Por más eufemismos oficiales, para nadie es un secreto que estamos en plena devaluación. Un día sí, y otro también, el peso se devalúa frente al dólar. Tanto así, que ya llegó a los 20 pesos por dólar. Y pensar que nuestra deuda está en dólares… Con más dignidad que ni José López Portillo, Benito Juárez abandonó su lugar en el billete de veinte, para cederlo a George Washington. Quizá en los próximos días, el Banco de México haga una nueva reimpresión. ¿Qué pensaría Don Porfirio? Más allá de la gloriosa nostalgia del porfiriato, cuando la cosa estaba tú por tú, es decir, a peso por dólar, nuestro presente nos queda mucho a deber. Tanto así, que los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, a pesar de la crisis internacional de 2008, ya nos parecen entrañables. Sin temor y sin temblor, la caída del peso no para, y más nos vale que Dios nos agarre confesados en caso de ganar el truhan de Donald Trump. En una de esas, hasta el presidente se vuelve a inclinar con todo y alfombra roja.
Para
los mexicanos, la paridad peso dólar es traumática, y no tanto por encarecer el
shopping en el otro lado, sino por las desgracias económicas que eso nos
recuerda. Echeverría, López Portillo, de la Madrid, Salinas de Gortari… ¡Puro
veneno! Como cataclismos quedaron los años 1976, 1982, para acabar pronto,
todos los ochentas, y 1994. ¿A quién se parece Peña Nieto? Pero la realidad es
un broma. Sí, querido lector, no lo tome a chiste, pero hace unos días en la
flamante ciudad de Nueva York, nuestro presidente recibió el premio de
estadista del año 2016, mismo que entrega la Foreign Policy Association. Estos
gringos no perdona la ironía y todavía Hillary Clinton se desmaya.
A
diferencia de López Portillo, Peña no tiene aspiraciones caninas para defender
al peso. Por si fuera poco, el Centro de Análisis e Investigación, Fundar,
acaba de publicar un estudio donde demuestra cómo el gobierno distingue entre
ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. A los primeros les perdona
impuestos en cantidades estratosféricas; a los segundos todo el peso de la ley,
y que no se les ocurra retrasarse un solo día porque así le va. Tan sólo el año
pasado, quince empresas fueron “beneficiadas” por un monto de 15 mil millones
de pesos. ¡Qué gran retiro logró Luis Videgaray! La condonación de créditos
fiscales es la política que el gobierno aplica a discreción, de manera opaca con
beneficio a ciertos ciudadanos de primera. A casas Geo le perdona más de 4 mil
millones de pesos. A Sabritas casi mil. A Gamesa 150 millones. A Scotiabank 28
millones… pero la información es a cuentagotas, porque el SAT ha litigado el
acceso a la información para esconder los miles de millones “perdonados” a las
grandes empresas. ¡Esa sí es la puerta
negra con cien candados!
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Para
el caso, no se trata de descubrir la panacea en eso del combate a la
corrupción, porque políticas de esta “naturaleza”, ahora que anda tan de moda
esa palabra entre los protectores de la familia y la niñez, denota la ausencia
de estado. Pero ¿si no hay estado
entonces qué tenemos? Un grupo de cleptómanos bien organizados que se dedican
al usufructo del dinero de los contribuyentes. Nada más. Olvídense de
programas, ideologías y esas cosas. Ya
lo dice un clásico en su cuarto informe: “Lo bueno casi no se cuenta, pero
cuenta mucho”. Habría que agregar: cuesta mucho la corrupción.
21 de septiembre 2016
EL Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1264632.en-plena-devaluacion.html