lunes, 26 de diciembre de 2016

En plena devaluación


Por más eufemismos oficiales, para nadie es un secreto que estamos en plena devaluación. Un día sí, y otro también, el peso se devalúa frente al dólar. Tanto así, que ya llegó a los 20 pesos por dólar. Y pensar que nuestra deuda está en dólares… Con más dignidad que ni José López Portillo, Benito Juárez abandonó su lugar en el billete de veinte, para cederlo a George Washington. Quizá en los próximos días, el Banco de México haga una nueva reimpresión. ¿Qué pensaría Don Porfirio? Más allá de la gloriosa nostalgia del porfiriato, cuando la cosa estaba tú por tú, es decir, a peso por dólar, nuestro presente nos queda mucho a deber. Tanto así, que los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, a pesar de la crisis internacional de 2008, ya nos parecen entrañables. Sin temor y sin temblor, la caída del peso no para, y más nos vale que Dios nos agarre confesados en caso de ganar el truhan de Donald Trump. En una de esas, hasta el presidente se vuelve a inclinar con todo y alfombra roja.
Para los mexicanos, la paridad peso dólar es traumática, y no tanto por encarecer el shopping en el otro lado, sino por las desgracias económicas que eso nos recuerda. Echeverría, López Portillo, de la Madrid, Salinas de Gortari… ¡Puro veneno! Como cataclismos quedaron los años 1976, 1982, para acabar pronto, todos los ochentas, y 1994. ¿A quién se parece Peña Nieto? Pero la realidad es un broma. Sí, querido lector, no lo tome a chiste, pero hace unos días en la flamante ciudad de Nueva York, nuestro presidente recibió el premio de estadista del año 2016, mismo que entrega la Foreign Policy Association. Estos gringos no perdona la ironía y todavía Hillary Clinton se desmaya. 
A diferencia de López Portillo, Peña no tiene aspiraciones caninas para defender al peso. Por si fuera poco, el Centro de Análisis e Investigación, Fundar, acaba de publicar un estudio donde demuestra cómo el gobierno distingue entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. A los primeros les perdona impuestos en cantidades estratosféricas; a los segundos todo el peso de la ley, y que no se les ocurra retrasarse un solo día porque así le va. Tan sólo el año pasado, quince empresas fueron “beneficiadas” por un monto de 15 mil millones de pesos. ¡Qué gran retiro logró Luis Videgaray! La condonación de créditos fiscales es la política que el gobierno aplica a discreción, de manera opaca con beneficio a ciertos ciudadanos de primera. A casas Geo le perdona más de 4 mil millones de pesos. A Sabritas casi mil. A Gamesa 150 millones. A Scotiabank 28 millones… pero la información es a cuentagotas, porque el SAT ha litigado el acceso a la información para esconder los miles de millones “perdonados” a las grandes empresas.  ¡Esa sí es la puerta negra con cien candados!

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Para el caso, no se trata de descubrir la panacea en eso del combate a la corrupción, porque políticas de esta “naturaleza”, ahora que anda tan de moda esa palabra entre los protectores de la familia y la niñez, denota la ausencia de estado. Pero  ¿si no hay estado entonces qué tenemos? Un grupo de cleptómanos bien organizados que se dedican al usufructo del dinero de los contribuyentes. Nada más. Olvídense de programas, ideologías y esas cosas.  Ya lo dice un clásico en su cuarto informe: “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. Habría que agregar: cuesta mucho la corrupción.

21 de septiembre 2016
EL Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1264632.en-plena-devaluacion.html