miércoles, 1 de agosto de 2012

Más allá de las calles

Una vez más los jóvenes del 132 en las calles. El domingo volvieron a las calles a una nueva marcha con presencia nacional. Ahí están las críticas y las inconformidades, las consignas y las pancartas contra el presidente electo, Enrique Peña Nieto. Pero el tiempo de la elección ya pasó, y nos guste o no el primero de diciembre asumirá el cargo el nuevo presidente. Más de tres millones de votos avalan su victoria. No obstante, en un sector inconforme se maneja el supuesto del fraude y se asume como dogma de fe ante la pérdida del candidato deseado. 


Por ejemplo, no se dice lo mismo de la victoria del PRD en las gubernaturas de Morelos o Tabasco. Mucho menos en la capital, donde la diferencia fue abismal. Las marchas continúan y aquél pequeño movimiento que nació en la Universidad Iberoamericana, ya es otro que aglutina intereses variopintos. Ahí están el liquidado Sindicato de Luz y Fuerza (SME); el inadmisible sindicato de maestros de la Coordinadora (CENTE) o incluso, un sector partidista como Morena, identificado con el PRD.

Si durante las elecciones los jóvenes del 132 aportaron uno de los mejores momentos de la historia reciente en México, hoy parecen desdibujados ante las marchas y las consignas. Pero tomar las calles no es todo, ni tampoco criticar y criticar, y gritar que todos son unos corruptos. Como todo movimiento social, es difícil saber dónde acabará. Después de la Convención de Atenco, decidieron otra vez tomar las calles, denunciar la imposición y cercar Televisa. ¿Es todo?

Mucha de la vitalidad del movimiento 132 podría diluirse en las calles si no encuentran pronto otras vías más efectivas para incidir en la vida pública. En los últimos años, asociaciones y organizaciones civiles, fundaciones y grupos ciudadanos, han logrado incidir en el rumbo del país de manera más activa.

132 tiene vitalidad y convocatoria para vigilar e incidir en el rumbo del nuevo gobierno. No obstante, la manera más rápida de inutilizar esa fuerza, es quedarse en la crítica, en la alharaca. Porque hasta eso tiene un límite funcional si no quiere llegarse a la esterilidad del grito. Por eso me gusta pensar en un ejército de vigilantes que solicitan información y empujan la transparencia. Cientos o miles de jóvenes exigiendo rendición de cuentas en áreas muy específicas del nuevo gobierno. Pero claro, eso depende de lo que decidan y hagan. Por lo pronto, sólo hay marchas y pancartas.

Del otro lado, el nuevo gobierno tendrá que demostrar su vocación democrática ante grupos que están en su contra. No será el primero ni el último que se exprese contra Peño Nieto o exponga su inconformidad. El próximo gobierno puede asimilar las críticas y abrir espacios, no sólo para el diálogo, sino para las decisiones públicas. Otro camino, el más conocido y socorrido, será ignorarlos a la manera de “ni los veo ni los oigo”, aunque a la larga se socave la legitimidad que no garantiza el mejor marketing político ni haber ganado por tres millones de votos.


25 de julio 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154090

Historia de un puente

Sin precedentes, la infraestructura vial en Torreón ha crecido notablemente en la última década. Puentes, desniveles, pares viales y nuevos bulevares ya distinguen las calles. Hasta un segundo periférico se construye. Cientos de millones de pesos han invertido los gobiernos para el crecimiento vial de la ciudad. ¡Imposible no ver las obras! Vamos, en ese boom, hasta nos permitimos construir, destruir y luego volver a construir una monumental vialidad en el bulevar Torreón-Matamoros. Esas inversiones han transformado el paisaje urbano. Dadas así, las obras gubernamentales se presentan como signo inequívoco del avance y el progreso citadino. Bulevares transformados, conflictos viales resueltos, amplias vialidades sin molestos semáforos y puentes que evitan los inconvenientes del tráfico. En ese ámbito, los gobiernos no han escatimado en poblar con puentes la ciudad.

Simbólicamente los puentes unen puntos, acortan distancias y comunican a la gente. Esa es la conclusión de una primera vista, sobre todo si se va en automóvil. No obstante, si nos detenemos, los puentes también segregan y dificultan el tránsito de quienes no transitan en un algún automotor. Un ejemplo paradigmático es el nuevo puente de La Concha en la “más mejor” vialidad de la ciudad que lleva al estadio del Santos. Una obra que costó 50 millones de pesos para facilitar el tránsito (siempre y cuando vayamos en automóvil).

