miércoles, 30 de marzo de 2011

Aritmética política



Después de la consulta en el Estado de México quedó en claro la aprobación de las Alianzas entre el PAN y PRD. Pero el problema no está en la aprobación, sino en la falta de acuerdos para competir en coalición contra el PRI. Gabinete de Comunicación Estratégica presentó su más reciente encuesta (28 de marzo). Resumo algunos puntos. 
Escenario 1: Sin alianza gana el PRI sin problemas y la votación entre PAN y PRD se divide. Escenario 2: Con Alianza la encuesta muestra un empate técnico. Escenario 3: Por candidatos Eruviel Ávila aventaja por 7 puntos a Encinas con todo y Alianza. Escenario 4: Una Alianza con Bravo Mena duplicaría la distancia a favor de Eruviel.   
Veremos y diremos si cero y van tres para las Alianzas, aunque los recientes acotencimientos apuntan el fracaso de las mismas.  

La república del spot

 
Más que votos, las campañas en México se ganan a spots. A simple vista esto parece cierto, sobre todo, después de la reforma electoral en 2007, cuando los partidos decidieron centralizar la propaganda mediática a través del IFE, con excepción del contenido en Internet. Sin embargo, la experiencia final ha resultado complicada, contradictoria y cara. Complicada porque al centralizar los anuncios de una campaña ha condenado a los medios a los tiempos del IFE y nada más. Contradictoria porque no necesariamente quien más gasta en medios, obtiene más votos. 
Sin restricción en 2006 Madrazo gastó más que Calderón y López Obrador, aún así quedó en tercer lugar. Esto nos advierte que el modelo actual de saturación mediática termina por ser ignorado. Al final las campañas son tan caras como antes de la reforma.  Por entonces, los partidos argumentaron un supuesto “ahorro” al asignar tiempos del estado para la propaganda, pero el “ahorro” terminó por engordar los presupuestos de los partidos.
Nuevamente las restricciones de aquella reforma nos recuerdan a los ciudadanos la exclusividad de la política a través de los partidos. En buena medida ostentan el monopolio de la política. Por eso, cuando la Suprema Corte de la Nación desechó el amparo interpuesto por un grupo de intelectuales, dejó en claro el monopolio de los partidos para emitir spots a través del IFE.
Si analizamos otros temas, vemos cómo los partidos gozan de una enorme ventaja frente a los ciudadanos. Porque no se trata de la exclusividad para contratar spots, que dicho sea de paso, pocos ciudadanos tienen los recursos para hacerlos, sino del cerco que los partidos han impuesto para acceder a la política de manera independiente. Cambiar esto implica una profunda reforma política, que hasta el momento, es sólo una iniciativa incompleta en el Senado.
30 de marzo de 2011 

domingo, 27 de marzo de 2011

La consulta, Peña y el caballo de hacienda



Declaraciones van y vienen. Algunas con razón, otras simplemente para atender a los medios. Pero en todo ese cúmulo de palabras, encontramos el carácter de los hombres públicos.  Unos utilizan las palabras para esquivar las responsabilidades, otros por más que se empeñan, carecen de credibilidad, y claro, también hay a quienes les concedemos un auténtico crédito.
Aunque las palabras se adornen, el sentido de las expresiones puede ser revelador. Con facilidad nuestros actores públicos, llámese gobernantes, líderes de partido o candidatos conceden autoridad a la palabra misma como si se tratase de una sentencia, una categoría o un punto de pureza. Resumo algunos enunciados mágicos: “los otros son los que están mal”; “no saben gobernar”; “si yo no lo digo, no está bien”.
De la misma manera, ese cliché de autoridad puede firmar una alianza hoy, para luego  denostar la del vecino. Una variante de este pensamiento también lo encontramos en la descalificación de los movimientos que no son abanderaros por el líder. El mejor ejemplo es el empecinamiento del político tabasqueño que pudo ser presidente.
Bajo esas circunstancias la elección del Estado de México es la frontera de Enrique Peña Nieto. Por eso tanta disputa entre aliancistas y antialiancistas, entre puros e impuros. Dejemos de lado las fáciles distinciones, y los discursos de “autoridad”, ¿tiene posibilidad una Alianza PAN-PRD de ganarle al PRI? En las últimas dos elecciones de gobernador en el Estado de México (1999, 2005), el PAN y PRD por separado sumaron más votos que el PRI, sin embargo, la diferencia estuvo a favor del PRI en la medida en que los partidos no concretaron coaliciones. Cero y van dos.
Todo parece indicar, salvo que la consulta de este domingo diga lo contrario, que la Alianza sí empareja la competencia entre partidos. No obstante que los recientes estudios de opinión apuntan una ventaja de 2 a 1, nada asegura que esa tendencia se pueda sostener de aquí al 3 de julio.
Por lo pronto, la definición del candidato del PRI en la persona de Eruviel Ávila, le dará otro rumbo al proceso. Igualmente la consulta abierta agrega otros ingredientes para conseguir el volátil voto. Cruzar esa frontera no será sencillo para Peña. El resultado podría cambiar dramáticamente las percepciones de triunfo en “caballo de hacienda”. 
27 de marzo 2011

