domingo, 22 de noviembre de 2015

Mediocridad legislativa

A decir de Milton Friedman, "No hay tal cosa como un almuerzo gratis". Dicho en otras palabras, todo en esta vida tiene un costo. Un costo de oportunidad. Aunque lo "gratis" satisface nuestra psicología, en realidad siempre está asociado a un costo económico, porque de una u otra manera alguien tiene que pagar.




En los últimos días surgió una polémica por otra iniciativa en el Congreso de Coahuila. Esta vez asociada al cobro en los estacionamientos comerciales. Los diputados locales Luis Gurza y Shamir Fernández propusieron reformas a la Ley de asentamientos humanos y desarrollo urbano en Coahuila, con la finalidad de que los estacionamientos en centros comerciales sean gratuitos. En principio la propuesta es bien recibida, sobre todo por aquellos que usan automóviles y les resulta molesto pagar por estacionarse cada vez que van a ciertos centros comerciales. Sin duda, la iniciativa genera tal beneplácito entre los automovilistas, que hasta elogios recibieron los diputados: "Por fin trabajan por los ciudadanos"; "Hasta que hicieron algo bueno".
Pero, ¿cuál sería el impacto urbano de prosperar la iniciativa, y sobre todo, cuál es la viabilidad? Por lo general, a los políticos no les interesa la mejor opción, ni la más eficiente, ni la solución técnica más viable, sino el número de votos y aplausos ante la opinión pública.
"Estacionamientos gratis". A primera vista la iniciativa parece positiva, pero paradójicamente, los efectos de este tipo de políticas, terminan con efectos negativos para las ciudades. En nuestro país el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (por sus siglas en inglés, ITDP), ha hecho estudios serios y bien fundamentados sobre el impacto de los estacionamientos en las ciudades. Menciono algunas consecuencias negativas para las ciudades: detrimento del espacio público; encarecimiento de la vivienda; menor densidad urbana (vea cómo hay más espacio para los automóviles, que para las personas en tantas ciudades mexicanas); más autos, más tráfico y por lo tanto, menos ciudad.
Quizá sea mucho pedir a nuestros legisladores locales que lean los puntuales estudios del ITDP como la Guía práctica: Estacionamiento y políticas de reducción de congestión en América Latina (2013); o Más cajones, menos ciudad (2014). Mientras la tendencia internacional en ciudades como Londres, Chicago, Copenhague, Portland, Nueva York, por mencionar algunas, es regular el automóvil para tratar de disminuir los efectos negativos. Con una supuesta ley como la de Coahuila, no sólo estaríamos incentivando el automóvil, sino multiplicando los cajones para estacionamiento. ¡Horror urbano! El prestigioso político y urbanista Enrique Peñalosa ha insistido en que el estacionamiento no es un derecho constitucional. ¿En verdad queremos derechos para el auto como derechos humanos, derecho a la educación, o derecho al agua? ¡Cuán extraviada está nuestra política!
La iniciativa que proponen los diputados Gurza y Fernández para "beneficiar" a los ciudadanos, en realidad estaría trasladando costos negativos a la parte de la ciudad que no se transporta en vehículo. Si esos diputados en verdad quisieran beneficiar a los coahuilenses, tendrían entonces que llamar a cuentas a los responsables de la deuda por más de 35 mil millones de pesos. ¡Corrupción mayúscula! Entonces sí, nos ahorrarían a cada coahuilense pagar más de 12 mil pesos por el impune robo de recursos públicos durante el gobierno de Moreira I. Pero claro, es más fácil inventarse una propuesta sobre estacionamientos que "ahorra" 10 o 20 pesos, que comprometerse a esclarecer el atraco de miles de millones de pesos. Cuidamos los pesos y perdemos los millones.
En su momento, el gobierno del Distrito Federal quiso obligar a los comercios a no cobrar las primeras dos horas, pero a fin de cuentas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, declaró inconstitucional esa ley. Empresas como Cimaco o Galerías, que cobran por el uso de sus estacionamientos, pueden recurrir a esa jurisprudencia para echar abajo la ley en caso de aprobarse. No obstante, abunda la mediocridad legislativa que busca atender más la publicidad, que la seriedad en las propuestas.
Pero vuelvo al punto: incentivar el uso del automóvil a través de políticas como quitar el cobro en estacionamientos comerciales, termina por transferir los costos asociados al uso del auto, al desarrollo urbano y a la población que no maneja. No hay tal cosa como un estacionamiento gratis.
9 de septiembre 2015
El Siglo

Guatemala, ¿y México?

