Bueno
y malo. Blanco y negro. Por lo mismo, nada es más atractivo para la publicidad
que las simplificaciones. Dos es más fácil de asimilar, que cinco, doce o
veinte cosas a la vez. De esa manera, en el complejo juego de la política, la
lógica de buenos y malos permite simplificar de sobremanera eso que llamamos
realidad. Pero ¿qué es la realidad? Vaya usted a saber… Ante los conflictos que
se suman en el país, el gobierno nacional aparece sumamente disminuido, y en ocasiones,
da la impresión que ni gobierno hay. A la distancia, el presidente Enrique Peña
Nieto y la administración que encabeza, cuestionan severamente el sentido de la
política misma; no así el de la corrupción. Ahí donde se necesita arte, resultó
desastre. Ahí donde urgía diálogo, resultaron varios muertos. Otra virtud de la
política, en tanto cosa pública, se vio ofuscada rápidamente por los intereses
privadores. Las casas, los contratos, las jugosas negociaciones.
Al principio
del sexenio las reformas habrían dado contenido al gobierno. En apariencia fueron
un logro indiscutible. Pero el tiempo se encargó de demostrar lo contrario.
Nuevas alzas a la gasolina pulverizaron a la mayor de las reformas: la
energética. Lo mismo sucedió con el gas, ahora que se anuncian más aumentos a
los precios. Tradicionalmente la popularidad y la aprobación era una virtud deseada
en el viejo régimen, pero en el presente, la política solo es un pretexto para
la cleptocracia. No hay más. Ni contenido, ni ideología. Buscarlo parece un
despropósito. En esas condiciones tan favorables para la corrupción, resulta
más fácil empujar un discurso público de buenos y malos. Buenos, quienes apoyan
las reformas. Malos, quienes se resisten. El conflicto magisterial ha resultado
un desastre en todos los sentidos. En sus primero años, el régimen
posrevolucionario, creó la Secretaría de Educación y colocó ahí a uno de sus
mejores hombres. El filósofo y escritor José Vasconcelos. Su tarea, más que
política, la asumió como un apostolado. Fue la cruzada para alfabetizar el
país. Muy lejos de aquellas convicciones educativas, la mal llamada “reforma
educativa”, se concentró en hacer una reforma laboral al interior del
magisterio. Con “La Maestra” Gordillo humillada en la cárcel, ¿qué podía salir
mal? En su momento, el viejo régimen creó a la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE), para contraponerla a la SNTE. Ahora esa
criatura devora a sus progenitores.
Fracasado
el gobierno de Peña Nieto, no le queda más que ejercer sus convenios con los medios.
Así repite una y otra vez el daño que ocasionan los bloqueos de los maestros. Se
habla del desabasto en Oaxaca como el mayor problema. Cosa curiosa para un pueblo que ha aguantado
400 años. En esa entidad, 66.8 por ciento de sus habitantes vive en pobreza. Para
el caso, culpar a los maestros es más fácil que cambiar las condiciones
ancestrales de pobreza. Culpar a los maestros hasta el cansancio es más fácil
que combatir la corrupción y las casas blancas. En esa polarización de buenos
contras malos, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, le dice
a la CNTE que “se ha agotado el tiempo”. ¿A qué se refiere el hombre que se
supone presidenciable? ¿Bajo qué condiciones está emplazando? Las evaluaciones
a los maestros en el país fueron acompañadas por policías, como si tratasen con
delincuentes. Luego vino la represión y la criminalización de los maestros. ¿Qué
no son los maestros ejemplo y autoridad en muchas comunidades? Sin duda, liderazgos
sindicales terminaron en la corrupción. Sin duda, hay muchas cosas que evaluar
y mejorar en términos estrictamente educativos, pero de eso ha criminalizar al
magisterio, hay un trecho peligroso. Hace
unos días, el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, emuló verbalmente a
Gustavo Díaz Ordaz, al referirse a las protestas magisteriales: “Hemos sido tolerantes
a excesos criticables”. ¿Quién habrá sido el genial redactor de sus discursos?
En Chiapas, 76 por ciento de la población vive en la pobreza, pero el
gobernador prefiere “gobernar” como Peña Nieto, tirando millones en publicidad.
¿Se acuerdan de la promoción de su imagen a nivel nacional? ¿Y el INE? ¿Y el
Tribunal? Convenientemente dormidos.
Culpar
a los maestros, satanizarlos hasta el cansancio, siempre será más fácil que
asumir la responsabilidad de gobernar. El problema de fondo no son los
maestros, sino la corrupción monumental que se pretende ocultar bajo el
discurso de los malos.
6 de julio de 2016