domingo, 31 de marzo de 2013

Crónica de la eternidad





Apasionante, fascinante, provocador. Esas palabras describen el nuevo libro del antropólogo francés, Christian Duverger: Crónica de la eternidad ¿Quién escribió la historia verdadera de la conquista de la Nueva España? (Taurus, 335 páginas). Durante años hemos visitado a Bernal Díaz del Castillo, el solado cronista que firmó la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, publicada en Madrid, 1632. Por supuesto, su crónica es sencillamente extraordinaria y ocupa un lugar “en el panteón de la literatura hispánica entre El Cid y Don Quijote”. Con esa fama, con esos siglos a cuestas, Bernal es incuestionable. ¿Inamovible? Duverger no se anda con rodeos y desenmascara la autoría de Bernal; más aún, devela al auténtico autor de la verdadera historia: Hernán Cortés.
El libro de Duverger es deslumbrante como una investigación detectivesca. Hay búsqueda de pistas, rastreo de personajes, confrontación de documentos, develación de falsos datos, documentos apócrifos, suplantación de identidades, incoherencias y contradicciones que llevan a esclarecer la autoría de la verdadera historia. Es una investigación crítica no sobre la obra, sino de la escritura de la obra. En otras palabras, cómo se escribió, desde dónde y sobre todo, la huellas que dejó el verdadero autor, Hernán Cortés. En muchos sentidos, es el historiador contra la historia. ¿Pero es posible ganar esa batalla? A diferencia de Bernal, Cortés sí dejó una profusa huella documental que le permite emprender la historiografía de la verdadera historia. Su victoria ya no está en el campo de batalla frente a los mexicas, sino en las letras que buscan las posteridad. Es el Cortés viejo que prepara su muerte.
Cito una pregunta que parece obvia: “¿Cómo logra Bernal, cincuenta años después de la conquista, recordar con tanta precisión los nombres, los rostros, los parentescos, los orígenes de esa tropa tan colorida?”. Más todavía, cómo logra Bernal conocer los detalles más personales, los aspectos más mínimos del mismo Cortés. ¿Ubicuidad acaso? ¿Acceso privilegiado a todos los archivos? Duverger nos advierte, ¡No nos engañemos! Bernal es un creador de dramaturgia. Al respecto, ya Alfonso Mendiola, había explorado el estilo romanesco de la crónica Bernal, pero nunca cuestionó la identidad de su autor. Por lo mismo, Crónica de la identidad es un reto, una provocación para cambiar lo que siempre habíamos creído, lo que sencillamente nos parece incuestionable. 
Tanto por los argumentos, como por la investigación crítica, Durverger evidencia en Bernal a un fantasma, un “prestanombres”, pero no para desvirtuar la historia, sino al historiador. Hay algo de borgiano en Crónica de la eternidad que nos recuerda a Pierre Menard como autor del Quijote. Irónico, hasta el retrato que han reimprimido una y otra vez del supuesto Bernal, no es más que la imagen de ¡Enrique IV! Pero a estas alturas, lo de menos es la Wikipedia, la enseñanza en las escuelas y las miles y miles de ediciones, porque la verdadera historia de Bernal (no de Cortés) ya recorrió varios siglos y todavía le espera la eternidad.
31 de marzo 2013