Nunca fue tan fácil ir a San Pedro y cruzar el Paso del Águila por esa vía, y nunca fue tan difícil para los vecinos cruzar a pie por el lugar. Los alumnos y maestros del Cecytec y la Escuela secundaria número 15 lo saben muy bien. Por eso, la millonaria obra tiene todo, excepto pasos seguros para los peatones y ciclistas. Se invirtieron 50 millones para los automovilistas, sin embargo, los progresistas gobiernos no incluyeron a los que también circulan diariamente por la zona. A ellos nadie los tomó en cuenta por carecer de coche.

Desde ese modelo de ciudad, los únicos que son ciudadanos son los tienen automóvil. Así, la segregación llevó a los vecinos, alumnos y maestros a cerrar la obra, pese que el puente ya fue terminado. Por supuesto, no podía faltar la foto de los funcionarios. Como si se tratara de una regla, lo que sí faltó fue el acceso seguro para los peatones y ciclistas. 50 millones no valieron para ellos. Es común que en las grandes obras no se destine ni el 10 por ciento a otras alternativas de movilidad. Por el contrario, las anulan, porque carecer de carro es no existir. En el sitio había antes un puente peatonal que fue desmantelado, pero la modernidad ya no requirió de peatones; los sustituyó por automovilistas.

Los visionarios funcionarios de Obras Públicas y Urbanismo, no importa si el nivel es municipal o estatal, han resuelto de una vez por todas que movilidad sólo hay una. Para componerle un poco ante las protestas, el gobierno local anunció que construirá un puente peatonal con un costo de unos dos millones de pesos. Así los tiempos. Lo relevante del puente de La Concha es el paradigma urbano que repite. Millones y millones para construir vialidades, donde el transporte privilegiado es automotor.

En infraestructura urbana, la suma de un gobierno con otro, o la acumulación de los años no se traduce necesariamente en un mejor equipamiento urbano. Tampoco, para no ir tan lejos, en una planeación razonable. Basta ver cómo las grandes obras públicas en vez de unir segregan; en de vez de integrar, contribuyen a la inequidad. Paradójicamente la inequidad es lo que se ha construido con cientos de millones de pesos en la ciudad. Algo similar sucede con los nuevos fraccionamientos en manos de particulares. En tiempos en que insiste en la reconstrucción del tejido social, habría que reconocer antes la segregación que se promueve con recursos públicos y privados. Sin sorpresas, esa es la ciudad que hemos construido. ¿Esa es la ciudad que queremos tener?


29 de junio 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154435

Bastiones estatales

Como espejo de los estados donde la violencia reina, Veracruz se ha convertido tristemente en unos de los lugares con mayores ataques a periodistas. Un día sí, otro también. Por eso la noticia de que el reportero gráfico Miguel Morales Estrada desapareció, se inscribe en el panorama de normalidad de la entidad. Al mismo tiempo que las calles atestiguan la degradación, desde la política institucional en Veracruz provienen otra. Me refiero a la iniciativa que recién envío el gobernador Javier Duarte al Congreso del estado. Para acabar rápido, su propuesta de reforma va encamina a limitar a los críticos de las autoridades: te contrato si no me criticas.

Aprovechando la iniciativa de reforma al Código Estatal de Elecciones, se pretende incluir una modificación al artículo 48 con el siguiente enunciado: “Las organizaciones políticas no podrán contratar espacios publicitarios en aquellos medios que, aun habiendo efectuado los registros señalados en este artículo, publiquen mensajes en contra de cualquier partido, coalición o candidato”. Ante las críticas, el gobernador Duarte ya salió a decir que está dispuesto a suprimir ese párrafo de la iniciativa.

A favor de la limpieza electoral, sigue el ejemplo de COFIPE a fin de prohibir la guerra sucia: “La contratación por parte de una organización política de mensajes dirigidos a promover el voto en contra de algún partido, coalición o candidato, o la efectuada en contravención a lo dispuesto en el párrafo precedente se considerará infracción a las obligaciones impuestas a dichas organizaciones”.
En el primer caso, es un riesgo seguro de caer en inconstitucionalidad en relación con los medios, pero lo relevante de la propuesta es la concepción política del gobernante. Más cercana al autoritarismo que a la democracia. Si en el gobierno nacional avanzamos en alternancia y democracia, a nivel de estados todavía tenemos bastiones de autoritarismo. Ahí la vieja guardia nunca se fue. Para Duarte de lo que se trata la reforma es que “fortalezca la democracia”. Por lo tanto, aunque ahora se retracte, su propuesta inicial define su mando en la política.

