viernes, 30 de diciembre de 2016

Alí Babá y los veinticinco ladrones



Alí Babá anda suelto y también veinticinco, o quizá cuarenta ladrones. Van vienen a la cueva. Salen. Se esconden. Cada día, durante las mil y una noches del sexenio, robaron el tesoro de Durango. “Ábrete, sésamo”. Y el dinero salía a raudales. Tanta veces fueron por el tesoro, que hizo falta más, y luego más. Insaciables, también fueron por las arcas de los municipios. Tomaron 15 millones de la capital. 40 millones de Gómez Palacio. Y siempre algo más... Un buen día, el dinero se acabó, y entonces, los ladrones recurrieron a los préstamos apresuradamente. Al final del sexenio ya se habían llevado 14 mil millones de pesos… y la cuenta seguía corriendo. Pero un buen día, corrieron vientos de cambio, y la fórmula mágica para abrir la puerta del tesoro, ya no funcionó. “Ciérrate, sésamo”. Ante los hurtos desmedidos, la nueva administración quitó las llaves, cambió las chapas y se propuso detener a los ladrones. Curiosamente, tras la primera detención, la noticia corrió como pólvora y el temor invadió a los que antes, impunes, saquearon el tesoro. 
Me gusta la sabiduría popular, porque en pocas palabras, resume todo un comportamiento. Un famoso dicho de raigambre medieval, nos dice: “excusa no pedida, acusación manifiesta”. Cuando sucedió la detención de Leonor Gutiérrez la ex subsecretaria de egresos del gobierno del estado de Durango, inmediatamente una multitud corrió a ampararse.  ¿A que le teme esa banda?  Ese día,  Alí Babá estuvo en vigilia. Angustiado por la situación, buscó protección, pero ya no en la cueva, sino fuera de ella. El ex gobernador Jorge Herrara, hizo fila desde las cinco de la mañana para obtener su amparo. Apresurada, luego siguió la banda: María Cristina Díaz Herrera, exsecretaria de Finanzas; César Guillermo Rodríguez Salazar, exsecretario de Comunicaciones y Obras Públicas del Estado; Eduardo Díaz Juárez, exsecretario de Salud, y una veintena más. Aunque al paso que vamos, podrían ser cuarenta o más los amparados que nos recuerdan al cuento del lejano oriente.
Pero este cuento duranguense  apenas empieza. Sin duda, un acierto del nuevo gobierno en Durango, a cargo de José Rosas Aispuro, es mandar un mensaje fuerte y claro sobre los abusos del gobierno anterior. Urgía una señal. Por lo general, es costumbre en los gobierno mexicanos, dejar en el cargo a un hombre de “confianza” para tapar las triquiñuelas, los desfalcos y la corrupción del gobierno saliente. Pero la fórmula no funcionó, porque en las pasadas elecciones en Durango, los ciudadanos se manifestaron a favor de la alternancia. ¡Cuánta falta hacía! Ahora nos estamos enterando del boquete que dejaron a los ciudadanos. Tan sólo movió una ficha el gobernador Aispuro, y rápido brincaron las ratas. ¡Perdón! Los amparos. Sin aspavientos y alardes, como el fallido gobernador de Nuevo León, el gobernador de Durango desencadenó una  fiebre sorpresiva por el amparo. Toda una pasión constitucional. Al respecto, la alcaldesa de Gómez Palacio, Leticia Herrera, quien fue un factor fundamental para el voto diferenciado, cuestionó con claridad: “Si se amparan es por algo”.
Llama la atención cómo los saqueadores que llamamos gobernadores, tejen redes de corrupción que implican los cargos más relevantes y estratégicos en la administración pública. Más todavía, queda la impresión, que no hay otro motivo, más que saquear, cuando conocemos los  casos de los Duarte en Veracruz y Chihuahua, de Borge en Quintana Roo, o de los Moreira en Coahuila. Ni qué decir de Sonora con Guillermo Padrés, ahora tras las rejas. ¿Cantará como Javier Solís, Las rejas no matan?
Pero estas historias apuntan un comportamiento identificable en nuestra República. Ser gobernador en México, tiene un propósito muy claro: saquear las arcas hasta que no quede nada. Tan bien establecido el objetivo, que lo primero es nombrar a un secretario de finanzas; otro de obras públicas, y así la cosa, hasta que se complete la red. Por si faltara algo más, todavía se puede nombrar a heredero, como recientemente lo mostró el “desaparecido”, Javier Duarte. ¿Qué camino siguieron en Durango? ¿Una combinación de Coahuila con Sonora? ¿Acaso siguieron el método chihuahuense o aplicaron  una técnica veracruzana? Por lo pronto, la multiplicación de los amparos lo dicen todo: “excusa no pedida, acusación manifiesta”. Alí Babá y los veinticinco amparados. 

16 de noviembre 2016
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1283353.ali-baba-y-los-veinticinco-ladrones.html