lunes, 18 de junio de 2012

Josefina y la vergüenza de Coahuila

En la recta final de la campaña, la competencia más cerrada es por el segundo lugar. Tras el debate del domingo, Josefina Vázquez Mota fue la que mejor desempeño tuvo. Se movió a sus anchas, puso en su lugar al candidato de La Maestra y tuvo críticas para todos, en especial para López Obrador. Pero la candidata panista no tenía opción, era el momento y lo aprovechó. En cambio Enrique Peña Nieto y Obrador, más cercanos a la presidencia, jugaron un papel conservador. No se movieron mucho, tampoco se atacaron. Saben que la disputa es en el calles, por eso no quemaron cartuchos en el debate.

Mientras veía el debate en compañía de buenos amigos, hubo varios momentos en que sentí vergüenza como coahuilese. Me refiero a las críticas que lanzó Josefina al priista, y para ello tomó como ejemplo negativo el caso de Coahuila. Aunque los priistas no lo reconocen en público, es bochornoso para ellos defender lo indefendible. Mejor insultan la inteligencia. A cambio prefieren hacer análisis mediocres y superficiales como los expuestos por la candidata del Distrito VI, Norma González Córdova. Al respecto recomiendo el puntual texto de mi compañero de páginas en Milenio (12/VI/2012), Eduardo Holguin, sobre las cifras de la “más peor” deuda.

En dos ocasiones Vázquez Mota mencionó a Coahuila y la megadeuda de Moreira I como ejemplo de corrupción. Incluso habló de lavado de dinero. Tristemente la imagen que ahora se proyecta de Coahuila es una imagen negativa por el fraude de la deuda. Aunque en la burbuja Moreira II habla del “Estado fuerte” y la “bases para seguir creciendo”, la realidad sobre el estado es otra: la impunidad y los miles de millones sin comprobar; las fortunas mal habidas y la complicidad entre funcionarios; los exfuncionarios prófugos y las cuentas sin saldar…

¡Qué vergüenza para Coahuila la herencia de los Moreira! ¡Qué vergüenza cada vez que se mencionan a nuestro estado como paradigma de la corrupción! Por estos días, hasta Herbert Bettinger, asesor económico de Manlio Fabio Beltrones, habla de los inconvenientes de la deuda.
Sin embargo, el discurso de Josefina sólo tienen sentido para su campaña si en los próximos días se anuncia la detención de ex gobernador Humberto Moreira y el tesorero solitario, Javier Villarreal. Fuera de ahí, las críticas de la panista son irrelevantes. ¿Será que el gobierno de Felipe Calderón ya prepara una sorpresa? No lo descarte, la campaña todavía no termina.

Regreso al segundo debate: ¿Hubo un ganador? Al igual que en el primero, sí hubo un ganador. Fue Peña Nieto. No por su desempeño, ni por su mensaje, sino por lo que no le hicieron sus oponentes. Otra vez, se fue sin despeinarse.


13 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150204

A la sombra del ejecutivo

El proceso presidencial opaca al resto de las elecciones federales. En un país con una inconfesada vocación monárquica, exacerbamos el valor individual del gobernante. Llámese el presidente, el líder, el caudillo, el cacique, el virrey o hasta el tlaotoani. Todos de alguna manera concentraron o concentran un valor desmedido, incluso por encima de las instituciones. Algo queda en nuestra cultura política porque todavía sobreestimamos el cambio a través de “un” liderazgo. No es Peña Nieto, ni Josefina, ni López Obrador (Quadri es una broma), sino el Congreso.

Por lo mismo, las elecciones de diputados y senadores no son menos importantes que la elección presidencial. A partir del 1997 el legislativo en México juega un papel fundamental en el rumbo del país. Más allá de la mala imagen que tienen nuestros legisladores, no podemos olvidar la influencia que juegan en el avance o retroceso. Desde Ernesto Zedillo a la fecha, el Congreso ha sido un contrapoder, que no siempre un contrapeso, del ejecutivo. Pero pensemos en un escenario donde el PRI gana la presidencia y también la mayoría en las Cámaras. ¿Regresaremos a los viejos tiempos? ¿Se comportará el legislativo como un poder estéril a la sombra del presidente?


