martes, 17 de mayo de 2011

Celebrar la muerte

El domingo por la noche leí la noticia: Estados Unidos mata a Osama Bin Laden. Después de casi diez años y más de tres billones de dólares diría Joseph Stiglitz, el gobierno norteamericano logró una operación exitosa para terminar con el terrorista. Al final, un puñado de “seals” hizo lo que varios miles no pudieron en años de invasión a Afganistán e Irak.

La leyenda del hombre escondido en alguna cueva en Tora Bora, terminó bajó las balas en un lujoso sector de Pakistán. De manera simultánea el gabinete de Obama observó la cacería desde las oficinas en Washington. Las fotográficas oficiales de la Casa Blanca muestran diversas expresiones entre gusto, estupor y conmoción.
Ese mismo día por la noche el presidente estadounidense Barack Obama leyó un cuidadoso discurso durante tanto tiempo pospuesto. Para Obama, después de la muerte del terrorista “el mundo es ahora más seguro”. A pesar del tiempo transcurrido, se ha hecho justicia, declaró el presidente norteamericano. Pero a diferencia de su antecesor en la presidencia, George W. Bush, no pronunció un discurso religioso para señalar a los enemigos. Obama habló de Bin Laden en tanto terrorista al que no debe confundirse como un líder del Islam, porque como afirmó aquella noche, Estados Unidos no está en guerra contra esa fe.

El mensaje fue contundente y claro para las familias que sufrieron la tragedia del 9-11, pero también para el mundo. Tras la noticia hubo reconocimientos, felicitaciones, festejos y hasta afloró el orgullo nacionalista en el entorno estadounidense. Afuera de la Casa Blanca una multitud festejó. Pero si bien, el principal terrorista no quedó impune y las fotos de su rostro lo atestiguan, la celebración de la muerte en las calles refleja la miseria.

Al desentrañar el juicio de Eichmann en Jerusalén en 1961, la filósofa alemana Hannah Arendt hizo una valiente crítica no sólo a los asesinos, sino a los asesinos de los asesinos. Su reflexión sobre la legalidad y la justicia llevaron a mostrar las fallas del juzgador. La banalización del mal no tiene exclusividades.

Desde la realpolitik hay un contrargumento clásico: si quieres la paz prepara la guerra. No obstante el riesgo de esa vía siempre es latente, no importa cuán poderoso sea el “pacificador”, o cuanta pretensión se tenga sobre la seguridad en el mundo. No hay un solo camino para buscar la paz, ni tampoco un largo periodo en la historia sin guerra. Así de duro, así de contradictorio.

4 de mayo 2011
Milenio http://impreso.milenio.com/node/8953306

domingo, 15 de mayo de 2011

Memorial para la comunidad china


Para Manuel Lee Soriano

Hoy se cumplen 100 años de aquel infame episodio en la historia de Torreón. Me refiero a la masacre de los chinos en la ciudad después de la toma maderista el 15 de mayo de 1911. Paradójicamente la primera toma de Torreón se hizo sin gran oposición y violencia, ya que el ejército había abandonado la plaza. El desastre vino después, cuando las huestes revolucionarias fuera de control comenzaron el saqueo de los comercios y el ataque indiscriminado contra los chinos. Tiene razón el cronista Sergio A. Corona Páez al decir que fue un acto genocida de aquellos revolucionarios y aquella muchedumbre pobre de la ciudad, que al paso se sumó al saqueo y la sevicia.

Los chinos fueron una comunidad pacífica, laboriosa y próspera. Vivían entre nuestros bisabuelos, echaron raíces aquí y formaron parte de la ciudad. ¿Por qué entonces la saña? Desde mediados del siglo XIX se alentó el racismo y una larga campaña xenofóbica que lo mismo se manifestó en Estados Unidos y México. El prejuicio racial, el nacionalismo ramplón, alcanzó su peor expresión en nuestra ciudad en 1911. 303 chinos fueron asesinados brutalmente y enterrados en fosas a un lado del panteón. Otra más en la cercanía del hospital civil.