Cubrir la violencia


La percepción pesa más que la realidad. El efecto es duro, paradójico, pero la visión de algo, puede ser más poderosa a la realidad misma. Regis Debray nos dice que no importan tanto la verdad, sino lo que se tiene por verdadero. Bajo esos términos se gana o se pierde, aunque la percepción no coincida con la realidad.

En esos términos, hace tiempo que el presidente Felipe Calderón perdió la guerra de las percepciones, y por lo tanto, perdió la aprobación de la opinión pública. A la par de estos, los diversos actores gubernamentales (gobernadores, diputados, presidentes municipales y corporaciones policiacas locales), se esforzaron por echarse la culpa unos a otros, o en el peor de los casos, le pasaron perversamente la factura al gobierno federal. No obstante, de que muchos de los delitos que se dispararon exponencialmente, tienen que ver con fuero común. 

Pero si el enemigo común, es decir, combatir efectivamente la delincuencia en sus distintas manifestaciones, no logró unir, sino dispersar a los responsables directos de guardar la seguridad, en la sociedad empiezan a manifestarse voces, y sobre todo, a unirse en causas comunes. Por ejemplo, la Ley federal contra el secuestro fue impulsada más por ciudadanos afectados, que por políticos profesionales.

Por eso me resulta sumamente positivo el gran acuerdo anunciado ayer desde Iniciativa México, a fin de generar criterios editoriales que permitan abordar de una manera más adecuada la cobertura informativa de la violencia. Si bien, no creo que debamos polarizar y mucho menos condenar, que algunos medios como Reforma, Proceso, La Jornada o el Diario de Juárez no se subscribieran, sí hay que resaltar intención general que busca el Acuerdo, máxime, en tiempos que la autoridades compiten por rehuir responsabilidades. 

En mala medida, en los últimos años la dinámica de la violencia y el crimen han trastocado la vida de ciudades enteras, como también lo ha hecho con los medios de comunicación. Las agresiones, el uso de la violencia para propagar el terror, han motivado límites a la información y el ejercicio periodístico. El “Acuerdo para la Cobertura de la Violencia” enuncia así uno de estos peligros: “Tratándose de estas noticias, los periodistas y sus casas editoriales debemos estar conscientes de que los hechos pueden tener como fin primordial convertirnos en instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado”. 

Por eso, el Acuerdo considera que “uno de los retos centrales que tenemos los medios en este tipo de coberturas es cómo consignar hechos con valor periodístico y a la vez limitar los efectos estrictamente propagandísticos de los mismos. Este no es un reto exclusivo de nuestro país; todos los países en los que hay grupos que usan tácticas terroristas lo enfrentan y en muchos de ellos han definido principios y criterios editoriales”. 

De manera general el Acuerdo enunció los objetivos principales: Establecer mecanismos que impidan que los medios se conviertan en instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado; establecer mecanismos para la protección de periodistas; definir criterios para la protección de la identidad de las víctimas; sumar al Acuerdo al mayor número de medios; promover el respeto a la legalidad, el combate a la impunidad y la participación ciudadana. 

El Acuerdo es un buen punto de partida para tratar de homologar criterios editoriales y maneras de informar. Al mismo tiempo busca respetar a las libertades de expresión y de prensa. No es una tarea sencilla, en cambio sí es alentador sumar para ese gran acuerdo en tiempos que la nota roja se aferró a la primera plana.

