Más fácil es resaltar lo negativo de una ciudad como Torreón, sobre todo por los últimos cinco años que han sido demenciales. Mala prensa nos sobra, y qué decir de lo que encontrarán en las hemerotecas los historiadores en el futuro. Y aunque parece que la ciudad al fin encuentra un poco de calma, todavía ronda en las calles la inminencia de la violencia. Sin duda estamos en durísimo tránsito a un futuro mejor. Sin embargo, más allá de la nostalgia sobre el pasado idílico y glorioso de la región (no sólo de la ciudad), está nuestro presente. En los últimos años poco a poco han emergidos grupos que representan lo mejor de la sociedad lagunera: esperanza, dignidad, orgullo, ganas de recuperar la ciudad. Ruedas del Desierto y Moreleando son dos ejemplos palpables, alentadores. No son los únicos, pero sí bien visibles y transparentes. No es casualidad que grupos ciudadanos con ese espíritu afloren en tan difíciles circunstancias. No verlo, es no entender a la ciudad, ni sus cambios.
De las ciudades laguneras, Torreón es la ciudad más alternativa. Las más dada al cambio. Tan sólo en política, lo cual ya es mucho decir por la desconfianza hacia la autoridad y los políticos, los ciudadanos de Torreón están más cerca de la alternancia que de la permanencia. Desde hace tiempo que esta ciudad no es priista ni panista. Eso sí, según el humor, la preferencia de los ciudadanos y los resultados del gobierno local, a veces está el PRI, otras el PAN. Pero lo relevante es el cambio por el apremio o castigo. En 1996, Jorge Zermeño del PAN abrió la brecha de la inédita la alternancia. Luego sucedió Salomón Juan Marcos por el PRI. Le siguió Guillermo Anaya del PAN y continuó José Ángel Pérez por ese mismo partido. Para 2009 regresó el PRI con Eduardo Olmos a la cabeza. En menos de un mes sabremos del nuevo rumbo.
Como en cada elección, los partidos políticos hablan de estructura, voto duro y movimiento territorial. Pero si un sello se desprende desde de la década de los 90 a la fecha, es que Torreón en una ciudad alternativa por sus ciudadanos. Por supuesto no todos, pero sí los suficientes para oxigenar la política. Esos ciudadanos alternativos son los han subido han subido al PRI y también lo han bajado. Son los que le abrieron la puerta al PAN y también lo echaron. Son los electores más interesantes por críticos, por infieles. Saben que pueden ratificar al partido en el poder o sencillamente quitarlos con su voto. Desde luego, hay quienes desprecian la democracia, las elecciones, el voto. Pero no reconocer en la alternancia un valor, es comprender muy poco de las sociedades modernas. Esa pequeña virtud pública está bien arraigada en Torreón, pero ausente en otras ciudades laguneras, como Gómez Palacio (¿nos deparará pronto alguna sorpresa?). Lerdo y San Pedro de las Colonias son alternativas excéntricas. La primera entre el PRI y el PAN; la segunda entre el PRI y el PRD. En estas circunstancias, la elección de Torreón me gusta por competida.
9 de junio 2013
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