Mientras tanto el 1 de julio habremos de elegir a nuestros legisladores. Nos guste o no, eso próximos diputados o senadores habrán de representarnos. Se ha discutido mucho sobre la representación de los legisladores, pero es indiscutible que emanan de la sociedad y en buena medida la reflejan.
Con menos atención y recursos, las campañas locales quedan a la sombra de las presidenciales. En Torreón se va a votar en los distritos V y VI. El primero se comparte con Viesca, Matamoros y Parras. El segundo sólo se ubica en Torreón. Hasta el corte del 24 de mayo, el Distrito VI tiene un listado nominal de 288 mil electores. 28% lo conforman jóvenes entre 18 y 29 años; 81 mil para ser precisos. De los cuales, unos 5 mil podrían votar por primera vez. ¿Cuánto impactará YoSoy132 en nuestra ciudad? Potencial y entusiasmo hay, participación quién sabe.


En el distrito se espera una votación del 65% o quizá un poco más. Este distrito es significativo porque a diferencia de otras ciudades del estado, Torreón es desde finales de los noventa (del siglo pasado), una ciudad alternativa políticamente. No hay permanencia ni monopolio, sino alternancia. A veces gobierno el PAN otras el PRI, y viceversa. Después de la mala fama que el PRI de Coahuila se carga, aunado al malestar con la administración municipal, ¿hacia dónde apunta el voto para elegir diputado federal? Norma González Córdova ya lo padece.


En consecuencia es factible que Marcelo Torres gane la diputación en ese distrito. De hacerlo no sólo ganará un lugar en el Congreso, sino sobre todo, habrá forjado su pase a la alcaldía de Torreón. El tiempo lo dirá.



15 de junio 2012
Milenio  http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150426

domingo, 17 de junio de 2012

Colosio, el asesinato



Bajo la premisa, una ficción basada en hechos reales, se estrenó con bastante éxito la película Colosio, el asesinato (2012), un film dirigido por Carlos Bolado. Si bien, la historia se centra en el terrible asesinato de Luis Donaldo Colosio, como película, independientemente del personaje histórico, tenemos un auténtico thriller que no le pide nada a los mejores de la industria hollywoodense. 


Desde la trilogía de Stieg Larsson, por supuesto en la representación sueca de Niels Arden Oplev (la gringa no es más que una degradación), hace tiempo que no disfrutaba tanto un drama donde la política, el crimen organizado y la violencia se unen de manera simbiótica.

Los años noventa en México así fueron, ¿así son todavía? Cursaba la secundaria, pero la sacudida de aquellos años no fue menor para alguien que comienza a interesarse por la vida pública. Fueron años turbulentos. Durante el salinato nos soñamos en el primer mundo, para luego despertar con la rebelión zapatista en Chiapas. Mi música de fondo no era La Culebra, sino el emblemático Nevermind. Luego sucedieron los asesinatos del cardenal Posadas Ocampo y José Francisco Ruiz Massieu. Por esos años, el deterioro no tuvo límites. Y no podía faltar la crisis económica provocada por un gobierno profundamente corrupto. Fue el colofón de Salinas, hoy empeñado en limpiar su memoria.

La historia que nos cuenta Bolado no pierde el hilo ni la intensidad desde la primeras escenas. Siempre tiene al espectador con la angustia y el drama de la violencia política. La representación de los personajes es impecable, tanto que no dejamos de sorprendernos con la fidelidad de Colosio, Diana Laura, el Fiscal, Don Fernando o el “Doctor” por mencionar algunos.

No menos inquietante que éste último, el siniestro consejero del presidente, interpretado espléndidamente por Daniel Giménez Cacho, es la aparición de un personaje apodado “El Seco”. Frío, discreto y eficiente, encarna la otra cara del poder: la violencia. Como sicario del Estado Mexicano cumple las órdenes de “limpiar” los testigos con precisión mecánica. A penas si debo repetirlo: 


ficción basada en la realidad o ¿realidad basada en la ficción? Una y otra se confunden para dar certeza a la explicación detrás del asesinato del candidato priista.

