Por
lo general, la imagen de la política y los políticos es negativa. Sin embargo,
no todo es así. En un país como México, donde la política suele ser sinónimo de
corrupción, o peor todavía, sinónimo de impunidad, también hay excepciones.
Algunos afirman que siempre fue así, que siempre ha estado mal. Pero en
contadas ocasiones, hay hombres públicos que dan sentido a la política por
valores constructivos, como consenso, responsabilidad, eficacia, y también, hay
que decirlo con todas su letras, honestidad.
En
la última década en el país, pasamos de la narrativa sobre la violencia y el
combate al narcotráfico, a la narrativa de la corrupción. Enrique Peña Nieto se
encargó como nadie, de encabezar esa “cruzada”. Con asombrosa similitud, ambas
narrativas se cruzaron en Coahuila. Los años aciagos de la violencia, donde se
fundieron y confundieron, el crimen organizado y el gobierno. A la par, se
fraguó el desfalco más grande que se recuerde en el gobierno de Coahuila, y por
consecuencia, un atraco sin fin para los ciudadanos. En medio de todo, Moreira
I y II. Por lo mismo, a escasos meses de las elecciones en Coahuila, comienza a
circular un río de ciudadanos indignados con esa hermandad en el gobierno. Para
el 2017 los coahuilenses tendremos que elegir entre cambiar las chapas de las
puertas y quitarles las llaves a los ladrones, o refrendar a una cleptocracia
rampante.
Para
nadie es un secreto que entre los priistas también hay malestar y división.
Poco a poco se empiezan a manifestar algunos actores que ven un pernicioso
continuismo del moreirato en la candidatura del alcalde con licencia de
Torreón, ¿Miguel Moreira o Miguel Riquelme? No hay diferencia.
Una
de esas voces, acaso la más clara dentro del PRI, ha sido Javier Guerrero,
quien el pasado miércoles 14 de diciembre, anunció su renuncia irrevocable al partido,
y al mismo tiempo, anunció que participará en la contienda como candidato
independiente.
Guerrero,
actualmente diputado federal, es uno de los poquísimos políticos honestos en
Coahuila. Como secretario de fianzas del gobierno estatal durante la
administración de Enrique Martínez y Martínez, tuvo un desempeño eficaz y
responsable. Dejó finanzas sanas, y sobre todo, acrecentó la buena reputación
del gobierno de Coahuila. También, es un político bien preparado profesionalmente;
un político de carrera, que ante todo, ha preferido la eficacia y la
responsabilidad en la función pública, que los reflectores y los aplausos
artificiales, que tanto abundan entre nuestros gobernantes.
En
el comunicado de prensa para anunciar su ruptura, Guerrero expresó “el rechazo
ciudadano a la continuidad, la ausencia de rendición de cuentas y la falta de
convicción democrática de quienes toman las decisiones en el estado y en el
partido, mantienen asfixiada la vida interna del PRI… el partido se encuentra
secuestrado”. ¿Más claro?
La
elecciones del año que entra en Coahuila, abren por primera vez la factibilidad
de alternancia. Se trata de un momento único e irrepetible. En una palabra:
histórico. Es ahora o nunca. Por lo mismo, será un elección apasionante y
todavía más reñida, no sólo porque el futuro del estado queda en juego. Votar
por la tóxica continuidad de una camarilla de ampones, o romper de una vez con esa
inercia. En ese sentido, apoyar la alternancia representa un valor mayor que
trasciende una candidatura individual. Que Javier Guerrero, un respetable
político del PRI rompa con cuarenta años de militancia, significa una
aportación a los vientos de cambio que corren por Coahuila. Es cierto, como
candidato independiente, Guerrero arranca con pocas posibilidades de triunfo,
no obstante, su decisión, no sólo es valiente, sino generosa. Valiente, porque
a pesar de las presiones y las amenazas debajo de la mesa, es una voz de
dignidad política en medio de un estado perdido por la corrupción. ¡Coahuila no
aguanta más! Mientras la camarilla apoya con todo —léase recursos públicos—, al
delfín y asume la política de “darle la vuelta la página”, Javier representa a una minoría que no acepta
la inercia.
La
decisión de Guerrero es generosa, porque su participación por la libre, minará
los votos del moreirato. Pocos o muchos, son votos que no irán al grupo priista
que quiere mantener impune la corrupción: la megadeuda, las empresas fantasma,
las fortunas malhabidas, las inversiones incautadas en Texas, las graves
acusaciones en España. Está muy claro, el moreirato busca otra tapadera, pero
el agua ya derramó del vaso.
A
tiempo, Javier Guerrero ya contribuye a la alternancia en Coahuila. No se quedó
callado, ni fue cómplice con su silencio. Su apuesta es por la democracia en
Coahuila. Bienvenida su propuesta.
21 de diciembre 2016El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1294539.javier-guerrero.html