Foto: BBC

Es difícil negar que las comparaciones son odiosas, y sin embargo, ¡cuán útiles suelen ser! Entre los países es frecuente generar índices y tablas comparativas que permiten dimensionar y saber dónde estamos. Ya sea en economía o gobierno, las comparaciones están a la orden del día. Con cierta regularidad aparecen las comparaciones con países ricos. Por ejemplo la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Ahí se dice cómo estamos, qué tan bien o mal andamos… pero muchas veces, aunque deseamos esos buenos niveles, en realidad salimos mal librados. Cercanos a nosotros, las comparaciones resultan más pertinentes con nuestros pares latinoamericanos. Ya sea por idioma, historia, o por calamidades, Latinoamérica comparte unas ciertas características que nos hermanan.
Recientemente he seguido con suma familiaridad el escándalo de corrupción en el gobierno de nuestro vecino Guatemala. Unas serie de llamadas telefónicas exhibieron todo una red de corrupción que implica al nivel más alto de ese país, en la persona del presidente Otto Pérez Molina. El "mero mero" dicen en las llamadas telefónicas. En las últimas semanas el escándalo escaló a tal punto, que no sólo hubo otras marchas para exigir la renuncia al mismo presidente, sino además, otros poderes del gobierno se pronunciaron a favor de que el presidente renuncie.
La Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, lo acusó de estar al frente de una red de corrupción para "administrar" los recursos del Estado desde las aduanas. Ya se imaginarán por dónde va la cosa. Un grupo de funcionarios de alto nivel ser organizan para capturar la renta del Estado. Algo así como impuesto del impuesto. ¿Les suena conocido? Pero si bien, la corrupción hasta la más alta esfera del gobierno guatemalteco no difiere en mucho de la documentada en México, algo que es impensable en el nuestro país, es la intervención de la Suprema Corte. En Guatemala, la Corte Suprema de Justicia avaló realizar un juicio político contra el presidente Pérez Molina. Ya antes habían renunciado seis de trece ministros de su gabinete, así como otros altos funcionarios de gobierno. A los ojos ciudadanos, sólo falta el presidente, quien se aferra a la impopularidad como último recuso de la impunidad.
En las calles se han repetido marchas multitudinarias contra el presidente. Se fueron sus ministros, y hasta la exvicepresidenta Roxana Baldetti ya está en la cárcel condenada por operar la red de corrupción al interior del gobierno. En un gesto de compromiso, el arzobispo de la Archidiócesis de Guatemala, Oscar Julio Vián Morales, también pidió que dimita el presidente. De los obispos en México, mejor ni decimos.
Con amparos, el presidente Pérez Molina gana tiempo, pero lo que no puede ganar ya, es la confianza de los ciudadanos, que viven una vez más la ignominia como marca irremediable de su país. ¿No estamos así nosotros? Más todavía, a pesar de los escándalos de corrupción en México ligados al presidente (recién exculpado por la Secretaría de la Función Pública), todavía otorgamos una mayoría en el Congreso al partido gobernante.
Incapaces de llamar a cuentas al presidente, los poderes divididos en México, parecen el primer frente para proteger la corrupción. ¿Se imaginan a los ministros de la Corte pidiendo la renuncia del presidente? ¿O qué les parece una Auditoría Superior haciendo un informe sin precedentes? Por supuesto, al día siguiente todos esos funcionarios se quedarían sin chamba. Con todos sus defectos, las democracias bien consolidadas ofrecen a los ciudadanos la posibilidad de llamar a cuentas a sus gobernantes, empezando por la figura del presidente.
Lejos de debilitar la democracia, el emblemático escándalo de Watergate que terminó con la dimisión de Richard Nixon, fortaleció el poder de los ciudadanos desde el cual emana el gobierno. Sin duda, es el paso que como democracia no nos hemos atrevido a dar en México. Preferimos aceptar la impunidad como parte de la "cultura" y la "condición humana". En una de ésas, Guatemala nos da el ejemplo.

