viernes, 30 de diciembre de 2016

Cuando Charles Bronson se volvió mexicano




Los síntomas son visibles. Deterioro. Autoridades incompetentes y sin credibilidad. Asaltantes y ladrones por todos lados. Frustración e impotencia. Ciudadanos toman las justicia por propia mano. ¿Qué más sigue? Como si fuera una receta, las condiciones están dadas, para que de vez en cuando, resurja el espíritu de Charles Bronson a la mexicana. Aplaudido por los ciudadanos. Temido por los criminales. El vengador anónimo resuelve, a punta de pistola, lo que las autoridades no pueden. En tiempos de desorden y anarquía, los justicieros cobran popularidad. Como caídos del cielo, lo mismo liberan a los pasajeros de un camión, vengan un robo, o detienen a maleantes a puros balazos.
En el Nueva York de los 70 y los 80, la criminalidad escaló a niveles de escándalo. Como una plaga, robos y homicidios por todo lados. Hasta que se impuso la “tolerancia cero”, el problema disminuyó sensiblemente; eso sí, de la mano de un duro e inteligente republicano. Zonas intransitables, se transformaron en seguros sitios turísticos. Con eficiencia y resultados, el temor se desplazó paulatinamente. Pero en todo ese drama, no faltaron las películas sobre los justicieros anónimos que hicieron frente a la criminalidad. Una saga representativa de aquellas décadas, fue Death Wish. Protagonizada por Charles Bronson, a la larga sería el prototipo del vengador atlético que después le siguió en Hollywood: Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger. Sin gimnasio y esteroides, Bronson pudo tanto como aquéllos. En su representación de Paul Kersey, El Vengador anónimo I, II, III, IV y V, —¡todo eso!— forjó un récord de violencia justiciera. Tanto así, que las autoridades pasaron de perseguirlo a necesitarlo. Un justiciero que en las calles hacía el trabajo sucio. Ese vengador era en apariencia, un “hombre sin atributos”, que al ser lastimado por el crimen, decide denunciar, con la enorme frustración cuando las autoridades nada pueden resolver. Cansado de la inseguridad, ese hombre cualquiera, se transforma al portar una pistola. Primero un pequeño y modesto revólver. Después, una pesada Magnum. Y cuando la ocasión requiere mayores esfuerzos, como enfrentar una pandilla, desempolva ¡artillería pesada! Parece broma, pero en otras ocasiones, la realidad en México siempre da para más. Todo lo supera. La reaparición del vengador anónimo por el rumbo de La Marquesa, en el Estado de México, ha causado revuelo popular. Entre aplausos, apoyo y fama, el justiciero mató a cuatro asaltantes de camino. Ahí quedaron los cuerpos, como una advertencia a otros asaltantes. Confiado en su defensa, recuperó las pertenecías de los pasajeros, y luego pidió a Fuente Ovejuna, no ser denunciado. En su ineptitud, las autoridades especulan sobre la sentencia que habría de caer al Charles Bronson mexicano, y no sobre los ladrones que delinquen tranquila e impunemente en la zona.  A todo esto, ¿qué es la realidad? Para el caso, el justiciero no deja lugar a dudas. Reaparece. Actúa. El sitio huele a pólvora. Charles Bronson en el microbus. Charles Bronson en el camión. Charles Bronson en el metro. Charles Bronson en la calle. Charles Bronson exhibe a las autoridades. Aunque se asemeja a una película de humor involuntario, las escenas son  realistas.  Hace algunas semanas, el senador Jorge Luis Preciado le llovió por su iniciativa de portación de armas y legítima defensa. A su parecer, el estado ha fracasado en brindar seguridad, a cambio, propone la portación de armas como un derecho similar al que tienen los estadounidenses. En lo personal no estoy de acuerdo con el uso de las armas, pero al mismo tiempo, en México vivimos de facto, entre ciudadanos armados. Más grave todavía, el gobierno sí ha resultado incapaz de ofrecer seguridad y justicia. Por lo mismo, cuando surge un justiciero anónimo, pronto levanta admiración y popularidad. En pleno siglo XXI, escenificamos Los Bandidos de Río Frío. Los que tienen suficiente dinero, pagan milicias privadas para protegerse en la jungla. Otra minoría, los políticos, gozan la seguridad que no tienen las mayorías. El resto: ¡sálvese quien pueda!

9 de noviembre 2016
El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1281047.cuando-charles-bronson-se-volvio-mexicano.html