Desde la libertad que propone el cine, la película de Bolado nos confronta con el pasado reciente y al mismo tiempo ofrece una mirada a las generaciones jóvenes. Con todos sus asegunes, hoy vivimos en un México democrático que sin embargo, no termina de deshacerse de su pasado autoritario. Al fin las instituciones fueron forjadas desde ese ambiente. La película sobre Colosio nos recuerda oportunamente que en ellas estamos parados. Es preferible una memoria que nos cuestiona, a un olvido confortable.


17 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9150602

lunes, 11 de junio de 2012

AMLO, la víctima

A falta de reinvención, Andrés Manuel López Obrador repite los mismos errores del 2006. Descalifica las encuestas y cuando le conviene las presume. Critica a sus oponentes, pero cuando lo critican se dice víctima de la mafia. Denuncia la corrupción de otros partidos, pero prefiere no hablar de la propia. A unas semanas de las elecciones y con varios spots en su contra por parte del PRI y el PAN, advierte que ya se prepara ¡un fraude!

“Ya los conozco bien, cuando vean que tampoco les funcionó la guerra sucia, ¿a qué se van a ir? Al fraude”

Cuando el cuento de la República amorosa ya no dio más, ahora prefiere repetir las escenas del 2006. Es un recurso conocido en el perredista que durante estos años ejerció la “presidencia legítima”. ¡André Breton tenía razón!

A la larga no se probó el fraude y sí se reconoció un triunfo cerradísimo del PAN. Nos puede gustar o no, pero la democracia se gana con votos. Así, el PRD fue incapaz de cubrir con sus representantes la totalidad de las casillas en el país. Ahora, a unas semanas de la elección, la coalición de partidos de izquierda enfrenta el mismo problema. ¿Y qué le hacen a tanto dinero? Pero claro, es más fácil echar la culpa a los otros, que reconocer la propia ineficiencia.

Siempre caigo en los mismos errores… dice el sabio de Guanajuato. Esa parte de la película ya la conocemos porque López Obrador fue un mal perdedor. Me temo que el tabasqueño no es capaz de ofrecer otra imagen. Prefiere la compasión para asumir el papel de víctima. No tanto por padecerlo, sino por la simulación que implica el acto. No obstante, después del 2006 es difícil creerle. Hoy, en vez de reinventarse, prefiere repetirse. De continuar con ese discurso, es improbable que convenza a los indecisos o a más votantes independientes. La ausencia de crítica es tan perjudicial como la constante alabanza.

Al igual que no considero que el regreso del PRI sea un regreso al autoritarismo, tampoco pienso que AMLO sea un peligro para México. Sin embargo, el perredista tiene que dar un viraje a sus antiguos temas y convencer a más electores. El tiempo se agota y lo que menos podemos esperar es un desplante como lo hizo hace seis años.

Aun así, me quedo con lo que escribió hace unos días Juan Villoro sobre el candidato de las izquierdas: “Entre ser estadista o militante, ha preferido lo segundo. Cuando quiso moderarse, propuso la inverosímil república del amor.

Con todo, es más fácil perdonar estos defectos que los de los demás candidatos”. La suerte está echada.


8 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9149756

Recomendaciones para un debate



En nuestro país estamos más acostumbrados al aplauso que a la discusión. Desde esa práctica, se expresan lugares comunes cuando sucede algún debate: “abundaron las descalificaciones”. Pero si un punto define parte de la democracia, es sin duda, la deliberación. Es decir, la discusión en torno a las decisiones públicas. El debate es la esencia de parlamentos y congresos, cabildos y consejos. 

No hay democracia sin discusión, sin deliberación.   

Poco habituados a las discusiones públicas, los debates en México generan gran expectativa por su joven tradición, tanto como la propia democracia en nuestro país. A ese ritmo, tenemos muchas elecciones pero pocos debates. Muchos votos, pero pocos ciudadanos reclamando el producto del sufragio. Para nuestros políticos dos debates parecen muchos, pero en las democracias maduras hay docenas de ellos antes de conseguir una candidatura.
Como sea, habrá que aprovechar la ocasión del debate presidencial para cultivar una de las virtudes de la democracia

Vayamos por partes. 