2 de septiembre de 2015

Peor para los peatones

Fuente foto: http://blogs.lavozdegalicia.es/javiersanz/2012/11/11/ciudades-para-peatones/
Pasada la crisis de violencia en la ciudad, poco a poco surgen otras problemáticas relevantes que también implican la vida. Cada vez más, se discuten problemas urbanos relacionados a la movilidad de las personas y el diseño de las ciudades. Porque nada más cotidiano en la ciudad, que la movilidad en las ciudades. De esa manera, la calidad de vida de una sociedad también se mide por la forma en la que las personas se mueven.
Recientemente no dejan de impactarme la muertes de personas que en el transcurso de sus actividades, pierden de la vida en el traslado. Para no ir tan lejos, retomo dos historias sucedidas en Torreón. Julio. Por la noche salió caminando una madre con sus dos hijos. Ante la poca visibilidad, uno de los pequeños, de dos años, cayó en una alcantarilla sin tapa, una situación que parece normal en la ciudad. ¿Cuántas alcantarillas han visto así en los últimos años? ¿Cuántas trampas mortales en la ciudad? Tristemente el niño falleció y sin embargo, aceptamos que la ciudad es así, que cualquier día un persona muere al trasladarse. Invertimos millones de pesos en bulevares, pavimento y puentes vehiculares, pero no reparamos en la seguridad de los peatones. Mal, muy mal estamos cuando las prioridades son otras, que no el cuidado de la vida.
Agosto. Diez de la noche. Como otros días, caminó para cruzar la Saltillo 400 a la altura de la calle Gómez Morín, para luego encontrar la muerte con un veloz auto. El impacto fue tal, que el vehículo arrastró el cuerpo por más de 60 metros. La escena ya parece común en esas vialidades de la ciudad, donde el "derecho" a la velocidad se vuelve sinónimo de muerte. Y sin embargo, la sola idea de bajar la velocidad en cualquiera de esas vialidades, indigna más a los ciudadanos, que la pérdida de las vidas. Mal, muy mal está una ciudad, cuando privilegia la velocidad de los automóviles, en detrimento de las personas. No es casualidad, que en las últimas semanas muchos ciudadanos se quejaron de los agentes de tránsito y vialidad en la carretera Torreón-San Pedro. Los veloces automovilistas señalan extorsiones de los agentes. Es posible, pero antes pensemos en lo siguiente: para que exista corrupción es necesario dos partes. ¿Acaso se reconocen? Tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata. Sin embargo, la indignación no provine de las decenas de muertes en esa vialidad por el exceso velocidad. Ni tampoco indigna, los peatones que han muerto en esa zona, algunos ya ni siquiera por cruzar, sino sólo por estar cerca de un percance vehicular. Lo que indigna a tantos automovilistas es no poder ir a 120, o incluso, a 140 kilómetros por hora, porque ahí están los entrometidos tránsitos. Indigna que la autoridad limite la velocidad, que se meta con el gusto de ir más rápido. En esa lógica, lo sagrado no es la vida, sino cuán veloz puedes ir.
Para mi sorpresa, al revisar sistemáticamente más de una década de muertes asociadas al transporte y la movilidad en Torreón, encontré que la primera tendencia la concentran los peatones. La segunda causa de muerte es de automovilistas. ¡Más todavía! Existe una correlación entre ambas causas. ¿No creen que ya es hora de hacer algo? Recupero algunos estadísticas de nuestra tragedia: entre los años 2000 y 2013, murieron 432 peatones, 243 automovilistas, 41 motociclistas y 23 ciclistas. Es decir, ¡739 personas! (Para el caso, el Inegi registra a precisión las causas de muerte).
Pero lejos de tratarse de simples accidentes que se acumulan, o cosas del azar, lo que tenemos es un terrible patrón donde el diseño urbano y las políticas de movilidad, alientan esas tendencias. Cuando leí el extenso "Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial, 2013", publicado por la Organización Mundial de la Salud, constaté esa problemática compartida. La OMS identifica que "las lesiones causadas por el tránsito son la octava causa mundial de muerte, y la primera entre los jóvenes de 15 a 29 años. Las tendencias actuales indican que, si no se toman medidas urgentes, los accidentes de tránsito se convertirán en 2030 en la quinta causa de muerte".
Igualmente, otra conclusión del informe acomoda a la perfección a mi ciudad: "Las políticas de transportes olvidan a los peatones y los ciclistas. Los datos existentes constituyen una seria advertencia a los gobiernos respecto de la necesidad de tener en cuenta a los usuarios no motorizados de la vía pública".
Tal vez para la próxima, lo entendamos muy tarde.
12 de agosto 2015
El Siglo 