Ayer, mientras hablábamos del tema Marcela Moreno, Walter Juárez, Sergio A. Corona Páez y Sergio Lee en el programa Cambios, un televidente se comunicó para decir que abordáramos otras cosas, no temas tristes. Cierto, hay tristeza en el terrible episodio, pero el memorial de la colonia china no es un hecho anecdótico o morboso que sucedió hace un siglo en nuestra ciudad. Es ante todo la alerta del pasado a nuestra sociedad en el presente.

En Los abusos de la memoria, Tzvetan Todorov advirtió que tenemos que conservar viva la memoria del pasado: no para pedir una reparación por el daño sufrido sino para estar alertas ante situaciones nuevas y sin embargo análogas. El racismo, la xenofobia, la exclusión siguen presentes bajo otras circunstancias, contra otras minorías. ¿Acaso la vejaciones contra los centroamericanos que van de paso por el país rumbo a Estados Unidos no son una versión posmoderna de aquellos acontecimientos?  

La historia no sólo reivindica en la memoria la dignidad humana de aquellos 303 chinos desaparecidos, sino no advierte de nuevos riesgos en el presente.

Hace algunas semanas, cuando se realizó una marcha silenciosa en nuestra ciudad para protestar por la violencia, hubo un acto de profundo simbolismo: se leyó el nombre de personas desaparecidas en el estado

La barbarie de hoy no es menor que barbarie del pasado

¿Será que en los próximos años también tendremos que hacer un memorial para nuestra barbarie del presente?

Otras sociedades lo saben mejor que nosotros. En las ruinas del World Trade Center se levantó el memorial del 9-11. Lejos de sustituir la insoportable verdad por una mentira tranquilizadora, o peor aún, por una omisión conveniente, actualmente hay un grupo de laguneros que trabaja por restablecer la memoria de aquello que no podemos ni debemos olvidar. Nuestro duro presente lo exige. 

15 de mayo de 1911 

Numeralia de la corrupción

Nada más cotidiano a los mexicanos que un pequeño, casi diario acto de corrupción. 

Que tanto es tantito se dirá. Al final Transparencia Mexicana (TM) ha documentado sólidamente las prácticas de los mexicanos y nuestra relación con el gobierno. Para medir la corrupción en esa relación, TM ha preguntando en los últimos diez años a muchos mexicanos si ha cometido o ha estado envuelto en un acto de corrupción.

De manera concreta el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno (2010) registra la corrupción en los servicios públicos ofrecidos por los tres niveles de gobierno y por empresas particulares. Con frecuencia se culpa al gobierno de muchas cosas, incluyendo corrupción e inseguridad, pero si somos honestos en el análisis, veremos que el tema de la corrupción no sólo es del gobierno, sino de los ciudadanos que en él se reflejan.

¿Cuántas veces se cae en la tentación de la mordida al agente de tránsito con el fin de evitar el tiempo y el esfuerzo de ir a pagar la multa? Al menos 68 por cada 100 mexicanos considera más útil el pequeño acto de corrupción ante el oficial que ir a pagar la multa. Curiosamente y les recomiendo que lo hagan, la multa puede salir mucho más barata que la mordida.
59 mexicanos de cada 100 prefiere sobornar al policía a fin de evitar que se lleven su auto al corralón o sacarlo de ahí. 28 mexicanos en la misma escala se ven envueltos en corrupción a fin de pasar sus pertenencias por una garita o una frontera. Y aunque parezca increíble, todavía hay un minoría (9.8 ciudadanos) que recurre a estas prácticas para facilitar la apertura de un negocio. Prácticamente 23 de cada 100 mexicanos que trabaja en la calle, es susceptible a la corrupción con tal de seguir trabajando en la vía pública.

Pero de pequeñas cosas se conforma la vida. Por eso en su conjunto, TM ha estimado que los mexicanos destinamos en promedio 165 pesos para “librarla”. Esa cifra representó un “impuesto” de 32 mil millones de pesos anuales para 2010, es decir, tanto como el presupuesto anual de una entidad federativa como Coahuila.