25 de marzo, 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/8932509 

miércoles, 23 de marzo de 2011

Campañas sucias


Inevitable, en cada campaña política hay suciedad. Sea en las democracias más consolidadas o en las más incipientes. El fenómeno de la “guerra sucia” no es exclusivo de un estado o un país, porque más bien está en la naturaleza de la política, sobre todo, en contextos democráticos. En una dictadura la oposición es encerrada o simplemente se liquida: de Gadaffi a Castro los ejemplos se multiplican.
En las democracias es común, aunque para algunos parezca deseable, ver confrontaciones, acusaciones o disputas. También, y esto no lo perdamos de vista, hay consensos.  En su competencia por el poder, los actores hacen cualquier cantidad de acusaciones, muchas veces infundadas, por aquello de, “difame algo quedará”. Otras, los electores terminan comprobando los señalamientos previos.   
Por eso, cada vez que se realiza una campaña no está de más recordar  el origen de la palabra y su referencia militar al campo. De manera simbólica los militantes de un partido se diputan el poder con otros. Insisto, compiten por el poder los partidos, su candidatos y los grupos que los apoyan. Pero la política no es caridad ni tampoco una congregación religiosa. Con razón Max Weber la calificó como un pacto con el diablo.
Durante la elección presidencial de 2006, los partidos, sobre todo el PRD, impulsaron una absurda prohibición en el Cofipe con la finalidad de limitar las campañas sucias. A la fecha no hay campaña federal que no implique poco o mucho lodo. En el fondo, hay en los partidos una actitud paternalista: yo te digo que puedes ver y lo que no.
Detrás del argumento de la limpieza en las campañas, se esconde un celo autoritario que supone a los ciudadanos menores de edad. Aunque al final lo nieguen, son los mismos partidos quienes impulsan esas campañas.  Nadie más interesado en una campaña, que un candidato para buscar o aprovechar la ocasión de hacer perder a su oponente. En su afán por conseguir la candidatura  presidencial, Roberto Madrazo, exhibió la explicable riqueza de su opositor Arturo Montiel, de esa manera logró descarrilar su candidatura rumbo a los Pinos. 
En Coahuila estamos en un proceso electoral que no está exento de propaganda negra. Al menos desde el año pasado se ha intensificado entre el PRI y el PAN, ya sea en medios electrónicos, pintas o volantes. Claro está que ninguno lo va reconocer. Por eso,  las campañas sucias no son exclusividad de los opositores del PRI, como hace unos días sugirió el ex gobernador de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez. Se dan en varios niveles y entre partidos. Si hoy el PRI apunta al PAN, mañana el PAN lo hará con el PRI. Lo mismo sucede en la entidades con gobierno perredistas.  
Al final, son los electores quienes deciden tomar o desechar lo que se dice de los candidatos. Porque al final, donde no hay campañas sucias es en las dictaduras, ahí la normalidad es el encierro, la represión.

El Santos y el amor de las mujeres

Dolmo Flores, fuente El Siglo
Durante años me apasionó el fútbol. En buena medida mi abuelo me inició en aquellas pasiones a tal grado de integrarme a un equipo. Como aficionado de hueso colorado, mi abuelo Arturo Cuadros Vidal nos reunía los domingos al culto de esa bien extendida religión. Era la peregrinación quincenal al templo de los guerreros, en el ahora derruido estadio Corona. Para el Santos fueron las épocas de un equipo maletón, colero e irrelevante en la liga nacional, pero al mismo tiempo, o al menos así me parecía, era un equipo que aunque perdiera ofrecía algo de espectáculo, pasión y garra. 

Guardo así mis mejores recuerdos del Santos con técnicos como Rubén Matturaro o Roberto Matosas, acaso por la consciencia cegada de convivir con un deporte. Me acuerdo también de esas leyendas hondureñas, Dolmo y Juan Flores, la dupla que tanta satisfacción nos dio a los aficionados. O de aquél porterazo gringo Richard Alan Adams… Luego vendrían las glorias del subcampeonato y campeonato contra Tecos y Necaxa. 

Como todo, las cosas y los gustos cambian, entonces tomamos otros rumbos. Hoy el fútbol no me interesa y me entero que hay juego por el tráfico en la ciudad. Pasé de la creencia fervorosa al ateísmo futbolístico.