Soy líder

Es en las adversidades cuando conocemos de qué está hecha una sociedad. En los momentos más difíciles, los mismos ciudadanos quedan a prueba. Enfrentados a sí mismos y su entorno, algunos se repliegan y deciden encerrarse. Levantar muros y cerrar espacios. Otros toman la crisis como una oportunidad. Así lo vivimos en los últimos años en las ciudades de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo. Sin embargo, al mismo tiempo que vivimos aciagos años, también surgió lo mejor de la sociedad lagunera a través de iniciativas, propuestas y trabajo paciente en las calles. Laguneros que en vez de irse, se quedaron a construir una ciudad mejor, a salir, a dar la cara cuando la ciudad más lo requería. No es casual que hace algunos años, surgió una institución especializada en medir y evaluar la seguridad en las ciudades laguneras. Me refiero al Consejo Cívico de las Instituciones (@CCILagunaAC), que actualmente es un referente importante, no sólo a nivel local, sino que forma parte de una red nacional. Actualmente es un caso de éxito y de referencia para otras ciudades. Gracias a la aportación de ciudadanos comprometidos, se logró ganar autoridad en esa institución que divulga datos de manera transparente y confiable en materia de seguridad pública.
Más reciente, en julio de 2014, nació la Asociación Cívica de La Laguna, igualmente por iniciativa de ciudadanos y empresarios que con sus aportaciones, no sólo se quedaron en la banalidad de la crítica, sino manos a la obra están apoyando liderazgos decididos a cambiar su entorno desde abajo. Así nació el seminario Soy líder, con la finalidad de "despertar, cultivar y acompañar el liderazgo ciudadano que cada uno llevamos dentro".
En términos generales, los ciudadanos mexicanos no creemos que podemos influir en el gobierno, o que sencillamente cambiar la cosa pública. Para muestra, la Encuesta Nacional sobre cultura política y prácticas ciudadanas, refleja esa falta de confianza de los ciudadanos para transformar su entorno. 55 por ciento, considera que se puede influir poco. 14 por ciento es pesimista y dice que no puede influir nada. Sólo 28 por ciento considera que sí puede influir (ENCUP, 2012).
Como bien sabemos, los grandes cambios no empiezan de un día para otro, tampoco son multitudinarios, ni por arte de magia. Así, el seminario Soy líder que promueve desde hace un año la Asociación Cívica de La Laguna, es un semillero de ideas sociales para transformar nuestro entorno local, y sobre todo, es ya un red de liderazgo comprometida para mejorar su comunidad. Se trata sí de una minoría que paulatinamente está decidida a transformar su entorno inmediato. A la fecha, Soy líder cuenta con 128 egresados que han propuesto esperanzadoras "cascaritas". Es decir, acciones y respuestas a problemáticas específicas. Las cascaritas son auténticos ensayos sociales que buscan incidir en su entorno inmediato. Un vistazo general a los proyectos muestra la inquietud por los más variados temas y problemáticas que van desde el diseño y la intervención urbana, la asistencia social, e incluso, la formación de virtudes cívicas.
Me alienta saber y participar de iniciativas como las que emprende esta asociación cívica, que como su mismo nombre, quiere también recuperar lo más esencial en una sociedad: los líderes que la transforman. Cuando pienso en este trabajo arduo, constante y esperanzador, pienso en lo que implicar sembrar un árbol, cuidarlo, hasta que un día, los frutos y su sombra nos abrazan. La tarea lleva años, pero no tengo la menor duda que esos líderes en formación, y otros ya bien logrados, habrán de mejor en el futuro, esta preciada región.
¿Le interesa? Sigan a la Asociación Cívica de La Laguna en Facebook y también en la cuenta de Twitter, @Soylider_laguna.
26 de agosto 2015
El Siglo 