Por supuesto que la inseguridad nos indigna, pero en el fondo hay en la vida diaria de los mexicanos “pequeñas” contribuciones a la misma. Son dos caras de una misma moneda: hay corrupción en el gobierno, porque también hay en los ciudadanos. ¿Nos sorprende?

13 de mayo 2011 Milenio

miércoles, 11 de mayo de 2011

Las propuestas de la marcha

Cada vez más el reclamo es generalizado, el enojo y la impotencia también. Las marchas de los últimos años expresan ese malestar colectivo. Hay quienes descalifican las marchas como un medio inútil. No lo creo. Hay bastante de simbólico y hay también un legítimo derecho a la protesta. El rechazo a la violencia es compartido por la mayoría. Y paulatinamente el reclamo al cambio de estrategia tiene un relevante lugar en la opinión pública. Sin embargo tampoco es sencillo construir desde la marchas un cambio en las instituciones.
¿Qué puede resultar de la marcha liderada por el poeta Javier Sicilia? ¿Son factibles las demandas que ahí se propusieron?

Analicemos algunos puntos. La demanda más visible fue proponer la renuncia de Genaro García Luna. Esta propuesta no sólo fue rechazada inmediatamente por el gobierno federal, sino que la demanda supone un razonamiento simple a un problema complejo. Quitar al funcionario no resuelve el problema. Más que hacer cambios en lo individual, se buscan transformaciones colectivas. Y ahí sí, ni quitando al presidente de la República.

Otra propuesta de Sicilia es la eliminación del fuero para los funcionarios públicos y legisladores ligados al crimen organizado. ¿Alguien se acuerda de Julio César Godoy? Desde hace tiempo que la figura del fuero es anacrónica e injustificable. Ya sabemos que el fuero se presta en el mejor de los casos para el abuso y la ilegalidad. Sin embargo, los políticos no van a quitarse privilegios que los “distinguen” de los ciudadanos, por eso esta propuesta no es popular en las cámaras. 

Pero entonces, si lo cambios no van a venir de los políticos, sí pueden ser impulsarlos por grupos organizados de la sociedad, de ahí el valor de la reforma política. ¿Se imaginan un plebiscito en la materia? Es necesaria una depuración de las policías ¿y de los políticos cuándo?
Por eso, la sexta propuesta expresada en la marcha del domingo pondera el valor de los ciudadanos. 

Exige a las autoridades, léase el poder legislativo, aprobar la reforma política en un plazo de dos meses. No sé si para entonces los diputados priistas ya trabajaron con seriedad el dictamen del senado, porque no se descarta que a última hora necesiten más tiempo. Ante la crisis de legitimidad que viven los partidos, está el riesgo latente de la antipolítica. Llámese autoritarismo o retorno del Caudillo. Por lo mismo, dicha reforma no será la panacea, pero sí un camino hasta entonces vedado a los ciudadanos.

En lo inmediato una marcha parece inútil, pero no sabemos el efecto catalizador que puede generar en nuestra vida pública. ¿Qué resultará de los miles de muertos de esta lucha?