Al igual que otros gobernadores, Duarte fue protegido del gobierno nacional. Cuando las autoridades le incautaron 25 millones de pesos en efectivo, la federación se los regresó hasta con intereses. Por estos ejemplos no podemos dudar de la generosidad, ni tampoco de la complicidad entre gobiernos. Bien dicen que entre gitanos no se leen la mano.


27 de julio 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154275

domingo, 22 de julio de 2012

Miseria de la oposición

Entramos a nuevo ciclo con el cambio de poder en la presidencia. Aunque el Congreso no será novedad porque ningún partido logró reunir mayoría calificada; mucho menos mayoría absoluta para hacer cambios constitucionales. Si sumamos las diputaciones del PRI, más las que alcanzó el Partido Verde Ecologista y Nueva Alianza, aún así, no alcanzan el cincuenta más uno. Será necesario que el PRI recurra a una coalición más amplia. Es difícil que lo haga con el PRD, donde el ex candidato Andrés Manuel López Obrador parece que tomará nuevamente las calles. De ser así estaría repitiendo la radicalización inútil de un partido que logró 15 millones de votos. Otra vez puede perder la oportunidad de ser una formidable oposición e incluso reformista. Bajo ese escenario el PAN sería más factible para el cogobierno con Peña Nieto y el PRI.

Sin embargo, a falta de brújula, el presidente del PAN anunció que será hasta agosto cuando se decida el papel que tomarán los panistas en la toma de protesta de Peña Nieto. A decir de Madero “nosotros no pagaremos al PRI con la misma moneda de la obstrucción legislativa que ellos usaron, porque el pueblo de México sería el mayor perdedor”.

Pero justamente en eso radica la miseria de la oposición. La parálisis antes de que el otro avance. La obstrucción antes que ver triunfar al partido en el poder. Uno gana mientras otro pierde. Es un lugar común de la retórica política decir que el bien mayor es México, los ciudadanos, la sociedad y todo aquello que sea lo más amplio posible. Al final ni unos ni otros, porque si bien hubo acuerdo y reformas legislativas, por lo general reinan las legislaturas estériles. Así, al pasar cada elección y a petición de los partidos perdedores, se convoca a una nueva reforma electoral. Quién sabe qué maraña resultará en los próximos meses después de tanta acusación.

Por lo pronto, si el PAN quiere recuperar credibilidad y confianza con el electorado, tendrá que demostrar que no será una miserable oposición, tanto como la que bloqueó la reforma energética en el sexenio de Ernesto Zedillo. En contraparte el PRI hizo lo mismo que el PAN cuando Fox fue presidente. Y qué decir de los años con Calderón. Por eso habrá que tomar con reserva las palabras de Madero, a quien no se le da mucho la política, pero sí el apellido. Si el PAN logra superar el retroceso oposicionista podría estar recuperando espacios perdidos en los próximos años. Acaso el PAN tendría que recordar una legislatura más cercana a la que emanó de la elección en 1988. Cuando un grupo de inteligentes y comprometidos legisladores panistas lograron en coalición una serie de reformas político electorales sin precedentes para ese momento. Hoy el PAN deberá elegir entre perpetuar un papel estéril como simple y llano crítico, o el de un partido comprometido con el futuro.


20 de julio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9153637

Discapacidad cívica

Una tarde, platicando con amigo afuera de una conocida plaza comercial, llegó un automóvil y ocupó el lugar reservado para discapacitados. El estacionamiento estaba lleno y los únicos lugares libres eran dos espacios para discapacitados. La respuesta lógica del conductor fue ocupar ese espacio, no obstante que no venía ahí ninguna persona que lo necesitara. Desde luego, quien se bajó era un hombre sano, pero claramente discapacitado de valores cívicos. Ante mi indignación, mi amigo de quien omito su nombre y que sólo diré que vende bebida de cebada en el bulevar Independencia, justificó el suceso por el modelo de coche del individuo.

¡Vaya cosa! No sabía quién me había indignado más. Si el discapacitado cívico, o el que justifica imbécilmente por el nivel económico. Como si el dinero nos hiciera mejores ciudadanos. Ahora comprendo mejor la indignación de Mario Vargas Llosa en su último libro, donde habla sobre la frivolidad de la civilización del espectáculo.

Desde esa óptica, cuando algo falla en la ciudad, la culpa siempre será del otro, pero nunca de uno. En consecuencia, lo más fácil es culpar a los otros: el gobierno es el blanco favorito. Al mismo tiempo es un lugar común. Tan común, que en esa “normalidad” ocultamos nuestra responsabilidad. En otras palabras, el gobierno proviene de la sociedad y la refleja. Sólo que ese reflejo no nos gusta y por eso lo vituperamos hasta el cansancio.