De imposturas e impostores

Con frecuencia vemos imposturas e impostores. Algunos, en su decidida carrera, han encontrado cierta celebridad y hasta reconocimiento. Pero lejos de resultar ajeno a la comunidad, el impostor resurge siempre, encuentra lugar en grupos, en asociaciones, en clubes. Ahora se les dice "seguidores". La Bruyère, quien nos dejó Los caracteres, lo sabía muy bien. A veces pensamos en los males de la política, pero el género de la impostura permea por todos lados: la academia, el deporte, la religión, el activismo social. Por donde sea, nunca faltará el impostor. Hace algunos años, dos profesores de física, Alan Sokal y Jean Bricmont, partieron de una broma para exhibir las "imposturas intelectuales" de ciertos lenguajes de la ciencia. En la presentación de aquél experimento, recordarían que "la reacción fue una mezcla de hilaridad y consternación. Apenas podían creer que alguien (y mucho menos intelectuales de prestigio) pudiese escribir sandeces semejantes".
Recientemente, un grupo de escritores y académicos de diversas instituciones, se pronunciaron por ejercer en México prácticas éticas, ante una serie de notables plagios cometidos por miembros del Conacyt. Como verán, la política no tiene la exclusividad de la impostura.
Hay impostores que toman el discurso como si fuera un monopolio. Por ejemplo, el monopolio del discurso ecológico. De esa manera se presentan como autoridad, como expertos en todo. No importa que no lo sean; lo que cuenta es la insistencia del yo. De esa manera, el impostor se erige superior moralmente, y por lo mismo, no permite cuestionamientos, críticas, y ni siquiera una simple duda. Para el caso, lo que vale es su palabra, no los datos duros, y mucho menos la evidencia para verificar las afirmaciones. En contraparte, hay una pérdida notable en el periodismo nacional, tan propenso a la repetición de boletines. A la transcripción acrítica de las declaraciones. Si el impostor encuentra lugar ahí, es por la ausencia de crítica, de una mínima verificación. Pero someter las declaraciones a evidencia exige esfuerzo y pensamiento. Es más fácil reproducir. Visto así, las páginas se llenan de declaraciones: Dijo, afirmó, negó. Nada más.
Pero regresemos al impostor. Escondido bajo el argumento de autoridad (porque lo digo yo), desacredita a quienes lo cuestionan, insulta, minimiza, propaga maledicencias. Cuando el cuestionamiento sube de tono, la impostura siguiente, es hacerse la víctima. Estás conmigo, o estás contra mi. Bajo la sombra de víctima, busca conmover, se dice amenazado, pero sobre todo, busca ocultar las imposturas. Así, es muy común que hable de transparencia y rendición de cuentas porque suena correcto, aunque las cuentas no salgan. En su desesperación, el impostor busca desviar la atención y no duda en recurrir a lugares comunes. Se dice víctima de un "compló". No es casual que el impostor pase de la bravuconería, a casi ocultarse.
En su estudio ya clásico sobre la cultura cívica, Robert Putnam también advirtió acerca del lado oscuro de la participación: asociaciones que funcionan como mafias. Grupos que se apoderan de la palabra, las causas y los recursos públicos. Se presentan como los únicos en la materia, y no soportan la competencia. Ante la pluralidad, el impostor busca a todo costa figurar, no tolera compartir el reconocimiento. Sabe que vive de las apariencias y en consecuencia, las alimenta constantemente. No nos extrañe que ahí donde el impostor defiende la transparencia, oculta asimismo su casa. A final, el impostor puede engañar a algunos por un tiempo, pero no a todos, todo el tiempo.
19 de agosto 2015