Milenio, 11 de mayo 2011

Marcador Twitter


Mañana inician las campañas en toda forma, aunque en sentido estricto, un candidato se construyó hace años desde el poder y otro adelantó su campaña lo más que pudo. La tendencia electoral parece clara, inamovible y hasta cierto punto anuncia un proceso electoral aburrido, tanto como en los tiempos gloriosos del carro completo. Por lo mismo, necesitamos vías para salir de lo ordinario. Tres o cuatro debates podrían sacudir la modorra. Bajo otras formas de comunicación,  el trabajo en internet, más allá de las campañas negativas, podría alentar a los electores al diálogo directo con los candidatos. Sin duda estas formas horizontales de comunicación llamadas Facebook o Twitter facilitan la irrupción del ciudadano en las campañas
En este sentido, entre las maneras de medir una campaña ahora se incorpora el uso y la presencia de los candidatos en las redes sociales. Twitter se ha convertido en la herramienta favorita de muchos políticos, aunque todavía son pocos lo que tienen una presencia consistente en la red.
En México no se puede decir que el internet tiene una penetración representativa en la población, pero esto no significa que deba subestimarse el uso de la red. Si en Estados Unidos las condiciones permitieron innovar en las formas de hacer campañas políticas, en México, a pesar de la modesta cobertura, no debemos ignorar ese campo.
Desde hace tiempo sigo a Guillermo Anaya y Rubén Moreira en Twitter y de manera periódica he documentado el comportamiento de sus tweets y el aumento de sus seguidores. Hace cuatro meses cuando se definieron las candidaturas de ambos, se incrementaron claramente sus seguidores. ¿También hay cargada en el Twitter.
En enero los seguidores de Anaya  crecieron a 1 270. Los de Moreira registraron 5 258. Al mes de mayo Anaya aumentó hasta 4 997 seguidores, mientras que Moreira alcanzó los 9 942. Si los seguidores fueran votantes, la diferencia entre uno y otro es visible. 67% Moreira contra 33% de Anaya, es decir, una diferencia de ¡34 puntos! Desde luego que la relación no es así, pero algo nos dice de las campañas. Actualmente las campañas políticas ya integran a su seguimiento el comportamiento de las redes sociales. Incluso encuestadores como Edmundo Berúmen, hacen relaciones de las encuestas y la presencia en la Internet. 
Sin embargo, es difícil ignorar que Coahuila no vive buenos tiempos, sobre todo, por la irrupción de la criminalidad que ha roto el viejo orden. Por lo mismo, las redes sociales son un canal directo para expresar las propuestas en esta materia y por qué no, para que los ciudadanos podamos cuestionarlas y debatirlas. No es todo, pero es un principio.

http://impreso.milenio.com/node/8955335 

viernes, 6 de mayo de 2011

¿Tú le crees a Elba Esther?

Era 2005, se realizaba una competida campaña presidencial entre el PAN y el PRD, y el PRI visiblemente atrás. Elba Esther Gordillo, la otrora compañera de fórmula de Roberto Madrazo, estaban al frente de la secretaría general del PRI. En realidad Madrazo preparaba su candidatura presidencial y posteriormente se dio un abrupto rompimiento con Gordillo. La lucha interna fue encarnizada a tal grado de que Gordillo fue expulsada del PRI. En el camino “la maestra” preparó una campaña en contra de su antiguo compañero de partido. La exitosa frase de su campaña contra Madrazo decía: “¿Tú le crees a Roberto Madrazo? Yo tampoco”.

Así, maestros del SNTE al mando de la sempiterna líder sindical se encargaron de operar la campaña y de paso, arruinar el curso de su candidatura. Madrazo pasó a segundo o tercer plano y Gordillo sigue tan vigente como en los últimos lustros. Por eso, el relanzamiento de Gordillo en la antesala de la elecciones presidenciales de 2012, la vuelve a colocar como un factor clave para los comicios. En aquella cerrada elección de 2005 inclinó la balanza a favor del PAN y Calderón. Ahora los vientos la acercan al PRI y claramente evidencia una ruptura con su aliado en los Pinos, de ahí que “la maestra” reconozca las diferencias y de paso acusa al gobierno de Calderón de pretender “fracturar a organizaciones sindicales”.

¿Podría ser que el presidente al final de su sexenio dé un golpe de timón al SNTE como lo hizo con el SME? A Gordillo esto no parece preocuparle, porque como recientemente declaró: “¡Con Elba o sin Elba no hay quien pare a esta organización!”. Y tiene razón, el gobierno podrá quitar a la líder, pero no a la estructura.
Por lo pronto “la maestra” se sabe más cierta que los presidentes. Ellos se van, ella permanece. Ellos dejan de ser poderosos, ella sigue influyendo. Por eso desde hace meses trata de limpiar su imagen y hace campaña en televisión; en un periódico escribe una columna donde “promueve” la mejora educativa; recomienda a los padres leer con sus hijos; y ahora nos habla convencida de una profunda reforma al sistema educativo.
 
