jueves, 9 de agosto de 2012

Frases para no olvidar

“La deuda se paga con las participaciones. Los esfuerzos financieros que tenemos, como los recortes de personal y el programa de austeridad, son porque no podemos tirar el dinero” Rubén Moreira Valdés. Vanguardia, 9 de agosto, 2012.  

lunes, 6 de agosto de 2012

Las soledades de Tocqueville

Entre los libros, los cuadernos de viaje me causan particular admiración. Mis favoritos en ese género son los textos escritos por los viajeros del siglo XVI que a la postre inventaron América. Igualmente, los relatos del siglo XIX me parecen admirables. En especial, porque como nos sugiere Marshall Berman, esos textos del diecinueve nos permiten comprender mejor la experiencia de la modernidad.

Recién leí Quince días en las soledades americanas (Conaculta/Aldus, 2008), de Alexis de Tocqueville. A diferencia de sus otras obras indispensables, como El Antiguo Régimen y la Revolución, la cual se puede leer como la mejor explicación a la decepcionante mediocridad de la alternancia en México. O La democracia en América, un extenso clásico que no superan las más sofisticadas investigaciones sociológicas. La soledades de Tocqueville están marcadas por el sello personalísimo del pensador francés. Es decir, nos muestran su temperamento, gustos y disgustos de la civilización europea en América. 


Las breves páginas de las soledades no son un estudio, sino las notas de un viajero que recorre las ciudades norteamericanas y se interna por los boques de los Grandes Lagos.
Así leemos en las soledades: “Una de las cosas que más atraía nuestra curiosidad al venir a América era recordar los límites extremos de la civilización europea… pero en todas partes la cabaña del salvaje había sido sustituida por la casa del hombre civilizado, los bosques talados y la soledad se había trocado en vida”.

Creyendo encontrar en los desiertos americanos la frontera de la civilización occidental, el pensador se lleva una de sus más hondas decepciones. Por eso, no oculta la nostalgia que siente al conocer a los indios americanos. En cada párrafo Tocqueville evidencia una disputa entre lo salvaje y lo civilizado, entre lo antiguo y lo moderno. Sobre lo indios escribe: 


“Es una raza que se extingue, no están preparados para el mundo moderno, la civilización los mata”.

Visto a sí mismo en el espejo indígena, Tocqueville advierte que el prolongado abuso de “los dones de la civilización” llevan a la depravación. En otras palabras, la decadencia.
Al encuentro de un lugareño, el francés le pregunta si debe temer a algunas poblaciones indias en el trascurso de su viaje: 


“Yo dormiría más tranquilo entre indios que entre blancos”. Fue la primera opinión favorable que recibió Tocqueville sobre los indios. Quizá en la actualidad él sería un indian lover.

En algún momento, Tocqueville llega a un pequeño poblado indio donde con respeto conversa con el jefe de la tribu. Es un viejo guerrero que porta con orgullo las plumas de una nación enemiga. Al identificarse como francés, el jefe le contesta que ha oído decir que los franceses eran una nación de grandes guerreros. A petición, el jefe le explica el significado bélico de las plumas y el viajero le pide una para llevarla a su país a que la admiren. Inmediatamente se la quita y luego se estrechan las manos.

El pequeño libro nos confronta con lo moderno, y con todo aquello que elogiamos de nuestro mundo civilizado. Ante la imposibilidad del pasado, todavía resuenan en mi sus palabras:

“Nos embargaba la alegría de saber por fin de un lugar que todavía no ha sido alcanzado por la civilización europea”.


5 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9155090

Herencia calderonista

La principal herencia que deja el gobierno de Felipe Calderón, es sin duda, el grave problema de la inseguridad. Ante la intranquilidad, pareciera que los demás temas se borran. Incluso los ámbitos donde el gobierno dejó cuentas positivas. Sin embargo, lo que pesa, y no por mera percepción, es el deterioro exponencial de la seguridad. El problema no sólo se desató en las calles contra el narco, sino crecieron notablemente otros “negocios” de la delincuencia. Visto así, no sólo quedan los miles de homicidios, sino los robos, las extorsiones, los secuestros y las agresiones en el país. Todo esa economía del crimen creció al por mayor. Para el caso no los inundaré con cifras, pero bien vale revisar las evaluaciones de centros de investigación como México Evalúa, Cidac, ICESI o el Observatorio Nacional Ciudadano. El saldo es profundamente negativo.
Con esa responsabilidad, ayer se celebró la trigésima tercera sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En buena medida, lo que ahí se trata tiene repercusiones nacionales en la política de seguridad.