Hace un par de años, en el 2010, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, realizó un extenso estudio nacional sobre la discriminación y las prácticas de convivencia. En Torreón se aplicó una muestra representativa de 1064 cuestionarios. Explorando los resultados, encontré que el 25 por ciento de lo torreonenses les parece bien ocupar indebidamente los lugares reservados para los discapacitados. Esto significa que 1 de cada 4 ciudadanos se estaciona en esos lugares aunque no los necesite. De manera empírica, observen cuando vayan la próxima vez al supermercado, cómo es una práctica bien aceptada. Desde esa cultura, el desprecio por el lugar común, es el desprecio por los demás.

Esa simple conducta revela en mucho lo que somos como sociedad y sobre todo, lo que no estamos dispuestos a hacer. Por lo mismo, el dato expresa una clara discapacidad cívica. Es lo que Robert Putnam llama un déficit de capital social.

Ante la crisis de seguridad, en los últimos años se ha vuelto casi obligado decir que se necesita reconstruir el tejido social. Lo dicen a diario los políticos a falta de ideas y responsabilidad. Lo dicen los periodistas cuando descubren una solución a la degradación social. Incluso, se habla de la “reconstrucción del tejido social” como si fuera La Receta a nuestros males sociales. Vamos, hasta se escucha sofisticado en una conversación pronunciar esas dos palabras.

Pero mejor dejemos los conceptos a quienes estudian el tema y veamos el entorno inmediato. Porque antes de sorprendernos con la inseguridad en nuestra ciudad, habría que observar cómo nos comportamos, cómo convivimos y sobre todo, qué hacemos nosotros. No lo perdamos de vista. El problema no viene de fuera, sino de nosotros mismos.

Cuando una sociedad pierde el sentido de su espacio público, cualquier cosa es posible contra sí misma. Hay mucho que podemos hacer en la vida diaria por nuestro entorno inmediato. En ese sentido, la cultura cívica no es un accesorio, es ante todo una práctica que requiere de personas dispuestas a ejercerlas. Sin ánimo de propaganda, pero necesitamos más civilidad y menos discapacidad.

22 de julio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9153815

domingo, 15 de julio de 2012

La bola de cristal



Como nunca las encuestas jugaron un papel decisivo en la elección presidencial. Incluso, por primera vez un medio de comunicación estrenó un tracking diario para conocer las tendencias. Pero también como nunca las encuestas nacionales dejaron un mal sabor de boca. No sólo por el manejo propagandístico, sino por la distancia abismal con respecto al resultado de las elecciones. Desde el punto de vista técnico fueron un fracaso. Desde el punto de vista político fueron un éxito como propaganda. Al final, en vez de dar prestigio a los encuestadores, sólo generaron recelo entre los ciudadanos, y con justa razón, desconfianza.

Si bien hubo estudios que se salvaron por manejar rangos de registro razonables como Demotecnia de María de las Heras, Ipsos-Bimsa, Votia y Berumen. Otras fueron notablemente desproporcionadas: Gea-ISA (Milenio), Mito-fsky (Radio Fórmula), Parametría (OEM), Buen Día y Laredo (El Universal), Reforma, BGC (Excélsior) y Arcop.

Pero vayamos por partes. Las encuestas no son la bola de cristal que nos permiten adelantar el futuro. Sí son instrumentos de medición para conocer la opinión pública. Su método está basado en el error, el azar, la probabilidad, la estadística y los modelos matemáticos. No es poca cosa. Miden tendencias, relaciones y opiniones en contextos dinámicos. Cuando aciertan muchos las aplauden.

Cuando fallan, son objeto de crítica. Lo cierto es que no hay político profesional que se de el lujo de prescindir de las encuestas. Pero de eso a pensar que las encuestas ganan campañas, es tanto como confundir los medios con los fines. Por lo mismo, es inaceptable el manejo propagandístico. Aún así, no falta quien se preste. El pobre de Roy Campos, que por lo general entrega estudios serios, de plano falló. Ya no sabía cómo explicar las diferencias.

Al igual que Francisco Abundis de Parametría, se consolaron con afirmar que las encuestas de salida sí fueron certeras. Y en efecto, fueron precisas, salvo GEA que nuevamente volvió a fallar. Uno de los pocos que sí reconoció las fallas, fue Ciro Gómez Leyva: “No hay justificación que valga”. Con autocrítica asumió la responsabilidad y ofreció disculpas.

No es la primera que suceden diferencias abismales, ni tampoco será la primera vez en que los encuestadores se presten a manipular números. Lo he constatado personalmente en diversas ocasiones. Hace un par de años documenté cómo un conocido periódico local inventó encuestas y pensó ingenuamente que podía influir en los votantes.