Fuente: Mitofsky

En cambio sí me interesa la marca que genera el equipo a la ciudad de Torreón, a La Laguna. Si antes la región era famosa por su algodón, ahora nos conocen por el Santos. Desde luego que estoy generalizando, pero de unos años para acá la prestigiosa casa encuestadora Consulta Mitofsky, ha venido realizando un puntual registro de las aficiones y su peso en la opinión nacional. En este sentido, el equipo Santos se mantiene en la lista de los cinco equipos más populares del país. En primer lugar los históricos: Guadalajara con 24% de las preferencias nacionales; América 23%; Cruz Azul 10%; Pumas 7.8% y Santos 5.9%. 

Fuente: Motofsky

En ese orden hay un dato que resulta significativo por el género que lo impulsa. Me refiero a que en los últimos dos años el Santos aumentó su posicionamiento nacional gracias al crecimiento de las aficionadas. Si en 2010 4.5% de las mujeres en México declaraban su amor al Santos. En 2011 ese porcentaje creció a 7.2%

En el fondo, cuando hablamos de estas cosas es innegable la relación entre el Santos y la “marca Torreón”. El potencial que representa la marca con sus productos ancla está todavía por explotarse como parte de una sólida estrategia. No basta con admirar Medellín o Bilbao. Por eso la labor de los gobiernos en conjunto con las empresas sería clave para el reposicionamiento de la región a nivel nacional. Hemos perdido presencia e importancia en los indicadores nacionales, y por si fuera poco, el mal de la inseguridad agrava nuestra condición. Más allá del fútbol, La Laguna parece aletargada y la marca por los suelos. Es hora de recuperar el amor por la ciudad. 

20 de marzo del 2011

sábado, 19 de marzo de 2011

Sí, pero no



Propuestas no han faltado y en aire nuevamente vuelve el tema de las mentadas reformas. Por aquí y por allá escuchamos que si la reforma laboral, que si la reforma del trabajo, que si la reforma energética, pero en el fondo poco se ha avanzado desde el Congreso. Abundan los diagnósticos, la detección de problemáticas, los señalamientos; pero no así la solución de las problemáticas dentro de un margen posible.
Ahora que el influyente senador Manlio Fabio Beltrones retomó con fuerza el tema de la reforma hacendaria, se ve la posibilidad de que el punto pudiera avanzar en el Senado. El tema no es un asunto menor, y aunque muchos ciudadanos no les interese, o vivan como si estuvieran en otro país, el hecho es que las decisiones que ahí se tomen podría afectar sus obligaciones fiscales.
Iniciativas de reformas hacendaria llevan años discutiéndose. Me temo que en este asunto, sucederá como con la reforma petrolera. Durante el gobierno de Zedillo el PRI llevó una propuesta razonable al Congreso y fue bloqueada por el PAN. Luego, cuando el PAN llegó al gobierno propuso algo similar y entonces, el PRI la bloqueó. Hasta ahí el cuento de nunca acabar.
Dato curioso, hasta el presidente Felipe Calderón le dio la bienvenida a la iniciativa de Beltrones, pero el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, se encargó de completar la bienvenida. Para Cordero es absurdo que una iniciativa de esa naturaleza pueda recaudar más. Y es entendible que el señor de los dineros no quiera ni pueda bajar el alto gasto corriente que tiene el gobierno federal. Eso es una tarea muy complicada y casi nadie está dispuesto a pagar el costo de dicha cirugía; salvo los contribuyentes.
Por eso, la respuesta de Hacienda fue sí, pero no. En su postura oficial, la Secretaría “celebra que el planteamiento de la iniciativa coincida con lo que expertos, analistas y autoridades hemos reconocido en diversos foros: el fortalecimiento de nuestras finanzas públicas, la disminución de nuestra dependencia del petróleo, la ampliación las bases tributarias, la eliminación de privilegios y el incremento en el universo de contribuyentes para impulsar el desarrollo nacional”.
Sin embargo, la considera regresiva y de aplicarse, calcula que el gobierno, junto con estados y municipios estarían perdiendo recursos por un monto de 220 mil millones de pesos.
De esa manera, Hacienda concluye en su respuesta Beltrones: “Aunque se comparten los objetivos fijados por la iniciativa, una condición fundamental de cualquier propuesta fiscal debe ser la responsabilidad al fortalecer los ingresos, racionalizar el gasto y el mejor aprovechamiento de las facultades de los tres órdenes de gobierno”.
En otras palabras la reforma ya naufragó hasta en tanto no se renueve el poder en los Pinos. Pero independientemente de que esto suceda, hay quienes están, como afirma Verónica Baz,  creciendo a pesar de México. 
18 de marxo 2011