos días, hasta Herbert Bettinger, asesor económico de Manlio Fabio Beltrones, habla de los inconvenientes de la deuda.
Sin embargo, el discurso de Josefina sólo tienen sentido para su campaña si en los próximos días se anuncia la detención de ex gobernador Humberto Moreira y el tesorero solitario, Javier Villarreal. Fuera de ahí, las críticas de la panista son irrelevantes. ¿Será que el gobierno de Felipe Calderón ya prepara una sorpresa? No lo descarte, la campaña todavía no termina.
Regreso al segundo debate: ¿Hubo un ganador? Al igual que en el primero, sí hubo un ganador. Fue Peña Nieto. No por su desempeño, ni por su mensaje, sino por lo que no le hicieron sus oponentes. Otra vez, se fue sin despeinarse.
13 de junio 2012
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A la sombra del ejecutivo
El proceso presidencial opaca al resto de las elecciones federales. En un país con una inconfesada vocación monárquica, exacerbamos el valor individual del gobernante. Llámese el presidente, el líder, el caudillo, el cacique, el virrey o hasta el tlaotoani. Todos de alguna manera concentraron o concentran un valor desmedido, incluso por encima de las instituciones. Algo queda en nuestra cultura política porque todavía sobreestimamos el cambio a través de “un” liderazgo. No es Peña Nieto, ni Josefina, ni López Obrador (Quadri es una broma), sino el Congreso.
Por lo mismo, las elecciones de diputados y senadores no son menos importantes que la elección presidencial. A partir del 1997 el legislativo en México juega un papel fundamental en el rumbo del país. Más allá de la mala imagen que tienen nuestros legisladores, no podemos olvidar la influencia que juegan en el avance o retroceso. Desde Ernesto Zedillo a la fecha, el Congreso ha sido un contrapoder, que no siempre un contrapeso, del ejecutivo. Pero pensemos en un escenario donde el PRI gana la presidencia y también la mayoría en las Cámaras. ¿Regresaremos a los viejos tiempos? ¿Se comportará el legislativo como un poder estéril a la sombra del presidente?
Mientras tanto el 1 de julio habremos de elegir a nuestros legisladores. Nos guste o no, eso próximos diputados o senadores habrán de representarnos. Se ha discutido mucho sobre la representación de los legisladores, pero es indiscutible que emanan de la sociedad y en buena medida la reflejan.
Con menos atención y recursos, las campañas locales quedan a la sombra de las presidenciales. En Torreón se va a votar en los distritos V y VI. El primero se comparte con Viesca, Matamoros y Parras. El segundo sólo se ubica en Torreón. Hasta el corte del 24 de mayo, el Distrito VI tiene un listado nominal de 288 mil electores. 28% lo conforman jóvenes entre 18 y 29 años; 81 mil para ser precisos. De los cuales, unos 5 mil podrían votar por primera vez. ¿Cuánto impactará YoSoy132 en nuestra ciudad? Potencial y entusiasmo hay, participación quién sabe.
En el distrito se espera una votación del 65% o quizá un poco más. Este distrito es significativo porque a diferencia de otras ciudades del estado, Torreón es desde finales de los noventa (del siglo pasado), una ciudad alternativa políticamente. No hay permanencia ni monopolio, sino alternancia. A veces gobierno el PAN otras el PRI, y viceversa. Después de la mala fama que el PRI de Coahuila se carga, aunado al malestar con la administración municipal, ¿hacia dónde apunta el voto para elegir diputado federal? Norma González Córdova ya lo padece.
En consecuencia es factible que Marcelo Torres gane la diputación en ese distrito. De hacerlo no sólo ganará un lugar en el Congreso, sino sobre todo,habrá forjado su pase a la alcaldía de Torreón. El tiempo lo dirá.
15 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150426
Por lo mismo, las elecciones de diputados y senadores no son menos importantes que la elección presidencial. A partir del 1997 el legislativo en México juega un papel fundamental en el rumbo del país. Más allá de la mala imagen que tienen nuestros legisladores, no podemos olvidar la influencia que juegan en el avance o retroceso. Desde Ernesto Zedillo a la fecha, el Congreso ha sido un contrapoder, que no siempre un contrapeso, del ejecutivo. Pero pensemos en un escenario donde el PRI gana la presidencia y también la mayoría en las Cámaras. ¿Regresaremos a los viejos tiempos? ¿Se comportará el legislativo como un poder estéril a la sombra del presidente?