En las pasadas elecciones no se evitó la misma tentación. A varios candidatos del PRI para diputados y senadores en Coahuila se les vendió la idea de que iban ganado hasta por ¡14 puntos! Incluso publicaron las encuestas de Mito-fsky en tono triunfalista.

Muy tarde se dieron cuenta de que fueron engañados por su mismo partido. Ahí se rompió un regla básica de las campañas: ante todo el candidato debe de recibir información útil, veraz y confiable. En una contienda electoral es mejor la verdad, que una mentira tranquilizadora.

Vale entonces subrayar el papel del encuestador: proveer de información verificable, útil y confiable. La propaganda debe hacerse desde otro lugar, pero no en las encuestas. El costo, como lo vivimos en la pasada elección, es alto. ¡Pero sin duda que hay sinvergüenzas!


15 de julio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9153177

viernes, 13 de julio de 2012

Conflicto poselectoral o "La cumplidora"

En política pesa más la percepción, que la realidad. Más todavía: la percepción construye realidad. Ya lo decía Regis Debray, lo importante no es lo verdadero, sino lo que se tiene por verdadero. Por eso, la polémica poselectoral ya fija posiciones, crea realidades y lleva agua a su molino. Primero se quiso empujar el mito de una elección fraudelenta. Cuando la distancia de votos entre Enrique Peña Nieto y AMLO se oficializó (6.7 puntos) por más de tres millones de votos, entonces los perdedores de la elección, PRD y PAN cambiaron el argumento del fraude por la inequidad en el proceso. 


Ahora se insiste en la compra de votos, las alianzas con los medios de comunicación y las casas encuestadoras. En medio del escándalo se dice que la elección fue comprada. Es cierto que los partidos usan regalos, dinero y hasta promesas con tal de ganar votos, pero ¿se puede comprar a 10, 15 o 18 millones de ciudadanos? Por encima, el argumento parece convincente, pero no se puede comprar esa cantidad de ciudadanos. Si fuera tan sencillo, ganaría el partido con la cartera más abultada. Sin embargo ya sabemos que el dinero no es el único factor que cuenta. Y si no habría que preguntarle a Roberto Madrazo.

En las últimas semanas se ha relacionado a la empresa Soriana con la supuesta compra de votos por parte del PRI a través de las tarjetas de la empresa. El PRD y el PAN han acusado, y en la prensa ya nadie habla de Waltmart por el escándalo de los sobornos. Pero en sentido estricto la empresa es una empresa y como tal vende productos. Su problema no fue vender, sino perder la batalla de las percepciones, misma que se traduce pérdidas en la bolsa de valores. 


A quienes se regodean señalando a una de las grandes empresas mexicanas, habría que preguntarles si ¿entonces tendría que limitarse la venta a personas puras y absolutamente ajenas a los partidos? ¿Habría que distinguir a los compradores por su signo partidista? En ese caso, tendríamos que decir, a este no le vendo porque es panista… a este otro tampoco porque es priista. ¡Es el absurdo! Hay compras de los gobiernos estatales a la empresa, pero entonces ¿se tendrían que legislar hasta el absurdo para limitar las compras de los gobiernos? ¿Una tienda si puede vender y otra no? 


No perdamos de vista que las empresas venden sus productos y en sentido estricto, lo que los compradores hagan con el uso de esos productos ya no depende de la empresa. Antes de apresurarnos a quemar al mensajero, habría que cuestionar directamente a la fuente. En este caso el PRI, ¿pero es diferente con el PAN o el PRD?




La llamada compra de votos no apareció con esta elección presidencial. En las más recientes elecciones estatales los partidos han competido por los electores a través de tarjetas que prometen dinero y otros beneficios. La utilizó el PAN en Michoacán y de todas formas perdió. La utilizó el PRI en el Estado de México y mantuvo su bastión. El PRD inauguró hace años un exitoso programa para apoyar a los adultos mayores en el Distrito Federal. A cambio, el gobierno federal panista desarrolló un programa similar a nivel nacional; aún así, los beneficiarios votaron a su gusto. 
¡Qué no vengan a decir ahora que la elección se ganó a billetazos! 


Si realmente quisieran mejorar las condiciones de la competencia electoral, los partidos tendrían que derogar la república del spot y migrar a modelos electorales como el francés. Igualmente, reducir sustancialmente los subsidios a los partidos y las campañas. Bajo el sistema electoral que tenemos sobreviven partidos basura como el Verde Ecologista o Nueva Alianza, mismos que recibirán como mínimo un millón de pesos diarios por su participación en la elección. ¿En verdad queremos culpar a una empresa?


13 de julio 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9153010