  • Ante todo hay que mantener la calma y tener en claro los puntos que se quiere exponer. Sin esos dos ingredientes, el candidato empieza perdiendo. Las palabras convencen, pero si el candidato no está tranquilo, el cuerpo te traiciona. Pesa más el lenguaje corporal, que el verbal.


  • Más que hablar, hay que escuchar. La lengua puede ser el peor enemigo de uno. Fox es un genio en ese arte. Un mal consejo para cualquier debate es enojarse. Nunca falta quien pierde los estribos. Hace unos días y sin pudor por estar frente a las cámaras, un diputado griego (por si fuera poco, “neonazi”), no toleró la discusión y agredió a dos diputadas. Primero arrojó agua a una de ellas y luego se fue golpes contra otra. El hombrecito huyó de la televisora donde sucedió el debate.


  • Para nuestro caso los golpes son verbales. No lo olvide. Por eso, conocer las debilidades propias resulta tan útil, como saber las del adversario. Se puede agredir al oponente, pero si el ataque no es convincente, éste será irrelevante o incluso se volverá contra uno. Winston Churchill nos recomienda: “no responda ofensas, reviértalas”. Más que el guión del candidato, cuenta su capacidad de reacción e improvisación. 


  • Un debate es la oportunidad para conocer al candidato de frente, su alcance y el nivel de su discurso. Por lo mismo, la apariencia cuenta tanto como la propuesta o el argumento. En ese punto, puede ser que la propuesta de un candidato sea buena, pero mal expresada, el argumento queda condenado a la irrelevancia. 
  • Por eso, más que pronunciar largas frases (no vaya ser que se le acabe el tiempo), prepare frases breves y claras que sinteticen su idea. Demasiada complejidad mata el encanto o la efectividad del mensaje.   


  • Aunque el debate llama al diálogo y la discusión, al final, el candidato no puede perder de vista que le habla a los ciudadanos y sus potenciales votantes. Así que no desaproveche la oportunidad de dirigir su oferta política.


Los debates cuentan, influyen y forman opinión, pero no siempre definen elecciones cómo aquella histórica entre Kennedy y Nixon. En países como el nuestro todavía pesa más la capacidad del partido en las calles. Salvo que fuera desastroso el debate, entonces el impacto pudiera traducirse en votos. Veremos qué sucede este domingo.  

11 de junio 2012

miércoles, 6 de junio de 2012

Concertar la elección

Llegamos a la recta final de las campañas. El voto se divide en tres y sólo dos compiten: Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Después de varios meses la campaña de Josefina Vázquez Mota no entusiasmó ni tampoco prendió. Sólo su “encuestador propagandista” en Los Pinos la ubica muy cerca de Peña. Con esos números, con esa cara realidad vendida a la candidata, su destino está en el tercer lugar. Calderón, a quien ya nadie escucha ni interesa, tampoco parece ayudarle mucho. No hay un interés amplio de electorado por renovar el panismo en la presidencia. La violencia y las muertes por doquier son ahora su legado.

En el transcurso de la campaña, la estrategia panista se basa en el pasado y la crítica a Peña Nieto. Sus mensajes insisten en que el regreso del PRI es el regreso al autoritarismo. No lo creo, porque el Antiguo régimen está presente independientemente del PRI. Sin duda hay avances democráticos, pluralidad e instituciones autónomas, pero esencialmente no se cambiaron las reglas del juego que rigen la vida pública del país. Esas viejas reglas que fueron forjadas desde el autoritarismo. Hoy permanecen casi intactas en nuestras instituciones. El dinosaurio está ahí. Es más que un partido o un candidato. Basta ver al PAN en el poder. Por eso la protesta de los jóvenes no podía suceder en un mejor momento. Ahí el contraste entre el vetusto sistema y la exigencia de modernidad. Veamos el ejemplo más reciente. Ante la petición de un tercer debate, el IFE mejor se lava las manos con el marco legal y nos dice que eso ¡sólo los decidirán los representantes de partido! ¿Qué tanto aguantarán la presión de los jóvenes?