Mientras tanto el 1 de julio habremos de elegir a nuestros legisladores. Nos guste o no, eso próximos diputados o senadores habrán de representarnos. Se ha discutido mucho sobre la representación de los legisladores, pero es indiscutible que emanan de la sociedad y en buena medida la reflejan.
Con menos atención y recursos, las campañas locales quedan a la sombra de las presidenciales. En Torreón se va a votar en los distritos V y VI. El primero se comparte con Viesca, Matamoros y Parras. El segundo sólo se ubica en Torreón. Hasta el corte del 24 de mayo, el Distrito VI tiene un listado nominal de 288 mil electores. 28% lo conforman jóvenes entre 18 y 29 años; 81 mil para ser precisos. De los cuales, unos 5 mil podrían votar por primera vez. ¿Cuánto impactará YoSoy132 en nuestra ciudad? Potencial y entusiasmo hay, participación quién sabe.
En el distrito se espera una votación del 65% o quizá un poco más. Este distrito es significativo porque a diferencia de otras ciudades del estado, Torreón es desde finales de los noventa (del siglo pasado), una ciudad alternativa políticamente. No hay permanencia ni monopolio, sino alternancia. A veces gobierno el PAN otras el PRI, y viceversa. Después de la mala fama que el PRI de Coahuila se carga, aunado al malestar con la administración municipal, ¿hacia dónde apunta el voto para elegir diputado federal? Norma González Córdova ya lo padece.
En consecuencia es factible que Marcelo Torres gane la diputación en ese distrito. De hacerlo no sólo ganará un lugar en el Congreso, sino sobre todo,
15 de junio 2012
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domingo, 17 de junio de 2012
Colosio, el asesinato
Bajo la premisa, una ficción basada en hechos reales, se estrenó con bastante éxito la película Colosio, el asesinato (2012), un film dirigido por Carlos Bolado. Si bien, la historia se centra en el terrible asesinato de Luis Donaldo Colosio, como película, independientemente del personaje histórico, tenemos un auténtico thriller que no le pide nada a los mejores de la industria hollywoodense.
Desde la trilogía de Stieg Larsson, por supuesto en la representación sueca de Niels Arden Oplev (la gringa no es más que una degradación), hace tiempo que no disfrutaba tanto un drama donde la política, el crimen organizado y la violencia se unen de manera simbiótica.
Los años noventa en México así fueron, ¿así son todavía? Cursaba la secundaria, pero la sacudida de aquellos años no fue menor para alguien que comienza a interesarse por la vida pública. Fueron años turbulentos. Durante el salinato nos soñamos en el primer mundo, para luego despertar con la rebelión zapatista en Chiapas. Mi música de fondo no era La Culebra, sino el emblemático Nevermind. Luego sucedieron los asesinatos del cardenal Posadas Ocampo y José Francisco Ruiz Massieu. Por esos años, el deterioro no tuvo límites. Y no podía faltar la crisis económica provocada por un gobierno profundamente corrupto. Fue el colofón de Salinas, hoy empeñado en limpiar su memoria.
La historia que nos cuenta Bolado no pierde el hilo ni la intensidad desde la primeras escenas. Siempre tiene al espectador con la angustia y el drama de la violencia política. La representación de los personajes es impecable, tanto que no dejamos de sorprendernos con la fidelidad de Colosio, Diana Laura, el Fiscal, Don Fernando o el “Doctor” por mencionar algunos.
No menos inquietante que éste último, el siniestro consejero del presidente, interpretado espléndidamente por Daniel Giménez Cacho, es la aparición de un personaje apodado “El Seco”. Frío, discreto y eficiente, encarna la otra cara del poder: la violencia. Como sicario del Estado Mexicano cumple las órdenes de “limpiar” los testigos con precisión mecánica. A penas si debo repetirlo:
ficción basada en la realidad o ¿realidad basada en la ficción? Una y otra se confunden para dar certeza a la explicación detrás del asesinato del candidato priista.
Desde la libertad que propone el cine, la película de Bolado nos confronta con el pasado reciente y al mismo tiempo ofrece una mirada a las generaciones jóvenes. Con todos sus asegunes, hoy vivimos en un México democrático que sin embargo, no termina de deshacerse de su pasado autoritario. Al fin las instituciones fueron forjadas desde ese ambiente. La película sobre Colosio nos recuerda oportunamente que en ellas estamos parados. Es preferible una memoria que nos cuestiona, a un olvido confortable.
17 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150602
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