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Más
allá de la mano del hombre, el río Nazas está de regreso. Su presencia es tan
importante para los laguneros, que reconocemos en el río, al Padre Nazas. De
ese tamaño es nuestra relación. Aunque parece evidente, no siempre resulta así,
pero somos laguneros gracias a las aguas de los ríos Nazas y Aguanaval. Más
vale que no olvidarlo, porque en el nombre llevamos la historia; la identidad.
Por lo
mismo, me llena de alegría ver tantas familias que llevan a sus niños a conocer
el río Nazas. Ahí están en los puentes, en las riberas del río. Tomando fotos y
selfies, como quien asume una imagen para ser recordada. Porque de alguna
manera u otra, el regreso del Nazas, nos recuerda quiénes somos. Hay en la
fuerza de las aguas una identidad profunda que nos llama. Muchas generaciones
jóvenes no tenían a la vista inmediata el río, que por lo general está contenido
en las presas del Palmito y Zarco, pero ahora que el Nazas vuelve a cruzar las
ciudades metropolitanas, valoramos el significado de “laguneros”. De esa manera, los más chicos pueden
comprender el sentido de La Laguna.
Desde
hace mucho, nuestra relación con el Nazas está bien documentada. Por lo menos
en los archivos coloniales, se encuentran referencias al río desde 1589, y muy
probablemente todavía más atrás. De esa manera, la primera delimitación de la
región, provino de las aguas, y sobre todo, de esa maravilla de lagunas, ahora
desaparecidas. Para sorpresa de los viajeros, hace 400 o 300 años, no había
duda que la región se distinguía por el conjunto de lagunas. Cuando revisamos
la cartografía antigua, sobre todo, del siglo XVIII, salta a la vista, el
importante lugar de los ríos, las lagunas y las cadenas montañosas, como Jimulco
y la sierra de las Noas.
Aquellos
habitantes no vieron en la región un desierto, sino un sorprendente oasis.
Tampoco “vencieron al desierto”, sino adaptaron pequeñas poblaciones en la
cuenca del Nazas. En vez de negar al río, delimitaron el espacio desde su
presencia. Con la operación del sistema de presas a partir de 1946, se cambió
el curso milenario del río. Por entonces creímos que era la mejor decisión.
Pero después de décadas bajo ese paradigma que niega la naturaleza, y que por
lo tanto, impacta negativamente el medio ambiente, nuestra relación debe
cambiar.
La
segunda llamada del río Nazas nos advierte sobre el futuro. Hoy más que nunca
tenemos que construir un gran acuerdo social para que regresar el Nazas a su cauce. Por
supuesto, no por nostalgia histórica, sino para tratar de remediar en las
próximas décadas, el profundo daño ecológico que hemos hecho a la región. Para
el caso, está ampliamente documentado que sacamos más agua del subsuelo, y no
recargamos la suficiente cada años. Como en todo, la resistencia al cambio es
mayor, sobre todo, de las autoridades, que no obstante la afectación, actúan
como si no pasara nada. Quizá por ello, la frase, “vencimos al desierto”,
significa en realidad una gran tragedia ecológica.
Antes
de las presas, el río alimentaba la laguna de Mayrán. A su vez, esa derrama
cíclica, alimentaba los vasos comunicantes entre el río superficial y el río
subterráneo (el acuífero). Hace setenta años rompimos esa relación milenaria
bajo el argumento de la modernidad y el progreso. Se consideraba que era un
desperdicio esa laguna en la parte baja de la cuenca. ¿Pero en verdad lo era?
Claramente no, y sin embargo, la afectación está a la vista. Necesitamos romper
el mito de las presas; construir un amplio acuerdo sin precedentes (a la
mayoría le da miedo el cambio); y llevarlo a la acción a través de diversos
liderazgos comprometidos con el futuro y la prosperidad de la región. Hace cien
años, un grupo de decididos laguneros, formó el Sindicato de Ribereños
Inferiores del Río Nazas, para defender la equidad en la distribución de las
aguas entre los agricultores. Hoy nos urge una gran alianza para cambiar ese
paradigma fallido que tiene al río en las presas. Se trata sobre todo, de la prosperidad
y el futuro de la región. ¿Nos parece poco?
5 de octubre 2016El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1269168.el-nazas-regresa.html