Dividido en tres, el escenario actual favorece a Peña Nieto, aunque ya el perredista avanza en las encuestas. La contienda se cierra y el priista empieza a bajar. Hay preocupación en su equipo. En las condiciones actuales ¿de qué sirve la candidatura de Josefina? ¿Para qué ir por un tercer lugar? Si bien, su candidatura no dio el ancho como tal, ella todavía puede jugar un papel mayor. No desde el tercer lugar que ya asegura en la contienda, sino a través de la declinación de su candidatura. Por supuesto que lo ha negado, pero a veces en política hay que retroceder para ganar.

Josefina no destacó como secretaria de Estado, su papel fue un tanto irrelevante. De cara a la elección el primero de julio, la candidata panista podría asumir un papel significativo para la democracia mexicana. Podría romper con el yugo y abandono del presidente. Al declinar por López Obrador se distinguiría más allá del momento político electoral, y desde luego su influencia serviría al próximo gobierno. Así, ella haría una aportación útil para superar el mero desperdicio de un tercer lugar.

Al concertar su legado ocupará un lugar en la historia. Sin posibilidades, los panistas son responsables por no desarticular la reglas del pasado que ahora critican. Ante la inminente derrota, si el PAN quisiera contribuir a la democracia entonces tendría que pensar seriamente desde su posición en declinar a favor del perredista. El voto dividido en tres sólo apunta la victoria de Peña.


3 de junio 
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9149304

Hay, lo que sea su voluntad...

Protestar es una profesión que requiere tiempo, dinero y pulmón. Las causas son muchas y cuando no las hay se inventan. Porque lo de menos es ahorcar el tránsito, impedir que otros pasen. Lo que vale es protestar. No hay más. Además, si alguien osara cuestionar el derecho a la protesta, falta con restregar la Constitución: ese libro sagrado de nuestra historia.

La protesta es un medio que si no existiera, habría que inventarlo. 



Y si no, hay que ver los logros educativos que consiguen los maestros. Como reloj, cada año aprietan la tuerca. Para los maestros las protestas son un peregrinar que tienen como basílica a la ciudad de México. El mecanismo es sencillo. Los maestros sacrifican las clases de sus alumnos por un logro más noble: el Sindicato. La educación es lo de menos. Lo que importa es la protesta, la toma de las calles, los gritos y la presión a las autoridades. Aquí no queremos evaluación. 


En el arte de la protesta, hay tradiciones notables: Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán. Su preocupación no es ocupar los peores lugares en las evaluaciones porque la educación es el medio y no el fin. El fin es el sindicato. En tiempos de alternancia y poder desmedido de los gobernadores, un Gabino Cué o un Fausto Vallejo son poca cosa frente al poder de los maestros.

Muchos maestros de este país no serán buenos educadores, pero sí son expertos en marchas. El sindicato de la educación, no importa cuál, es un proveedor inagotable de protestas. Hay puntualidad, organización y sobre todo, conquistas sindicales. ¡Hasta un partido político tienen!


Ser maestro es una conquista, un patrimonio heredable para la protesta. Desde su formación se educan para las calles, y las marchas son el indicador para el avance. No se preocupan por Enlace y la Evaluación Universal, lo más importante es la autoevaluación. Ahí, cada maestro da lo que sea su voluntad. Si esto no fuera suficiente, la autoevaluación propuesta por el CENTE se basará en una asamblea. ¡Mejor no podía ser!


Por eso, bajo la métrica del manifestódromo, de nada sirve que el presidente les diga: “Ya estuvo bueno de eso”. A estas alturas su declaración sólo la registran los periódicos. El tiempo para exigir que se cumpla la ley se le agotó. En el ocaso del poder hasta La Maestra lo apoya. Mientras tanto, nuestra principal institución educativa prepara a nuestros maestros como profesionales de la protesta. Tal vez pronto nos den un merecido reconocimiento.



6 de junio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9149589