Foto: http://elpoderdelconsumidor.org/contaminacion-del-aire/sufre-monterrey-alta-contaminacion-desde-hace-mas-de-15-anos-y-su-poblacion-lo-desconoce/ |
En Visión
de Anáhuac, un texto imperdible del gran Alfonso Reyes, abre con una bienvenida
al viajero: “has llegado a la región más transparente del aire”. Mucho tiempo
después, en los años cincuenta, un brillante discípulo de Reyes, por entonces
el joven Carlos Fuentes, escribió una novela entrañable, La región más
transparente. Lo irónico, y hasta lo trágico de aquel título, es una ciudad de
México nunca más transparente del aire. Ahí el caos es normalidad, y el tráfico
interminable. Por donde se le vea, el sello de una ciudad que no funciona. La
ciudad es tan grande como desordenada. En los últimos meses, el ambiente que ya
era malo, terminó peor. Como una indeseada vuelta a la década de los noventa,
la contingencia ambiental, el Hoy No Circula y la perenne contaminación están
de regreso. ¿Alguna vez se fueron? En plena época de alternancia, allá por el
2000, la inversión pública más visible del gobierno de la ciudad, fue a parar a
esos horrores de segundos pisos. Una infraestructura atroz y millonaria para
los automóviles. A la vuelta de los años, la contingencia es un resultado visible.
Por supuesto, no el único, pero sí una cadena de consecuencias asfixiantes. La inversión en el transporte público fue poca
cosa, comparado a esas moles de cemento
que en otros países han tumbado por nocivas. Unos culpan a otros: los
automovilistas a los camioneros, los políticos a otros políticos, e incluso, notables
ilustrados culpan a los semáforos, bordos y hasta a la nueva ley de movilidad. Pero
mientras todos expían sus culpas, el smog sigue ahí.
De
esa manera, en los medios se habla de la contingencia como si fuera un problema
exclusivo de valle de México. Más todavía, para ese discurso dominante, el
problema no es la descomunal cantidad de automóviles, sino el programa Hoy No
Circula. Para esa visión, lo que contamina, —no dejan de asombrarme estas
afirmaciones—, no es el automóvil, si no lo lento que va en las calles por
culpa de la ley. Ya lo decía Descartes con cierta mordacidad: el buen sentido
es la cosa mejor repartida del mundo. Pero dejemos de lado a la región nunca
más transparente, allá están más ocupados en hacer un “constitución”.
Lo
significativo de la contaminación que puebla el paisaje urbano, es que la ciudad
México no tiene el monopolio de la contingencia.
Paradójicamente
hay ciudades mexicanas tan contaminadas o más que México, donde se habla de
cualquier cosa, menos de contingencia. La Organización Mundial de la Salud,
recién renovó la base de datos de 2011 a 2014, (Who Global Urban Ambient Air
Pollution Databese), donde muestra quién es quién de las ciudades más
contaminadas en el mundo. Si vamos al caso mexicano, el top de urbes contaminadas
lo lidera la zona metropolitana de Monterrey, que está peor que México, y eso
ya es mucho decir. Por supuesto, el deterioro del ambiente no importa a las
autoridades regias, que ni por error reconocen la contingencia. Allá están más
interesadas en hacer un segundo piso rumbo a la carretera Nacional o en
Gonzalitos, como ya anunció inteligentemente el alcalde de Monterrey, Adrián de
la Garza. Eso sí es negocio, y no las alertas ambientales.
¿Y
qué pasa con el mentado Bronco, un tal Jaime Rodríguez que es gobernador de
Nuevo León? Él sólo sueña con ser candidato independiente a la presidencia de
la República en el 2018. Entonces ¿para qué molestarse en gobernar? Regresemos
al smog; perdón, al ranking de contaminación urbana de la OMS. En segundo lugar
está Toluca, y luego le siguen las ciudades del bajío: León, Salamanca,
Irapuato y Silao. En la desesperación por tanta polución, el ayuntamiento de
León, Guanajuato, ya analiza la posibilidad de aplicar un programa como el Hoy
No Circula. A ver cómo les va. Para muchos, restringir la circulación del
automóvil es un anatema.
El
séptimo lugar de la polución lo comparten Puebla y México, como diciendo,
siempre hay otros peores. Y finalmente, la menos mala de las grandes, es Guadalajara.
Lo revelador de estos datos no es lo mal que estamos, eso ya lo respiramos a
diario, sino la ausencia de políticas serias y consistentes en largo plazo para
remediar la calidad del ambiente en las ciudades.
1 de junio 2016 El Siglo