lunes, 26 de diciembre de 2016

De la impunidad me encargo yo


Parafraseando a Lord Acton. El poder trastorna, y el poder absoluto trastorna absolutamente. Para el caso, lo difícil no es tener el poder, sino lidiar con su ausencia después de haberse servidor como virrey. Basta con hacer una breve descripción: el dinero público es administrado como un bien privado; las decisiones de gobierno son capricho o puro beneficio personal, eso sí, en nombre “del pueblo”; la justicia y la ley son a modo; cuando hay necesidad de legislar, los congresos están mansamente disponibles; las auditorías y los contralores son juez y parte. ¿Qué más se puede pedir para gobernar?
En la historia reciente del país, mejor momento no han gozado los gobernadores, que a partir de la democracia en el año 2000. En el pasado autoritario, siempre pendía la espada de Damocles sobre los gobernadores, de esa manera el presidente ejercía el poder por encima de todos. Cortar cabezas era el medio para el equilibrio del poder. Tras la alternancia, la impunidad presidencial se democratizó en las gubernaturas del país. Ya no tuvimos un gran tlatoani, ¡sino 32! Y así nos fue.
Cuando se está en el poder, abunda el aplauso y el ditirambo siempre es poco. Como punto de partida, el gobierno se basa en el culto a la personalidad. De esa manera, el ego es la expresión fundamental del estado, el gobierno y la sociedad. Va antes y también después. Por lo mismo, la hora no se mueve, si no la dispone antes el señor del poder. Paradójicamente, el partido de la institucionalización, hizo del poder una representación personal.
En las últimas semanas, lo mismo se habla de Veracruz que de Chihuahua, y tristemente en el camino, Coahuila no deja de aparecer con unas constantes que se resumen en dos palabras: corrupción e impunidad. En un capítulo más de nuestra tragicomedia, se defiende el “honor” a ultranza. Para el caso, el honor es un decir, pero los abogados son muy caros. De eso no queda duda. Así de trastornado puede dejar el poder, no obstante los miles de millones que un día nos cargaron a todos los coahuilenses. Desde su posición, el gobierno de Coahuila es oportuno para callar o defender, tapar o esconder. Ahora mandaron a un segundón de la Procuraduría General de Justicia del Estado a decir que no hubo desvíos de recursos durante el quinquenio del exgobernador innombrable: Humberto Moreira. De acuerdo con Norberto Ontiveros, subprocurador ministerial, “a través de peritajes, no aparece ninguna transacción del Gobierno del Estado a un particular o a una tercera persona. Ni tampoco hubo menoscabo patrimonial, de acuerdo con las indagatorias, como son los peritajes contables”. La defensa raya en lo increíble: “No tenemos ningún medio de prueba que acredite el desvío de recursos. Hay averiguaciones abiertas y otras que concluyeron, en ninguna se establece desvío”. Todos son unos santos y el dinero desapareció solo.
En resumidas cuentas: no pasó nada. No obstante que un buen día de 2011, el mismo estado de Coahuila tuvo que reconocer que la deuda pasó de 323 millones  de pesos en 2005, a la desproporcionada cantidad de 35 mil, 831 millones de pesos. Por supuesto, en medio de esa millonada quedaron firmas y documentos falsos en el mayor impreso literario del estado: el Periódico Oficial. Para coronar el fraude, el Congreso de Coahuila legalizó lo ilegal. Carranza estaría orgulloso. Así, la deuda se fue hasta los 37 mil millones. Con la arrogancia que brinda el poder, apostaron al olvido, en tanto la impunidad ha reinado estos años. Tanto así, que hasta se presume el absurdo financiero. Hace unos días, el secretario de Finanzas, Ismael Ramos Flores, comentó que la deuda bajó mil 19 millones de pesos, para quedarse en 36, 494 mil millones de pesos. ¡Qué gran alivio! Todo esto se parece al garlito callejero de “dónde quedó la bolita”. En plena decadencia del poder, se reafirma un gran eslogan estatal: de la impunidad me encargo yo.  Mientras tanto, Humberto sigue bailando. 

3 de agosto de 2016
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1249388.de-la-impunidad-me-encargo-yo.html