Parkour por México... |
Todos los partidos tienen sus crisis. Cuando están en el poder, es casi la felicidad. Cuando lo pierden, la soledad. Después de 12 años en los Pinos, el PAN vive la sacudida de perder el poder, pero sobre todo, el claro castigo de los votantes. Sin embargo la crisis que ahora vive el PAN, es casi natural al sistema de partidos. Hay bajas y altas, dimes y diretes, culpas y acusaciones, pero al fin, nada que no esté en la vida de los mismos partidos. No es el principio, ni tampoco el fin. El punto para los panistas es que la autocrítica lleve a la reinvención. ¿Pero la hay en Acción Nacional? Sin duda, aunque no es un grupo dominante. Al calderonismo no le bastó el tercer lugar, porque todavía disputa el control del partido. Tan falto de brújala después de las elecciones, que la dirigencia imitó al gobierno en su eslogan: Ciudadanos que movemos a México. ¿También harán parkour?
Con una visión crítica, Carlos Castillo, escribió desde dentro sobre la asamblea panista: “Quienes asistimos a la Asamblea de Acción Nacional pudimos constatar que las dirigencias del PAN (su presidente nacional, sus presidentes estatales, su Consejo Nacional y sus consejos estatales) fueron rechazadas por una militancia que, al exigir ser ella la que elija a sus autoridades de manera directa, lo que le dijo a esas dirigencias fue: no sirven, han decidido mal, han reaccionado mal, han sido integradas y electas con métodos excluyentes, injustos y en no pocas ocasiones fraudulentos, por lo que se decide transformar esos métodos para abrirlos al padrón entero”.
Para el PAN, el futuro inmediato es renovarse o aceptar por años la oposición. Ya no para ser una mala copia del PRI, sino como el mejor PAN de su tradición democrática. El expresidente de Acción Nacional, Luis Felipe Bravo Mena ha advertido recientemente que la crisis en el partido no ha tocado fondo: “En el frenesí del poder, algunos olvidaron que el poder era para servir y no un negocio o privilegio personal”. Durante la asamblea se planteó a los panistas una nueva reforma para “desterrar las prácticas corporativas”. Pero la mejor prueba de esos cambios internos, no está en el acuerdo interno entre los panistas, sino en aquellos que en las práctica acceden o puede acceder al poder. Pese a la crisis interna, todavía hay PAN para rato, aún y cuando en lo inmediato quede lejos el poder. El PAN careció de poder durante décadas, luego lo ejerció a lo largo de dos sexenios, y ahora tienen la obligación de renovarse si quiere ganarse otra vez la confianza de los ciudadanos. En largo plazo, esa prueba se dará en las elecciones intermedias para renovar la Cámara baja. Ahí veremos si los ciudadanos decidieron levantar el castigo a los panistas. Para entonces, ¿habrán aprendido la lección?
Milenio 22 de marzo 2013
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