Bikes vs Cars

A pie o en automóvil, en camión o bicicleta, el transporte es el pan de cada día en las ciudades. No sé a ustedes, pero a mí me aburre manejar, más cuando se trata de largas distancias. Cada vez que puedo, prefiero andar o trasladarme en bicicleta. En el pasado lejano nos forjamos como grandes caminantes. Uno puede imaginar la necesidad vital de aquellos hombres al caminar, al observar, al construir el espacio desde esos recorridos pedestres. En el presente somos irredentos sedentarios y el automóvil parece "facilitarnos" todo. No es casual que bajo esa lógica, el diseño de nuestras ciudades también pierda sentido para las personas y por lo tanto, la dimensión de la escala humana. En la modernidad, construimos sin pensar en el viento y la luz, porque sencillamente tenemos refrigeración e iluminación artificial. Bajo esa referencia, tenemos generaciones de arquitectos que se olvidaron del entorno. Igual sucede con las ciudades, que han sido modeladas a imagen y semejanza de los automóviles, y no de las personas.
Para no ir tan lejos, en mi ciudad, Torreón, las principales obras públicas de los gobiernos son millonarios puentes vehiculares. Recientemente se inauguró un centro deportivo y comunitario con una inversión de 60 millones de pesos. Pero dos puentes, que actualmente se construyen, consumirán 450 millones. ¿Cuántas plazas y espacios de convivencia abiertos se harían con ese dinero? Sin embargo, esta situación local de inequidad y mala política, no es exclusiva de una ciudad, sino es compartida por muchas ciudades.
Gracias al colectivo de mujeres ciclistas, Bicionarias Laguna, por fin vi el tan esperado documental del director sueco Fredrik Gertten, "Bikes vs Cars" (2015). Oportuna fue la exhibición de Bicionarias, porque tomaron la calle el sábado pasado, para hacer una presentación abierta a los peatones durante Moreleando.
El documental llega a nuestro país por la promoción de la Red Nacional de Ciclismo Urbano, en conjunto con Ambulante y Greenpeace México. "Bikes vs Cars" expone de manera puntual los problemas y el malestar que viven tantas ciudades en el mundo por el dominio de los automotores, incluso en detrimento del ambiente y las personas mismas. Al mismo tiempo, aunque la narrativa es avasallante en cuanto a la hegemonía de los vehículos para el diseño urbano, aparece también una minoría alentadora que se mueve en dos ruedas: los ciclistas. Los Ángeles, ciudad de México, Sao Paulo, Toronto, por mencionar algunas ciudades, presentan el común denominador de tener grandes problemas de movilidad urbana, no sólo por el tráfico, sino por las inequidades que genera un modelo basado en el automóvil. Entre otras cosas, se tienen más carreteras y espacios para estacionamientos, que espacios públicos como parques y banquetas. Por lo mismo, la imagen que más representa a las ciudades del automóvil, es la bahía de un estacionamiento. Y sin embargo, como plantea el documental de Gertten, subyace en el uso de la bicicleta una alternativa revolucionaria a los problemas que conllevan 1,000 millones de automóviles. Insisto en la palabra subyace, porque a pesar de los graves problemas de movilidad en las ciudades (mayor costo, mayor tiempo en el tráfico, contaminación ambiental, muertes), la tendencia actual apunta a un crecimiento mundial de la industria automotriz. En la próxima década podríamos escalar a 2,000 millones de vehículos. Ante esa cultura dominante, es utópico tratar de pensar de otra manera, no obstante hay minorías que se resisten: colectivos ciclistas, ciudades como Copenhague y Ámsterdam. Para el caso, también podemos agregar esfuerzo notables en Curitiba y Bogotá con acceso a transportes urbanos masivos, más eficientes que los automóviles.
"Bikes vs Cars" es una reflexión bien fundamentada sobre la relación entre la calidad de vida y la movilidad en las ciudades. Encontrarán buenos datos y testimonios, comparaciones, y sobre todo, alternativas. Vean el corto en You Tube: https://www.youtube.com/watch?v=et8iEIPhooM
5 de agosto de 2015
El Siglo 