Como en aquella campaña podríamos decir ahora: “¿Tú le crees a Elba Esther? Yo tampoco”. No hay nada en el desempeño de la educación y el SNTE que nos indique de un cambio serio y constante. Pero el problema no es tanto el dinero, sino la calidad y la eficiencia. Comparativamente nuestro país invierte tanto o más como aquellos países donde la educación tiene el mejor desarrollo. Ni la evaluación, ni el mérito académico permean en el sistema de educación pública. Por el contrario, una parte del sindicato se resiste a los cambios y a la evaluación, una minoría está comprometida con su vocación y otra más controla el poder político del gremio. En estas condiciones, para no hablar de corrupción, resulta difícil, si no imposible creer en la reforma de Gordillo. Vuelvo a insistir: ¿Tú le crees a Elba Esther? Yo tampoco.

Milenio, 6 de mayo del 2011
http://impreso.milenio.com/node/8954708

lunes, 2 de mayo de 2011

El PRI contra el PRI

Si alguna duda queda del conflicto entre Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, la intensa semana legislativa terminó por demostrar las diferencias con toda claridad. Conflictos en la política siempre va a haber, igualmente diferencias y claro, en entornos democráticos, una abierta competencia por el poder.

Sin embargo, la disputa actual entre los priistas lejos de beneficiar el interés público, lo paraliza. Lejos de que la competencia sea un incentivo para generar resultados y gobiernos eficientes, se convierte en una política estéril y en el mejor de los casos, en una política mediocre.

Ni la llegada de Humberto Moreira a la dirigencia del partido, ni la posible candidatura de un político “fresco” como Peña Nieto, ha logrado ofrecer un mínimo atisbo de cambio y modernización en el partido. Por el contrario, son tan parecidos al pasado que quisiéramos olvidar.
Si hoy se reclama al PAN su poco compromiso para desarticular el antiguo régimen, el PRI regresa a los Pinos sin la necesidad de autocrítica, de ahí las mismas prácticas con nuevos actores. Su ascenso proviene más del desgobierno panista, que de sus resultados como gobierno.

Por eso el freno de la reforma política es una mala señal en momentos en que los partidos son maquinarias de votos, pero no necesariamente de legitimidad. Después de ver las asistencias a las elecciones, después de conocer cómo en las encuestas los partidos y los legisladores están por los suelos en credibilidad y confianza, después de palpar el rechazo hacia la política por parte de tantos ciudadanos, resulta desalentador ver como el PRI propone la reforma política y el mismo PRI la descarrila. ¿Estamos en la antesala de aquellos gobiernos que solían llevar a la ruina las finanzas del país? No lo creo, pero la pobreza legislativa que el PRI abanderó esta semana, es sin duda una mala señal. En buena medida nos da un idea clara de qué podemos esperar y no, del PRI en el poder. Ya no digamos un proyecto de país, pero sí una agenda ciudadana que responda a las demandas actuales. El mensaje del PRI esta semana es claro: los ciudadanos pueden esperar, el país también.

Hace unos días Jorge Castañeda le escribía por Twitter a Enrique Peña Nieto: “Enrique: la reforma política depende de ti. No trae todo lo que quieres, pero trae mucho que sirve. Por favor, apóyala”.

Y en efecto, la reforma política no es siquiera una reforma de estado, pero es útil y conforme al ritmo desesperantemente incremental de la democracia mexicana, la propuesta podría derivar en cambios significativos.

Puedo entender que Peña Nieto no quiere sombras y mucho menos candidatos ciudadanos en el 2012 que sí tienen prestigio y credibilidad, piénsese en un Alejandro Martí, en una Isabel Miranda. Ante el hartazgo ciudadano, ante aquellos que ni votan y que en automático desprecian la política, ciudadanos con estas credenciales podría volverse una alternativa viable, razonable.

En las condiciones actuales del país y la oleada de criminalidad que domina ciudades y regiones, los posibles candidatos de los partidos políticos, incluso los que se presentan ya en Coahuila, no dejan de ser actores convencionales. Nuestro presente demanda otros liderazgos, otras relaciones y otras vías políticas. La reforma política abre esa posibilidad, no en lo inmediato, pero sí en los próximos cinco años. Por lo pronto, el PRI nos receta el siguiente ritmo: todo puede esperar.

Milenio