lunes, 26 de diciembre de 2016

¿La culpa es de los maestros?

Bueno y malo. Blanco y negro. Por lo mismo, nada es más atractivo para la publicidad que las simplificaciones. Dos es más fácil de asimilar, que cinco, doce o veinte cosas a la vez. De esa manera, en el complejo juego de la política, la lógica de buenos y malos permite simplificar de sobremanera eso que llamamos realidad. Pero ¿qué es la realidad? Vaya usted a saber… Ante los conflictos que se suman en el país, el gobierno nacional aparece sumamente disminuido, y en ocasiones, da la impresión que ni gobierno hay. A la distancia, el presidente Enrique Peña Nieto y la administración que encabeza, cuestionan severamente el sentido de la política misma; no así el de la corrupción. Ahí donde se necesita arte, resultó desastre. Ahí donde urgía diálogo, resultaron varios muertos. Otra virtud de la política, en tanto cosa pública, se vio ofuscada rápidamente por los intereses privadores. Las casas, los contratos, las jugosas negociaciones.
Al principio del sexenio las reformas habrían dado contenido al gobierno. En apariencia fueron un logro indiscutible. Pero el tiempo se encargó de demostrar lo contrario. Nuevas alzas a la gasolina pulverizaron a la mayor de las reformas: la energética. Lo mismo sucedió con el gas, ahora que se anuncian más aumentos a los precios. Tradicionalmente la popularidad y la aprobación era una virtud deseada en el viejo régimen, pero en el presente, la política solo es un pretexto para la cleptocracia. No hay más. Ni contenido, ni ideología. Buscarlo parece un despropósito. En esas condiciones tan favorables para la corrupción, resulta más fácil empujar un discurso público de buenos y malos. Buenos, quienes apoyan las reformas. Malos, quienes se resisten. El conflicto magisterial ha resultado un desastre en todos los sentidos. En sus primero años, el régimen posrevolucionario, creó la Secretaría de Educación y colocó ahí a uno de sus mejores hombres. El filósofo y escritor José Vasconcelos. Su tarea, más que política, la asumió como un apostolado. Fue la cruzada para alfabetizar el país. Muy lejos de aquellas convicciones educativas, la mal llamada “reforma educativa”, se concentró en hacer una reforma laboral al interior del magisterio. Con “La Maestra” Gordillo humillada en la cárcel, ¿qué podía salir mal? En su momento, el viejo régimen creó a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), para contraponerla a la SNTE. Ahora esa criatura devora a sus progenitores.
Fracasado el gobierno de Peña Nieto, no le queda más que ejercer sus convenios con los medios. Así repite una y otra vez el daño que ocasionan los bloqueos de los maestros. Se habla del desabasto en Oaxaca como el mayor problema.  Cosa curiosa para un pueblo que ha aguantado 400 años. En esa entidad, 66.8 por ciento de sus habitantes vive en pobreza. Para el caso, culpar a los maestros es más fácil que cambiar las condiciones ancestrales de pobreza. Culpar a los maestros hasta el cansancio es más fácil que combatir la corrupción y las casas blancas. En esa polarización de buenos contras malos, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, le dice a la CNTE que “se ha agotado el tiempo”. ¿A qué se refiere el hombre que se supone presidenciable? ¿Bajo qué condiciones está emplazando? Las evaluaciones a los maestros en el país fueron acompañadas por policías, como si tratasen con delincuentes. Luego vino la represión y la criminalización de los maestros. ¿Qué no son los maestros ejemplo y autoridad en muchas comunidades? Sin duda, liderazgos sindicales terminaron en la corrupción. Sin duda, hay muchas cosas que evaluar y mejorar en términos estrictamente educativos, pero de eso ha criminalizar al magisterio, hay un trecho peligroso.  Hace unos días, el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, emuló verbalmente a Gustavo Díaz Ordaz, al referirse a las protestas magisteriales: “Hemos sido tolerantes a excesos criticables”. ¿Quién habrá sido el genial redactor de sus discursos? En Chiapas, 76 por ciento de la población vive en la pobreza, pero el gobernador prefiere “gobernar” como Peña Nieto, tirando millones en publicidad. ¿Se acuerdan de la promoción de su imagen a nivel nacional? ¿Y el INE? ¿Y el Tribunal? Convenientemente dormidos.
Culpar a los maestros, satanizarlos hasta el cansancio, siempre será más fácil que asumir la responsabilidad de gobernar. El problema de fondo no son los maestros, sino la corrupción monumental que se pretende ocultar bajo el discurso de los malos.
6 de julio de 2016