Después de todos estos años terribles, lo que no deja de sorprender es la lentitud de las autoridades y los raquíticos avances. Al mismo tiempo, se evidencia, como en otras sesiones, la seria carencia del Estado mexicano para construir instrumentos de evaluación. Un ejemplo son las bases de datos que registran los delitos, pero hasta la fecha, presentan inconsistencias y contradicciones. Sí, a estas alturas del partido y con miles de millones gastados todavía no tenemos registros sólidos, qué nos espera en el futuro. Desde afuera, el Estado parece grande y poderoso, pero desde dentro es un máquina obsoleta y oxidada. Ayer la procuradora Marisela Morales llamó a crear al fin una base de datos de ¡huellas balísticas! Ingenuo pensar que el Estado ya la tenía.

En los últimos años se multiplicaron los presupuestos de seguridad pública, y también se multiplicaron los delitos. A todo esto, ¿qué hacen los gobiernos con tanto dinero?

Durante su intervención, el presidente Calderón destacó una reducción semestral de los homicidios. El debate vino después, porque esa reducción, como argumentó Héctor Larios (del Observatorio Nacional Ciudadano), no es significativa estadísticamente. La corrección molestó al presidente, pero se tendría que estar hablando de tasas mayores para destacar una baja importante. Celebrar esa reducción es como pasar de sexto nivel del infiero al quinto. Pero así las cosas…

Un aspecto positivo fue la inclusión de cinco asientos en el Consejo abiertos a los ciudadanos. Para la próxima reunión del Consejo habrá de incorporase un nuevo presidente. La duda es si con el nuevo liderazgo habrá otros resultados. ¡Vaya rifa del tigre!


3 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154909

miércoles, 1 de agosto de 2012

Reivindicar la memoria

Estamos a poco tiempo de cerrar el ciclo sexenal, y como en todo ciclo, surge la pregunta ¿qué hacer con la memoria? Entre las propuestas, se hará un monumento a la memoria de las víctimas de la violencia. Inicialmente, uno de los promotores fue el poeta Javier Sicilia, quien habló de la necesidad de construir un memorial, en aquéllos inolvidables diálogos de Chapultepec. 


La iniciativa quedó en la mesa y finalmente, después de un concurso auspiciado por varias organizaciones de arquitectos, además de la asociación civil Alto al Secuestro, que preside Isabel Miranda de Wallace, dieron a conocer la propuesta ganadora. De acuerdo con la maqueta digital, se trata de una serie de quince muros de acero que rodean una laguna circular en el centro. La propuesta es del arquitecto mexicano Ricardo López Martín y se estimó un costo de 22 millones de pesos.

No obstante, el proyecto del monumento que se construirá en el Campo Marte, ya tiene sus detractores, y sobre todo, fue llamado por el mismo Sicilia, como “un monumento a la barbarie”. A decir del poeta, la obra que no es un memorial, ni tampoco se eligió bajo el consenso suficiente.
Pero independientemente de las diferencias, es significativo que un grupo de ciudadanos promueva un monumento a las víctimas de la violencia. 


En México solemos rechazar la memoria que nos confronta. Nuestros monumentos optan por medias verdades o mentiras tranquilizadoras. Preferimos los héroes unipersonales, pero rechazamos los anónimos. Elogiamos las versiones oficiales en la historia de bronce, pero sepultamos los que nos incomoda. Por eso, en un entorno democrático, lo que menos necesitamos es edulcorar el tamaño del problema que vivimos por la inseguridad, la violencia y las miles de muertes que le suceden. Un monumento a las víctimas, un memorial a la manera en las que otros pueblos han dignificado la memoria, no sólo es un advertencia del pasado hacia el presente. Sobre todo, representa una advertencia sobre el futuro.

No sé si el monumento a cargo del arquitecto López Martín tendrá inscrito los nombres de las miles de víctimas de una “guerra imbécil”. Pero el eufemismo de los “daños colaterales”; los cientos de comunidades lastimadas por el crimen; los enfrentamientos entre bandas; la torpeza de las autoridades que han destrozado vidas inocentes… todo eso, llama a gritos a construir un memorial. Hay tiempo para incluir los nombres. Porque un monumento a las víctimas que carezca de nombres, es tanto como abrir un fosa común para enterrar la memoria. La fosa no necesita nombres, ni reconocimientos.

Tristemente, la huella del gobierno calderonista se forjó desde la violencia y la muerte que sembró el combate al narco en el país. Esa es la herencia más visible del sexenio: una montaña de muertos que se cuentan por miles. Desde ahí no hay metáfora ni alegoría, sino lapidaria realidad. A la distancia, la justificación gubernamental de la guerra terminó en propaganda. En cuanto al balance de las cifras del sexenio, tenemos un saldo claramente negativo en seguridad. Con esa herencia tendremos que lidiar. Lo que menos podemos hacer es quitar el nombre a las víctimas.