Discursos sobre la pobreza

El vaso medio lleno, el vaso medio vacío. Así son los discursos sobre la pobreza. Unos a celebrar la "eficiencia" asistencial del gobierno. Otros más optimistas, ya ven un país de clases medias. ¿Pero cómo estamos? Lo datos más recientes del Inegi, a través de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2014, ofrecen un perfil puntual sobre el bolsillo de los mexicanos. Cuánto se percibe, cómo se gasta, quiénes ganan más, o cuan desiguales somos como país. De entrada no hay buenas noticias, de acuerdo con los resultados de la ENIGH, el ingreso corriente total decreció en 3.2 por ciento en términos reales, con respecto a 2012. Dicho de otra forma, el crecimiento de la economía mexicana no alcanza, más todavía, vivimos un entorno de devaluación de la moneda frente al dólar, aunado a una baja expectativa de crecimiento a mediano plazo. Sumen también la caída de los ingresos del petróleo y el aumento de la deuda del gobierno federal. Menos mal que las finanzas están a cargo del "mejor" ministro de hacienda del mundo.
Pero regresemos a los datos de la encuesta. En 2014, el 30 por ciento de los hogares con mayores ingresos, concentró el 62.5 por ciento de los ingresos corrientes totales, mientras que el restante 70 por ciento de los hogares obtuvieron sólo el 37.5 % del ingreso. Ante semejante disparidad y concentración de la riqueza en los segmentos más altos de ingresos, el doctor Roger Bartra ve un país de clases medias. Sin duda en el futuro, incluso a pesar de los gobiernos, México podría emerger como un país de clases medias, sin embargo, todavía nos falta un buen tramo para que eso suceda. Vayamos nuevamente a los datos. En general, la pobreza aumentó en el país. Pasamos en 2012 de 53.3 millones de pobres a 55.3 millones en 2014. Lejos estamos de un país dominado por clases medias, en tanto más del 50 por ciento de la población está en alguna condición de pobreza.
Entre los diez niveles de ingresos de los mexicanos, todos decrecieron, excepto el segundo decil, que mostró una variación porcentual favorable de 2.1 por ciento. Esto significa que un segmento de la población de muy bajos ingresos, mejoró algo, casi nada si vemos las cifras en su contexto. Un poco menos pobre, pero pobre al fin. ¿Cuánto significa esto? El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), mide varias dimensiones de la pobreza en México. Específicamente la pobreza extrema disminuyó de 11.5 millones a 11.4. ¿Es mucho o poco? ¿Cuánto representa? Para la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, es una victoria, porque funciona la política contra la pobreza. Pero en dado caso, habría que agregar que se trata de un victoria pírrica. Tanto como decir, "estamos menos peor". El presidente Enrique Peña Nieto, afirmó que su gobierno contuvo la pobreza, y reconoció que falta mucho por hacer. Esperamos que ese hacer sea entregar algo más que televisores digitales, de preferencia antes de las elecciones.
La gran apuesta del gobierno federal para tratar de cambiar el rumbo de la economía fue en dos sentidos: una agenda de reformas, con énfasis en la energética, y la Cruzada nacional contra el hambre. La primera no ha resultado en beneficios claros para la economía, y en cuanto a las rondas de reforma energética, se desinflaron las inversiones que habría de llegar a cántaros. Sobre la pobreza en México, la Cruzada y los programas de beneficio social, parecen más un gran aparato para mantener clientelas políticas y ganar elecciones, que políticas para disminuir la pobreza. Dos décadas después, el país sigue en el mismo punto: estancado. De acuerdo con el Coneval, el número de carencias promedio de la población en pobreza se redujo entre 2012 y 2014 de 2.4 a 2.3 por ciento. Las carencias promedio de la pobreza extrema también bajaron de 3.7 a 3.6 por ciento. Pero esas ligerísimas bajas no representan cambios significativos para sacar a numerosos grupos de la pobreza. Se necesita ante todo un impulso económico mayor, un crecimiento consistente de la economía que pueda ofrecer oportunidades. Sin productividad, sin crecimiento económico sostenido, seguiremos hablando de pobres y desigualdad durante largo tiempo.
 EN COAHUILA CRECIÓ LA POBREZA
En vano busqué las declaraciones del secretario de Desarrollo Social en Coahuila, Rigo Fuentes Ávila, sobre el incremento de la pobreza. En el estado creció la pobreza de 27.9 a 30.2 por ciento. Y también aumentó la pobreza extrema: de 3.2 a 3.7 por ciento. Para el gobernador Moreira II, sencillamente las cifras no "cuadran". Sólo falta que culpen a los medios… o que decreten una ley para abolir la pobreza.
29 de julio 2015
El Siglo de Torreón