miércoles, 13 de febrero de 2013

El gobernador transparente

La transparencia como discurso es políticamente correcto. Se escucha bien, es loable y no suscita oposición. Por eso, ante el problema de credibilidad, el gobierno de Rubén Moreira ha insistido en “una nueva dimensión de la rendición de cuentas”. Recientemente promovió una serie de acciones para transparentar su gobierno: la publicación de la nómina con nombre y apellido; los padrones de los beneficiarios sociales; la publicación de los contratos de la deuda. Veamos éste último punto.
Lo bueno. El gobierno de Moreira II abrió los contratos de la deuda de Moreira I. Lo malo. Los documentos se presentan a medias. 

En otras palabras, lo que fue una buena acción por transparentar, en realidad terminó como una acción fallida que reafirma la desconfianza. Datos borrados, documentos mochos. En una palabra, censurados. El Secretario de Finanzas, Jesús Ochoa Galindo, ni siquiera sabía hasta que le preguntaron. ¡Así ni cómo! Pero en el fondo, es revelador ese mal paso de la transparencia, porque aun y cuando los contratos los publicaran como están en el cajón, eso no explica en qué se gastaron miles de millones de pesos. Las cifras no cuadran, ni nunca le cuadraron a Moreira I cuando al fin quiso explicarlas. ¡Menos mal que regresó a estudiar! Tal vez de regreso nos entregue un libro sobre finanzas públicas.

Vuelvo a la transparencia. Qué bueno que se publiquen los contratos, pero también hay que advertir que la publicación no promueve la rendición de cuentas por el fraude. Hasta ahora nadie toca a los prófugos, y mucho menos a los involucrados que todavía forman parte del gobierno actual.
Para acrecentar el descrédito, el “informe público de la restructuración de la deuda” no va al grano de las cosas: el saqueo al por mayor de las finanzas estatales. Una fácil justificación pretende suponer a los ciudadanos como tontos. El culpable de la deuda (¿y también del fraude?), fue la crisis externa en Estados Unidos. ¡Sí! Así como lo leyó. Cito un párrafo del documento que divulgó la Secretaría de Finanzas: “una serie de medidas contracíclicas que implicaron un incremento en el gasto de inversión del presupuesto anual, con el propósito de generar empleo para los Coahuilenses y mantener los niveles de competitividad”.

Tanta prisa y tanta preocupación tuvieron por los coahuilenses, que la medida “contracíclica” los llevó a inventar firmas, falsificar documentos y hasta invertir en Texas. Pero en un Coahuila de impunidad, donde un hermano es el protector del otro hermano, no hay más resultado que la impunidad. Difícilmente podría ser de otra manera, si uno le debe el poder a otro. Por eso, en moreiralandia la semana pasada celebran la promulgación de una nueva Ley de fiscalización, pero en los hechos se deja intacto a los responsables de la deuda. En moreiralandia publican la memoria de los contratos, pero nada se dice corrupción.

En el documento oficial, la justificación de la herencia tóxica, fue enumerada en diez antecedentes. Desde luego, la deuda se contrajo por el bien de los ciudadanos de Coahuila. ¡Un mundo de felicidad! El antecedente diez de la deuda no tiene desperdicio porque resume la visión artificial del gobernante: “los coahuilenses enfrentaron y superaron este reto”. Sólo les faltó que nos pidieran dar las gracias.

3 de febrero 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9171393