1 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154710

Más allá de las calles

Una vez más los jóvenes del 132 en las calles. El domingo volvieron a las calles a una nueva marcha con presencia nacional. Ahí están las críticas y las inconformidades, las consignas y las pancartas contra el presidente electo, Enrique Peña Nieto. Pero el tiempo de la elección ya pasó, y nos guste o no el primero de diciembre asumirá el cargo el nuevo presidente. Más de tres millones de votos avalan su victoria. No obstante, en un sector inconforme se maneja el supuesto del fraude y se asume como dogma de fe ante la pérdida del candidato deseado. 


Por ejemplo, no se dice lo mismo de la victoria del PRD en las gubernaturas de Morelos o Tabasco. Mucho menos en la capital, donde la diferencia fue abismal. Las marchas continúan y aquél pequeño movimiento que nació en la Universidad Iberoamericana, ya es otro que aglutina intereses variopintos. Ahí están el liquidado Sindicato de Luz y Fuerza (SME); el inadmisible sindicato de maestros de la Coordinadora (CENTE) o incluso, un sector partidista como Morena, identificado con el PRD.

Si durante las elecciones los jóvenes del 132 aportaron uno de los mejores momentos de la historia reciente en México, hoy parecen desdibujados ante las marchas y las consignas. Pero tomar las calles no es todo, ni tampoco criticar y criticar, y gritar que todos son unos corruptos. Como todo movimiento social, es difícil saber dónde acabará. Después de la Convención de Atenco, decidieron otra vez tomar las calles, denunciar la imposición y cercar Televisa. ¿Es todo?

Mucha de la vitalidad del movimiento 132 podría diluirse en las calles si no encuentran pronto otras vías más efectivas para incidir en la vida pública. En los últimos años, asociaciones y organizaciones civiles, fundaciones y grupos ciudadanos, han logrado incidir en el rumbo del país de manera más activa.

132 tiene vitalidad y convocatoria para vigilar e incidir en el rumbo del nuevo gobierno. No obstante, la manera más rápida de inutilizar esa fuerza, es quedarse en la crítica, en la alharaca. Porque hasta eso tiene un límite funcional si no quiere llegarse a la esterilidad del grito. Por eso me gusta pensar en un ejército de vigilantes que solicitan información y empujan la transparencia. Cientos o miles de jóvenes exigiendo rendición de cuentas en áreas muy específicas del nuevo gobierno. Pero claro, eso depende de lo que decidan y hagan. Por lo pronto, sólo hay marchas y pancartas.

Del otro lado, el nuevo gobierno tendrá que demostrar su vocación democrática ante grupos que están en su contra. No será el primero ni el último que se exprese contra Peño Nieto o exponga su inconformidad. El próximo gobierno puede asimilar las críticas y abrir espacios, no sólo para el diálogo, sino para las decisiones públicas. Otro camino, el más conocido y socorrido, será ignorarlos a la manera de “ni los veo ni los oigo”, aunque a la larga se socave la legitimidad que no garantiza el mejor marketing político ni haber ganado por tres millones de votos.


25 de julio 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154090

Historia de un puente

Sin precedentes, la infraestructura vial en Torreón ha crecido notablemente en la última década. Puentes, desniveles, pares viales y nuevos bulevares ya distinguen las calles. Hasta un segundo periférico se construye. Cientos de millones de pesos han invertido los gobiernos para el crecimiento vial de la ciudad. ¡Imposible no ver las obras! Vamos, en ese boom, hasta nos permitimos construir, destruir y luego volver a construir una monumental vialidad en el bulevar Torreón-Matamoros. Esas inversiones han transformado el paisaje urbano. Dadas así, las obras gubernamentales se presentan como signo inequívoco del avance y el progreso citadino. Bulevares transformados, conflictos viales resueltos, amplias vialidades sin molestos semáforos y puentes que evitan los inconvenientes del tráfico. En ese ámbito, los gobiernos no han escatimado en poblar con puentes la ciudad.

Simbólicamente los puentes unen puntos, acortan distancias y comunican a la gente. Esa es la conclusión de una primera vista, sobre todo si se va en automóvil. No obstante, si nos detenemos, los puentes también segregan y dificultan el tránsito de quienes no transitan en un algún automotor. Un ejemplo paradigmático es el nuevo puente de La Concha en la “más mejor” vialidad de la ciudad que lleva al estadio del Santos. Una obra que costó 50 millones de pesos para facilitar el tránsito (siempre y cuando vayamos en automóvil).

Nunca fue tan fácil ir a San Pedro y cruzar el Paso del Águila por esa vía, y nunca fue tan difícil para los vecinos cruzar a pie por el lugar. Los alumnos y maestros del Cecytec y la Escuela secundaria número 15 lo saben muy bien. Por eso, la millonaria obra tiene todo, excepto pasos seguros para los peatones y ciclistas. Se invirtieron 50 millones para los automovilistas, sin embargo, los progresistas gobiernos no incluyeron a los que también circulan diariamente por la zona. A ellos nadie los tomó en cuenta por carecer de coche.

Desde ese modelo de ciudad, los únicos que son ciudadanos son los tienen automóvil. Así, la segregación llevó a los vecinos, alumnos y maestros a cerrar la obra, pese que el puente ya fue terminado. Por supuesto, no podía faltar la foto de los funcionarios. Como si se tratara de una regla, lo que sí faltó fue el acceso seguro para los peatones y ciclistas. 50 millones no valieron para ellos. Es común que en las grandes obras no se destine ni el 10 por ciento a otras alternativas de movilidad. Por el contrario, las anulan, porque carecer de carro es no existir. En el sitio había antes un puente peatonal que fue desmantelado, pero la modernidad ya no requirió de peatones; los sustituyó por automovilistas.

Los visionarios funcionarios de Obras Públicas y Urbanismo, no importa si el nivel es municipal o estatal, han resuelto de una vez por todas que movilidad sólo hay una. Para componerle un poco ante las protestas, el gobierno local anunció que construirá un puente peatonal con un costo de unos dos millones de pesos. Así los tiempos. Lo relevante del puente de La Concha es el paradigma urbano que repite. Millones y millones para construir vialidades, donde el transporte privilegiado es automotor.

En infraestructura urbana, la suma de un gobierno con otro, o la acumulación de los años no se traduce necesariamente en un mejor equipamiento urbano. Tampoco, para no ir tan lejos, en una planeación razonable. Basta ver cómo las grandes obras públicas en vez de unir segregan; en de vez de integrar, contribuyen a la inequidad. Paradójicamente la inequidad es lo que se ha construido con cientos de millones de pesos en la ciudad. Algo similar sucede con los nuevos fraccionamientos en manos de particulares. En tiempos en que insiste en la reconstrucción del tejido social, habría que reconocer antes la segregación que se promueve con recursos públicos y privados. Sin sorpresas, esa es la ciudad que hemos construido. ¿Esa es la ciudad que queremos tener?


29 de junio 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154435

Bastiones estatales

Como espejo de los estados donde la violencia reina, Veracruz se ha convertido tristemente en unos de los lugares con mayores ataques a periodistas. Un día sí, otro también. Por eso la noticia de que el reportero gráfico Miguel Morales Estrada desapareció, se inscribe en el panorama de normalidad de la entidad. Al mismo tiempo que las calles atestiguan la degradación, desde la política institucional en Veracruz provienen otra. Me refiero a la iniciativa que recién envío el gobernador Javier Duarte al Congreso del estado. Para acabar rápido, su propuesta de reforma va encamina a limitar a los críticos de las autoridades: te contrato si no me criticas.

Aprovechando la iniciativa de reforma al Código Estatal de Elecciones, se pretende incluir una modificación al artículo 48 con el siguiente enunciado: “Las organizaciones políticas no podrán contratar espacios publicitarios en aquellos medios que, aun habiendo efectuado los registros señalados en este artículo, publiquen mensajes en contra de cualquier partido, coalición o candidato”. Ante las críticas, el gobernador Duarte ya salió a decir que está dispuesto a suprimir ese párrafo de la iniciativa.

A favor de la limpieza electoral, sigue el ejemplo de COFIPE a fin de prohibir la guerra sucia: “La contratación por parte de una organización política de mensajes dirigidos a promover el voto en contra de algún partido, coalición o candidato, o la efectuada en contravención a lo dispuesto en el párrafo precedente se considerará infracción a las obligaciones impuestas a dichas organizaciones”.
En el primer caso, es un riesgo seguro de caer en inconstitucionalidad en relación con los medios, pero lo relevante de la propuesta es la concepción política del gobernante. Más cercana al autoritarismo que a la democracia. Si en el gobierno nacional avanzamos en alternancia y democracia, a nivel de estados todavía tenemos bastiones de autoritarismo. Ahí la vieja guardia nunca se fue. Para Duarte de lo que se trata la reforma es que “fortalezca la democracia”. Por lo tanto, aunque ahora se retracte, su propuesta inicial define su mando en la política.

Al igual que otros gobernadores, Duarte fue protegido del gobierno nacional. Cuando las autoridades le incautaron 25 millones de pesos en efectivo, la federación se los regresó hasta con intereses. Por estos ejemplos no podemos dudar de la generosidad, ni tampoco de la complicidad entre gobiernos. Bien dicen que entre gitanos no se leen la mano.


27 de julio 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154275